Uno de los nudos gordianos del conflicto entre israelíes y palestinos es el asunto de losrefugiados. Durante décadas, la cuestión de los refugiados palestinos se ha manipulado maliciosamente con el objetivo de dañar a Israel.
Todo el problema comenzó en aquellos dos años de guerra de independencia (1948-1949), cuando en torno a medio millón de árabes palestinos huyeron o fueron expulsados de Israel. El conde Folke Bernadotte, mediador de la ONU para Palestina que acabó siendo asesinado por el grupo terrorista Lehi, emitió un informe en el que especificaba:
Como resultado del conflicto en Palestina, casi toda la población árabe huyó o fue expulsada de la zona bajo ocupación judía. Esto incluyó a las grandes poblaciones árabes de Yafo, Haifa, Acre, Ramle y Lida. De una población de algo más de 400.000 árabes antes del estallido de las hostilidades, el número actualmente estimado de árabes en el territorio controlado por los judíos es de aproximadamente 50.000.
Dos años después, en 1950, la Comisión de la ONU para la Conciliación en Palestina cifró en711.000 los refugiados palestinos.
Sin embargo, esta población refugiada ha estado desde entonces sujeta a una definición especial: el estatus de refugiado se hereda y no se pierde al obtener la nacionalidad de otro país, algo que no se aplica ningún otro grupo de refugiados del mundo. Por eso se dice que hoy son más de 5 millones; pero ni siquiera estas cifras, pergeñadas por la Agencia de la ONU para los refugiados palestinos, conocida como UNRWA –de la que ya hemos dado cuenta–, parecen ser correctas.
La Administración Central de Estadísticas del Líbano, en colaboración con la Oficina Central de Estadísticas de Palestina, ha desvelado que el número oficial de refugiados palestinos en el País del Cedro es de 175.000, frente a los 500.000 que exhibe la UNRWA. El dato fue divulgado el pasado día 21 por el primer ministro libanés, Saad Harari, que afirmó que su país debe dejar de mirar desde la barrera el sufrimiento de los refugiados palestinos.
La UNRWA, de nuevo en el disparadero. No son pocas las voces que la acusan de perpetuar y magnificar el problema de los refugiados palestinos. De utilizar a estos como arma arrojadiza contra Israel y como justificante de su presupuesto, que ascendió a nada menos que 1.200 millones de dólares en 2016.
La UNRWA ha estado implicada en otros escándalos. Así, sus criterios de contratación de personal palestino presentan unas características nada beneficiosas para los refugiados palestinos ni para la resolución del conflicto.
La UNRWA emplea a unos 23.000 palestinos. “Estoy seguro de que hay miembros de Hamás en la nómina de la UNRWA, y no lo considero un crimen”, ha llegado a declarar Peter Hansen, director de la agencia hasta 2005. De hecho, entre 2000 y 2004 fueron 13 los palestinos empleados por la UNRWA detenidos por su presunta implicación en actividades terroristas. James G. Lindsay, ex cónsul general de la agencia, ha denunciado que no se impida que ésta contrate a miembros de Hamás o de la Yihad Islámica, así como la falta de una fiscalización adecuada de la ayuda humanitaria que gestiona.
En el verano de 2014, durante el conflicto de Gaza, las Fuerzas de Defensa de Israel encontraronmisiles y cohetes de Hamás en instalaciones de la UNRWA. La organización terrorista palestina llegó a lanzar varios proyectiles contra Israel desde dependencias de la UNRWA. En 2015, durante la última ola de terror contra civiles israelíes, la Intifada de los Cuchillos, empleados y funcionarios de la UNRWA incitaron y promovieron en las redes sociales ataques contra israelíes y alentaron el odio contra los judíos.
La UNRWA no empezó tan mal. De hecho, en principio también se iba a encargar de proteger a losjudíos expulsados de los países árabes. Los interesados en utilizar a los refugiados palestinos fueron, primero, los Estados árabes limítrofes con Israel. En 1952, el entonces director de la UNRWA en Jordania, Alexander Galloway, denunció:
Los Estados árabes no quieren resolver el problema de los refugiados. Quieren mantenerlo como una herida abierta, como una afrenta a las Naciones Unidas y como arma contra Israel. A los líderes árabes no les importa si los refugiados viven o mueren.
Posteriormente, la UNRWA adoptó la misma estrategia.
La UNRWA no ha mejorado la vida de los refugiados palestinos, y no ha ayudado a resolver el problema; al contrario, lo ha agravado. La escandalosa disparidad de cifras sobre los refugiados del Líbano es sólo otro capítulo más en el historial de una agencia de la ONU que debería ser, como mínimo, objeto de una reforma radical.
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