La publicación alemana Focus Magazine, citando fuentes de seguridad germanas, denunció que en las redes de metro de Alemania, se mezclan entre los usuales pasajeros, aproximadamente 90 islamistas radicales entrenados para la lucha armada. El escozor aumenta al conocerse que, unos 30 de ellos, tienen experiencia en combate real obtenida a través de enfrentamientos con soldados de EE.UU. o de Pakistán. El reporte de la revista, añade que en total, 185 islamistas, entrenados en campamentos terroristas en Asia Central, habían vivido o trabajado en Alemania en los últimos 10 años. En lo que se interpreta como una nueva modalidad de captación, los jóvenes radicales ya no son reclutados sólo a través de mezquitas, sino también en las universidades, las prisiones y los clubes deportivos.
Alarmados por la detección creciente de células terroristas, los organismos de seguridad alemanes planean adoptar una postura más firme, en el futuro, hacia los jóvenes islamistas radicales. Según un informe separado de la revista Der Spiegel, El Centro Común de Defensa del Terrorismo, (GTAZ) una cooperación entre la policía alemana y agencias de inteligencia, llevará a cabo en diciembre un foro organizado por el Ministerio del Interior, para la revisión e implementación en el país, de una nueva estrategia y enfoque contra el terrorismo. El foro, que aportará estudios hechos sobre jihadistas que fueron condenados y encarcelados, advierte sobre el riesgo que los detenidos puedan radicalizar a otros presos, y para ello, convoca a los imanes moderados e instituciones islámicas para contrarrestar a los fundamentalistas.
Los presidios, que son considerados un lugar propicio para la conversión al Islam debido a las numerosas prerrogativas que gozan los reclusos que profesan esa fe, son asimismo vectores del terrorismo. La BBC News, informaba el 15 de noviembre que los musulmanes radicales difundían propaganda extremista y la promoción de la Jihad desde el interior de las cárceles del Reino Unido. Rebecca Camber, periodista del Daily Mail, el 17 del mismo mes, publicaba que el clérigo musulmán y predicador de odio Abu Hamza, daba sermones extremistas a los presos a través de las tuberías de agua de su celda, desafiando una prohibición impuesta por los jefes de la prisión de Belmarsh.
El riesgo asociado es la radicalización en prisión, donde los miembros de la población penitenciaria, en general, son seducidos por las interpretaciones extremistas del Islam radical. Las prisiones están llenas de personas jóvenes con una predisposición a los comportamientos antisociales. Algunos se consideran víctimas de la sociedad y pueden ser especialmente susceptibles a las ideologías que propugnan la retribución.
En EE.UU. los islamistas radicales han apuntado a la población carcelaria para la contratación de potenciales terroristas durante años. Ahí, por ejemplo, fue donde se formó José Padilla quien, sospechoso de detonar una bomba sucia, fue declarado culpable de conspiración para asesinar a personas en el extranjero y de proporcionar apoyo material a terroristas, se convirtió y se radicalizó. Otro preso, Kevin James, creó su propia celda, Jam’iyyat Ul-Islam Is-Sahih (JIS), y reclutó a otros reclusos para planear ataques contra objetivos militares y judíos en los alrededores de Los Ángeles. En nueva York, el jefe religioso musulmán de las cárceles del Estado, declaró mártires a los secuestradores asesinos que perpetraron la masacre del 11/9.
Retomando el informe de Der Spiegel, la mayor revista semanal de Europa y la más importante de Alemania, con un tiraje semanal de un millón de ejemplares, éste afirma que las medidas contra la radicalización han sido poco efectivas y sistemáticas a través de los Estados de Alemania. Estas acciones van desde libros de historietas educativas, a conversaciones individuales con los islamistas proclives a la violencia. En agosto del corriente año, en Berlín, la Fiscalía Federal Alemana anunció la detención del germano-turco Adem Yilmaz, de 29 años, un sospechoso de terrorismo y supuesto colaborador de la célula islamista de Sauerland, cuyos miembros, acusados de pertenecer a la Unión para la Jihad Islámica, son juzgados por preparar cuatro grandes y simultáneos atentados en Alemania y detenidos con más de 700 kilogramos de material explosivo, obrantes en su poder. El llamado Cuarteto de Sauerland, la célula islamista desarticulada en 2007 y liderada por un alemán converso al Islam, planeó reeditar un nuevo 11 de septiembre (11-S) en Alemania, con atentados en tres discotecas frecuentadas por soldados estadounidenses, la base militar de Ramstein y un aeropuerto.
El grupo había recibido órdenes de perpetrar ataques de proporciones similares a los del 11-S en Estados Unidos durante el entrenamiento realizado en un campamento paquistaní de Al Qaeda en Waziristán. De acuerdo con la declaración de Yilmaz, las órdenes provenían directamente de la cúpula de la «Unión para la Jihad Islámica» (IJU), a la que los miembros de ese cuarteto han confesado pertenecer. Yilmaz repitió que el objetivo era lograr el máximo número de muertos posibles, con un mínimo de un centenar, y que el éxito o fracaso de la operación se mediría en función de la cantidad de víctimas. El presunto miembro del Cuarteto prosiguió así con la larga confesión iniciada tiempo atrás por el alemán converso al Islám Fritz Gelowicz, de 29 años, quien admitió ser el líder de la célula islámica Sauerland.
Los cuatro miembros del grupo se conocieron en el campamento de Waziristán, donde pasaron dos meses, tras lo cual regresaron a Alemania.
Antes de la reelección de Angela Merkel como Canciller de Alemania, la organización terrorista Al Qaeda había amenazado con atentados al país germánico, si éste no retiraba sus tropas de Afganistán. En un video que difundió la primera cadena de televisión alemana (ARD) se pudo observar al islamista germano marroquí Bekkay Harrach, buscado en Alemania por terrorista, profiriendo amenazas en nombre de Al Qaeda: «Si el pueblo decide por una continuación de la guerra, habrá dictado su propia sentencia». En otro video en donde aparecen sitios y eventos famosos como la Puerta de Brandeburgo de Berlín, la Oktoberfest de Munich y la Catedral de Colonia, y algunos políticos, entre ellos el ministro del Interior, Wolfgang Schaeuble, y el de Defensa, Franz-Josef Jung, el Talibán , por intermedio de un hombre que dijo llamarse «Ajjub» y que se expresó en alemán advirtió: «Por vuestro compromiso aquí contra el Islam, atacar a Alemania se ha convertido en una idea atractiva para nosotros, los mujahidines. Es sólo cuestión de tiempo antes de que la Jihad destruya los muros alemanes». Al respecto, un investigador de la policía judicial alemana, declaró que se trataba de la amenaza «más concreta» contra el país, por la presentación de lugares y personas como blancos potenciales.
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