El referéndum del domingo 29 de noviembre en Suiza, en donde sus ciudadanos votaron masivamente a favor de una ley que prohíbe la construcción de nuevos minaretes en las mezquitas, a pesar de la activa posición en contra del gobierno y de las comunidades religiosas de diferentes creencias, generó apoyos y rechazos, pero fundamentalmente, trajo a la superficie la enorme hipocresía del algunos países musulmanes, y puso en evidencia el miedo cerval que suscita en Occidente, contrariar a los fieles de la grey islámica o herir su pundonor o susceptibilidad.
La prohibición de erigir minaretes o alminares, torres desde cuya altura el almuédano convoca a los mahometanos en las horas de oración, suscitó airadas reacciones. En la ciudad suiza de Lausana, aproximadamente 5.000 personas, convocadas por el Movimiento de Lucha contra el Racismo, organizaciones de izquierda y miembros de las comunidades judías, católica, protestante y musulmana, marcharon desde la catedral hasta la mezquita vociferando consignas como «no a la discriminación racial», «por una Suiza solidaria» y «todos somos musulmanes».
Las reacciones por diferentes motivos al «no» de Suiza a los minaretes, se sucedieron. Amnistía Internacional lamentó profundamente que los suizos votasen a favor de que se introduzca en la Constitución la prohibición de construir minaretes y advirtió de que esta medida «constituye una violación del derecho a la libertad de religión». La Alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, conocida por su simpatía a los árabes, condenó hoy la decisión de prohibir los minaretes en las mezquitas de Suiza, adoptada el domingo pasado en un referéndum, y la calificó de «discriminatoria» y contraria a las obligaciones de Suiza en materia de derechos humanos. «La Federación Suiza de las Comunidades Israelitas (FSCI) y la Plataforma de los Judíos Liberales de Suiza, expresaron que «La iniciativa vulnera la libertad de religión establecida en la Constitución, que incluye el derecho para las comunidades religiosas, de construir sus lugares de culto en el marco de las leyes aplicables sobre las edificaciones y compromete por otra parte la paz religiosa y perjudica los esfuerzos de integración de los musulmanes en Suiza. También los musulmanes fueron apoyados por la Alianza Evangélica Española, que lamentó la prohibición de los minaretes en Suiza y paradójicamente, apoyó la retirada de los crucifijos en las escuelas pública de España.
La plausible adhesión a la libertad de religión, afirmada en el artículo 18° de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pareciera que concierne a todas las confesiones, exceptuando al Islam, que ignora el concepto de reciprocidad. Según la prospectiva islámica, que difiere de la occidental, el Estado islámico, fundado sobre bases dogmáticas, tiene el derecho de restringir o prohibir otras prácticas religiosas. Un caso paradigmático es Arabia Saudita, que en virtud que en ella se encuentran los lugares más sagrados del Islam,- La Meca con la ka’ba, la fuente de Zamzam, de donde según los musulmanes, emana el agua fresca que recibe a los peregrinos del Hajj y apaga su sed física y espiritual, y Medina, la Ciudad del Profeta Mahoma- considera a todo su territorio «haram» que significa prohibido. Por consiguiente, no es posible construir en ella una iglesia cristiana, un templo evangelista o una sinagoga o, simplemente, realizar algún acto de culto de cualquier otra religión. El Islam, considerada por sus creyentes, como la religión «perfecta», no admite la posibilidad de conversión a otra fe, puesto que ese acto es pasible de pena de muerte. «Quien desea una religión distinta del Islam, sepa que tal religión no será aceptada por Dios y que, en la otra vida, estará entre los perdidos. La maldición de Dios pesará sobre él, para siempre (s.3, 85-88 del Corán). Lo anteriormente descripto, no fue óbice, para que en Arabia Saudita, exhibiendo una hipocresía descomunal, varios prominentes estudiosos islámicos y predicadores, arremetieran contra el reciente referéndum suizo de imponer la prohibición de la construcción de minaretes en las mezquitas de Suiza. En declaraciones a la Gulf News, dijeron que esta es una prueba más del antagonismo de Occidente hacia el Islam y que el hecho conspira contra las iniciativas para la celebración de un diálogo entre los seguidores de diversas religiones en diferentes partes del mundo. Shaikh Abdul Mohsen Al-Shahri, un eminente erudito en jurisprudencia islámica, dijo que el referéndum suizo fue parte de una nueva campaña de hostilidad desatada contra el Islam y los musulmanes en Occidente. «Esta es una clara evidencia que la segregación racial y religiosa aún prevalece en Occidente, especialmente en un país que se jacta de ser un modelo ejemplar de los ideales democráticos», y agregó que esto sirve como un duro golpe para la imagen secular de Suiza. Por su parte, el jeque Al Murshid Motairi, un conocido predicador saudí, subrayó la necesidad de lanzar una campaña masiva de retirada de inversiones de los países musulmanes a los bancos suizos y poner fin a los viajes a Suiza para vacacionar. Según fuentes bancarias, el volumen de las inversiones árabes en los bancos suizos asciende a más de $ 400 millones de dólares. Mientras tanto, el Secretario General de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI) Profesor Ekmeliddin Ihsanoglu, que agrupa a 57 países musulmanes, calificó la prohibición como un hecho lamentable que empaña la imagen de Suiza como país que mantiene el respeto a la diversidad, la libertad de religión y los derechos humanos (valores inexistentes en los países bajo la férula del Islam) y expresó su decepción y preocupación por el resultado del referéndum de Suiza que prohíbe la construcción de minaretes en las mezquitas en Suiza. El Jefe de la OCI, que representa alrededor de 1500 millones de musulmanes en todo el orbe, expresó su profundo pesar, señalando que en el momento en que el mundo musulmán y las sociedades musulmanas de todos los continentes se han comprometido en una lucha para combatir el extremismo, las sociedades occidentales están siendo rehén de los extremistas que explotan el Islam como un chivo expiatorio y un trampolín para desarrollar su propio programa político, que a su vez contribuye a la polarización y la fragmentación en las sociedades.
No conforme con la amenaza de sanciones económicas y más consistente con la ideología del Islam radical, el dictador vitalicio libio, Muammar Kadhafi, dijo a la agencia oficial de noticias Jana, que lo acontecido en Suiza, fue una invitación a Al- Qaeda para lanzar ataques en Europa. «Pretenden que son» la lucha contra Al-Qaeda y el terrorismo «cuando en realidad acaban de hacerle el servicio más grande,» dijo, refiriéndose a Suiza con desdén, como «la mafia del mundo». Kadhafi, al hablar en un acto académico el sábado en Zliten, 160 kilómetros al este de Trípoli, dijo sin inmutarse a AFP, que en los países musulmanes ahora no hay argumento para permitir la construcción de nuevas iglesias. «Yo no creo que nadie en el mundo musulmán a partir de ahora quiera autorizar la construcción de una iglesia». Además, advirtió a Suiza del riesgo de sufrir un derrumbe económico como consecuencia de una ruptura con el mundo musulmán. «Ustedes deben pensar en sus intereses. Ustedes necesitan el gas, los puertos, el mar, la energía solar, las inversiones».
Una encuesta realizada por el diario británico London Daily News, arrojó como resultado que el 75% de los londinenses, preocupados por la creciente influencia del Islam, expresaron su apoyo a la prohibición de minaretes en Suiza. Cabe señalar que en Londres, donde viven un millón de musulmanes y en muchos distritos rige la Sharia, se registra la mayor cifra de mezquitas de Occidente, estimadas en más de cien.
Buena parte del espectro político europeo, con actitud medrosa, criticó la prohibición que Suiza impuso de construir los minaretes, pero los recelos expuestos en el país helvético, se extienden por todo el continente. El epítome, se encuentra en las declaraciones de Stèphane Lathion, director del Grupo de Investigación del Islam (GRIS) en Suiza: Lo que mostraron los votantes suizos en el referéndum del domingo «es algo mucho más europeo; un miedo al Islam y los musulmanes».
Rubén Kaplan
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