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| sábado noviembre 23, 2024

Setenta Años del Plan de la ONU sobre la Partición de Palestina

Qué Ocurrió y Qué Pudo Haber Ocurrido


Traducido para Porisrael.org por Israel Winicki

Declaración del Estado de Israel

El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas apoyó un plan de partición que implicaba el establecimiento de un estado judío y un estado árabe en lo que entonces era el Mandato de Palestina.

Los líderes árabes rechazaron el plan porque se oponían al establecimiento de un estado judío en cualquier parte del Mandato de Palestina. Los líderes judíos, a pesar de sus reservas, decidieron aceptarlo. Como resultado, una serie de ataques de los árabes palestinos contra la población judía evolucionaron hacia un grave enfrentamiento militar entre las dos partes.

A continuación de la declaración de independencia por parte de David Ben Gurión, quien se convertiría en el primer Primer Ministro de Israel, los países árabes circundantes se unieron a los árabes palestinos en una guerra destinada a frustrar el establecimiento del Estado de Israel.

La guerra concluyó en 1949, con grandes pérdidas por ambos lados. El uno por ciento de la población judía de Palestina de esos años, es decir alrededor de seis mil personas, murieron durante la guerra.

Las líneas de armisticio acordadas por Israel y sus vecinos árabes dejaron al recientemente establecido estado judío con el control de una porción más grande de territorio que la asignada al mismo por el plan de partición de la ONU, incluyendo la parte occidental de Jerusalén, la que permanecería dividida con Jordania hasta el final de la Guerra de los Seis Días de junio de 1967.

Son muy pocos los casos en la historia en los que una pregunta sobre una hipótesis probable supuestamente puede ser respondida tan fácilmente como en el caso del Plan de Partición de la ONU de 1947. ¿Qué hubiera ocurrido si el liderazgo de los árabes palestinos y los estados árabes hubieran aceptado el Plan de Partición de la ONU?

Probablemente no habría estallado la guerra, no habría luto, ni refugiados y por lo tanto no habría Nakba en 1947-1949. Quizás no habrían ocurrido las guerras árabe-israelíes de 1956, 1967, 1973…

¿Cuántas vidas se hubieran salvado? ¿Cuántos heridos y lisiados hubieran continuado una vida sin impedimentos físicos y emocionales?

Por supuesto uno puede imaginar un escenario en el cual el lado árabe podría haber aceptado el principio de la partición, pero no el mapa particular votado por la Asamblea General de la ONU.

Ciertamente apoyar el principio de la partición podría haber sido pragmáticamente conveniente para el liderazgo árabe para tratar de disipar los efectos de Plan de Partición de la ONU. En lugar de frustrarlo militarmente, podrían haber evitado su implementación diplomáticamente. Podrían haber ganado tiempo diciendo “Si, pero…”.

Un escenario alternativo basado en un proceso histórico lógico podría haber llevado a la creación de dos estados sin el derramamiento de sangre y el sufrimiento provocado por los eventos tal como se desenvolvieron desde 1947 en adelante.

Sin embargo se debe tener en cuenta que eso habría ocurrido si hubiera existido un liderazgo árabe con visión que rompiera con el triunfalismo y la rigidez diplomática.

El liderazgo árabe en esa época se opuso sinceramente al establecimiento de un estado judío en cualquier parte del Mandato de Palestina, sin que importara cuan grande o pequeño fuera ese estado. En adición, existía la difundida creencia que la cantidad y las armas obtendrían la victoria: los árabes palestinos, asistidos por los ejércitos convencionales de los estados árabes se esperaba que erradicaran la presencia judía organizada en el Mandato de Palestina y con ello frustrar cualquier esperanza de un estado judío.

Por lo tanto debemos distinguir entre la descripción de una realidad hipotética coherente y la factibilidad histórica de que esa realidad tenga lugar considerando todas las variables que podrían haber existido entonces conocidas por nosotros. Es difícil imaginar un escenario diferente del que tuvo realmente lugar simplemente a causa de la actitud del liderazgo árabe de entonces.

Una pregunta hipotética es útil en este caso. Gracias a ella podemos imaginar que podría haber pasado si los líderes árabes hubieran aceptado el Plan de Partición de la ONU. También gracias a ello, sin embargo, podemos imaginar cuan inconcebible habría sido, considerando las arraigadas actitudes prevalecientes entre esos mismos lideres árabes.

La ironía es que actualmente la mayoría de los líderes árabes, incluyendo el liderazgo de los árabes palestinos reconocido internacionalmente, afirman que aceptarían la creación de un estado árabe palestino que sería de tamaño más pequeño que el del Plan de Partición de la ONU de 1947.

Una oportunidad histórica perdida raramente permite una segunda oportunidad a aquellos responsables de ello; y cuando lo hace, su atractivo puede parecer menos brillante que el de la oportunidad perdida.

Setenta años de guerra y derramamiento de sangre han dado paso a una realidad en el terreno que los líderes árabes en 1947 no osaron imaginar: un estado judío fuerte, tecnológicamente avanzado, militarmente poderoso y económicamente próspero, como aliado tácito del pragmático mundo árabe sunita.

 

Acerca del Autor

***Yoav J. Tenembaum es Catedrático del Programa de Estudios Diplomáticos de la Universidad de Tel Aviv. Obtuvo su doctorado en Historia Moderna en la universidad de Oxford y su Maestría en Relaciones Internacionales en la Universidad de Cambridge. Estudió para su Licenciatura en Historia en la Universidad de Tel Aviv. Sus artículos han sido publicados en semanarios, revistas y periódicos de varios países.

http://newjurist.com/seventy-years-to-the-un-partition-plan-for-palestine.html

 

 
Comentarios
Daniel Yagolkowski

Habida cuenta de lo traidores que han sido los árabes dede siempre, la supuesta acepración de un Estado palestino es más que probable que sea una trampa para ganar tiempo y después reforzarse para atacar Israel. En realidad, no existe base para un Estado palestino: el término PALESTINA fue el aplicado por Roma al reino de Judea, después de que pudo domeñar la quinta, y última, de las rebeliones judías, pero después de la derrota de 1967, la KGB ideó la creación de un enemigo interno en Israel, ante la imposibilidad de una victoria militar, y así tomó a los refugiados jordanos que el rey de ese país había inyectado en lo que se sabía iba a ser territorio israelí y que después de la primera guerra de 1948 no fueron aceptados por país árabe alguno, y los reinventó como «palestinos». Mucho dinero y odio antijudío han hecho el resto.

Esa mentira necesitó, después, de otra: la supuesta negación del Holocausto por parte de los musulmanes: saben muy bien que existió porque, además, muchos de ellos intervinieron activamente formando parte de regimientos de las SS nazis, pero ahora tienen que mentir y decir que no reconocen el Holocausto porque la verdad (que muchos árabes se incorporaron a las fuerzas nazis) demostraría que el odio antijudío existía desde mucho antes de la existencia misma del Estado de Israel que, dicho sea de paso, simplemente ocupa parte de su tierra histórica de Judea y Samaria; otra parte fue robada por GranBretaña para fabricar los países llamados Jordania y Siria.

Como se ve, pues, NO se debe confiar en los árabes: lo único que podrán entender es una victoria aplastante de Israel que haga que estos «palestinos» falsos regresen a Jordania protegidos por la ONU, no como hizo esta organización hipócrita en 1970, cuando muchos de esos «palestinos», furiosos por haber sido despojados de su nacionalidad, quisieron volver a su país y el propio rey que los había enviado los recibió masacrándolos (más de 25.000 hombres, mujeres y niños en un solo día), en lo que los árabes recuerdan como Septiembre Negro.

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