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| sábado noviembre 23, 2024

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Di-s habla con Avram, diciéndole «Vete de tu tierra, de tu lugar de nacimiento y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré». Allí, dice Di-s, hará de Avram una gran nación. Avram y su mujer Sarai, acompañados por su sobrino Lot, viajan a la Tierra de Canaan, donde Avram construye un altar y continúa difundiendo el mensaje de Di-s.

La hambruna causa que el primer judío viaje a Egipto, donde la hermosa Sarai es llevada al palacio del Faraón; Avram se escapa de la muerte porque se presentan como hermano y hermana. Una plaga evita que el rey egipcio toque a Sarai y ella lo convence de que debe devolverla a Avram y compensarlo con oro, plata y ganado.

De vuelta en la Tierra de Canaan, Lot se separa de Avram y se establece en la malvada ciudad de Sdom, donde es capturado cuando el ejército de Quedarlaomer y sus tres aliados conquistan las cinco ciudades del Valle de Sdom. Avram sale con un pequeño grupo a rescatar a su sobrino, derrota a los cuatro reyes, y es bendecido por Malki-Tzedek el rey de Salem (Jerusalén).

Di-s sella el Pacto Entre las Partes con Avram, donde el exilio y la persecución (Galut) del pueblo judío le son informados y la Tierra Santa es asignada a ellos como su herencia eterna.

Aún sin hijos diez años luego de su arribo a la Tierra, Sarai le dice a Avram que se case con su sirvienta Hagar. Hagar concibe, se vuelve insolente hacia su señora, y se escapa cuando Sarai la trata duramente; un ángel la convence de retornar y le dice que su hijo será el padre de una nación numerosa. Ishmael nace en el año 86 de la vida de Avram.

Trece años después, Di-s cambia el nombre de Avram por Avraham («padre de multitudes») y el de Sarai por Sara («princesa»), y promete que tendrán un hijo; de este hijo, a quien deben llamar Itzjak («se reirá»), surgirá la gran nación con la cual Di-s establecerá Su pacto especial. Avraham recibe la orden de circuncidarse y circuncidar a sus descendientes como “una señal del pacto entre tú y Yo”.

 

EL COMIENZO DE UNA TRAVESÍA

 

Cuando Di-s ordena a Avram que salga de su tierra, no hace más que dar inicio a una travesía en la que el pueblo judío está embarcado desde hace siglos

De Ur a Canaan, de Canaan a Egipto, de Egipto nuevamente Canaan, Babilonia, Persia, de retorno a la Tierra Prometida, Roma, de nación en nación por toda Europa, Asia y posteriormente América, y ahora el inicio del retorno a la Tierra de Israel.

En realidad esto es simplemente el destino del pueblo judío. Una larga travesía a través de un mundo imperfecto, aportando en cada lugar su granito de arena para perfeccionarlo, hasta que, una vez cumplida esta tarea, podamos reposar en el mundo perfecto que Di-s quiere que construyamos para recibir al Mashíaj.

 

¿Di-s Culpable o Inocente?

Por Aron Moss

Pregunta:

Siento que estoy perdiendo la fe como resultado de las últimas tragedias sucedidas en el mundo. ¿Si Di-s permite que suceda tal sufrimiento, cómo puedo creer en Él? ¿Usted tiene algún argumento en defensa de lo que Di-s hizo?

Respuesta:

Comparto su horror por las tragedias que el mundo ha presenciado hace poco tiempo atrás. Cualquier persona pensante debe formular las preguntas que usted está haciendo. Algunos sienten que este desafío a su fe es insuperable. Eso es entendible. Pero quizás, sin defender a Di-s, tenemos que separar entre rechazar a Di-s y estar enfadados con Él.

Cuando una persona inocente sufre, nos enfrentamos con una contradicción: la creencia en un Di-s justo y bondadoso por un lado, y el sufrimiento de inocentes por el otro. La mayoría prefiere el camino fácil fuera de la tirantez moral causada por esta contradicción y se aplaca con una de estas dos posiciones simplistas: Di-s no es responsable, porque Él no existe o Él es impotente; o las víctimas no eran inocentes y merecían el castigo.

El pensamiento judío, sin embargo, no busca soluciones fáciles.

1) Di-s es responsable. No podemos aceptar la teología pusilánime que asegura que Di-s no es responsable- que algo que pasa en el mundo que no concuerde con nuestra idea de Su bondad es un acto inmoral e indiferente de la naturaleza. ¿Quién es responsable por la naturaleza sino Di-s? ¿Y qué clase de Di-s es Él, si no puede controlar la naturaleza?

2) Este no es un castigo. Di-s no es un tirano malvado que castiga indiscriminadamente al malo junto con el inocente. Incluso en el diluvio bíblico se salvaron los inocentes. ¿Qué persona moral podría tener el descaro de decir que todos aquellos que perecieron en el tsunami lo merecían?

3) No queremos una explicación. Si tuviéramos una explicación, entonces podríamos seguir como de costumbre con nuestras vidas. Podríamos sentirnos cómodos pues hay una buena y aséptica justificación por los centenares de miles de muertos y el sufrimiento de millones. Ésa sería una tragedia aún mayor.

4) Podemos sentirnos decepcionados con Di-s. En la tradición judía, incluso las personas más virtuosas han objetado las decisiones de Di-s. Abraham intentó defender a los habitantes de Sodoma cuando Di-s quiso destruirlos, y Moshé intercedió por los israelitas después del episodio del Becerro de Oro, cuando Di-s había decretado que fueran exterminados. No tenemos que estar de acuerdo con los decretos Divinos. Tenemos el derecho de sentirnos perturbados con Di-s. Incluso después del evento, aunque aceptemos que Él es el Verdadero Juez, si lo que vemos y sentimos es una injusticia, no podemos hacer las paces con ello. Debemos gritar a Di-s y exigir que finalice tal dolor.

La respuesta judía a la tragedia es atrevida y desafiante: no resuelvas la paradoja, permítele que te perturbe. Hay una contradicción real: un Di-s bondadoso ha permitido el sufrimiento inimaginable, y esto no tiene el sentido. De la tensión de enfrentar esta contradicción viene un impulso de hacer algo- el mundo debe cambiar para ser un lugar sólo de bondad y paz. El sufrimiento de los inocentes no encaja en mi visión; así que debe acabar.

Debemos hacer lo que podemos para aliviar el sufrimiento de las personas que se hallan alrededor de nosotros. Entonces podremos volvernos a Di-s y demandar que Él haga lo mismo. No abandone la creencia en Di-s, y no abandone la creencia en la inocencia humana. Permita que ambas creen una sagrada tensión que produzca pasión por la bondad—y haga algo con ello. (www.es.chabad.org)

 
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