- Mientras que los símbolos judíos desaparecen, los símbolos islámicos proliferan, desde los burkinis en las playas a los velos en los lugares de trabajo. Los judíos que no han huido de Francia están tratando de hacerse «invisibles».
- Los suburbios de Francia se han convertido en una de las señales más visibles de la islamización de Francia. El antisemitismo ha revolucionado Francia, tanto su geografía como su demografía. El odio antijudío se ha convertido en la vía a la «France soumise», la sumisión de Francia.
Las suburbios (las banlieues) —alejados de los concurridos bulevares y bistrós de París— forman «la otra Francia». Son la «Francia periférica», («La France Périphérique»), como el geógrafo Christophe Guilluy lo llama en un importante libro. Están donde la «convivencia» entre las comunidades se está poniendo realmente a prueba.
En los últimos veinte años, estos suburbios franceses no sólo se han convertido en «cúmulos de pobreza y aislamiento social», sino que han pasado de ser las áreas con mayor densidad de población judía a ser «los territorios perdidos de la República», como dice el gran historiador Georges Bensoussan en su libro Les territories perdus de la République.
Estos suburbios se han convertido en una de las señales más visibles de la islamización de Francia.
El antisemitismo ha vuelto como una de las peores enfermedades de Europa. Francia acoge a la mayor comunidad judía de Europa, y los judíos están huyendo de los suburbios o emigrando o mudándose a distritos gentrificados de las ciudades, donde se sienten más protegidos. Lo que le está ocurriendo a los judíos tendrá un efecto sísmico en todo el continente.
En el suburbio parisino de Bagneux, alguien vandalizó la placa en memoria de Ilan Halimi, un joven judío que fue secuestrado, torturado y asesinado por una «banda de salvajes» en 2006, sólo por el hecho de ser judío. En aquel momento, se trataba del primer caso de antisemitismo asesino de Francia en muchos años. Después de aquello, los islamistas asesinaron a varios judíos en un colegio de Tolouse y en un supermercado kosher de París.
Como informó Le Monde en una nueva y escalofriante investigación, el antisemitismo golpea a diario las puertas de los judíos franceses. Se ha creado una seria tendencia migratoria: los judíos franceses se han convertido en «refugiados internos».
Los judíos franceses no sólo están amenazados en sus sinagogas y colegios, también en sus casas. A los miembros de una familia judía les retuvieron, golpearon y robaron en su casa, en el suburbio de Seine Saint-Denis. Antes de eso, una doctora y profesora judía, Sarah Halimi, recibió una paliza y la mataron tirándola por su balcón, en el distrito de Belleville de París. El hombre que la asesinó, gritando «Alá Akbar» («Alá es el más grande»), era un vecino musulmán. Dos hermanos judíos fueron recientemente atacados en una calle de París por un hombre que blandía una sierra y gritaba «¡Sucios judíos! Vais a morir».
Hace poco, «Paul» recibió, en su buzón de Noisy-le-Grand, una carta amenazándolo de muerte. La nota decía: «Alá Akbar», e incluía una bala de 9 milímetros. Al día siguiente llegó una segunda carta. Esa decía: «Vas a morir». Esta vez contenía la bala de un rifle Kalashnikov. Muchas familias judías, advierte Le Monde, están bajo presión. En Garges-lés-Gonesse (Val-d’Oise), un joven judío que había construido una cabaña temporal para otoño (una suká) en el patio de su sinagoga fue atacado en el barrio por gente que le gritaba «sucios judíos».
Los barrios judíos históricos se han quedado vacíos. Jérôme Fourquet y Sylvain Manternach, en su libro L’an prochain à Jérusalem? (¿El año que viene en Jerusalén?) hablan de niños judíos que dejan los colegios públicos y se van a los privados. Varias organizaciones han ayudado a 400 familias judías a cambiar a sus hijos a colegios privados, concretamente.
Entre 2005 y 2015 hubo 4.092 ataques antisemitas en Francia. Según un estudio de septiembre realizado por la Foundation for Political Innovation, el 60% de los judíos de Francia dicen que «les preocupa que les ataquen físicamente por la calle por ser judíos».
Tras los atentados de París de 2015, un think tank asociado a la Agencia Judía preparó un plan para ayudar a 120.000 judíos franceses a emigrar a Israel. Hubo 5.000 partidas en 2016 y 7.900 en 2015. Además del total de 20.000 judíos que emigró de Francia a Israel en los últimos tres años, también se ha producido un cambio interno hacia una «alta movilidad» del este hacia el oeste de París, a los arrondissements XVI y XVII. En los últimos diez años, «60.000 de los 350.000 judíos de la Île-de-France se han mudado», según Sammy Ghozlan, presidente del Observatorio Nacional contra el Antisemitismo.
El gobierno francés ha lanzado una operación para proteger 800 sinagogas, escuelas y centros comunitarios. Pero como explica Le Monde, poco se puede hacer para proteger a los judíos por la calle y en sus casas. El antisemitismo islámico está devorando la República francesa.
Según un estudio realizado por Ifop, «el contacto con la violencia antisemita está altamente correlacionado con llevar la kipá». El casquete judío ha dejado de verse en público en muchas áreas de Francia. En Marsella, fue de manera explícita: un líder judío local pidió a los judíos que, por su seguridad, evitaran llevar símbolos judíos en público. Mientras que los símbolos judíos desaparecen, los símbolos islámicos proliferan, desde los burkinis en las playas a los velos en los lugares de trabajo. Los judíos que no han huido de Francia están tratando de hacerse «invisibles».
Hasta el año 2000, el suburbio parisino de Bondy «era agradable y tranquilo, donde vivían entre 250 y 300 familias judías, y las sinagogas estaban llenas en el Sabbat. Ahora, sólo quedan unas cien familias», dijo un vecino de la zona, Alain Benhamou, que se marchó después de ver las palabras «sucios judíos» pintadas en las paredes.
Varias familias judías también se están marchando de Toulouse a causa del antisemitismo. El ex primer ministro Manuel Valls habló de un «apartheid territorial, étnico y social». Los suburbios de Francia se están convirtiendo rápidamente en sociedades apartheid.
Hace unos días, las autoridades francesas sentenciaron a Abdelkader Merah, hermano del terrorista que asesinó a cuatro judíos en Toulouse, a veinte años de cárcel por participar en una trama terrorista. Gilles Kepel, estudioso francés del islam, dijo que el juicio era una «biopsia» de la «otra Francia»: la Francia islamizada, dejudeizada, periférica. «Es llamativo que después de las décadas que lleva en Francia, la madre [de Merah] hable tan poco francés y haga falta llamar a un traductor para el juicio», dijo Kepel.
En Seine-Saint-Denis, el 40% de los residentes son ahora musulmanes. ¿Cuál es el resultado? Que las comunidades judías históricas en localidades como La Courneuve, Aubervilliers, Stains, Pierrefitte-sur-Seine, Trappes, Aulnay-sous-Bois, Le Blanc-Mesnil y Saint Denis se están volatilizando. Debido a la falta de seguridad, donde había entre 600 y 400 familias judías ahora hay menos de cien. Para muchos de esos judíos, se trata de una segunda huida.
El 70% del medio millón de judíos que hay en Francia son sefardíes (los que fueron expulsados de España en 1492 y huyeron a Oriente Medio, el norte de África y Turquía, en vez de a Europa). Fueron a Francia entre 1956 y 1962, cuando Argelia, Marruecos y Túnez alcanzaron la independencia, como hicieron, por ejemplo, dos premios Nobel de Física, Claude Cohen-Tannoudji (1996), nacido en Argelia, y Serge Haroche (2014), nacido en Casablanca (Marruecos).
En un suburbio del sur de París, Kremlin-Bicêtre, con una población de 25.000 personas, el 25% son ahora musulmanes. Hasta 1990, el 10% de la población era judía; ahora lo es el 5%.
El antisemitismo ha revolucionado Francia, tanto su geografía como su demografía. El odio antijudío se ha convertido en la vía a la «France soumise», la sumisión de Francia.
Traducción del texto original: France: Muslims In, Jews Out
Traducido por El Medio
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