Introducción
Ha despertado una gran alarma entre los especialistas en actividades relacionadas con la financiación por parte de Irán a organizaciones terroristas y, muy especialmente al Hizballah libanés, la firma en diciembre de 2008 de un «Protocolo de Cooperación» entre el «Banco Central de Ecuador» y el «Banco de Desarrollo de las Exportaciones de Irán» (EDBI, según su sigla en inglés).
Sintéticamente, el contenido del presente informe ha sido publicado el día de la fecha por el prestigioso matutino ecuatoriano «El Comercio» bajo el título: ‘Irán tiene un plan financiero clandestino’ .
El EDBI es una institución financiera de propiedad del Estado iraní, cuya fundación se remonta a 1991. Además de promover oficialmente actividades vinculadas al comercio exterior, opera como representante del «Banco de Desarrollo Islámico», que tiene nada menos que carácter multinacional y se dedica entre otros objetos a cultivar lazos económicos y a promover el desarrollo social en las naciones miembros, según la Ley Islámica.
La red de bancos y capitales iraníes en países de Ibero America, es parte de una herramienta estratégica de Irán, cuyo objetivo primario es montar una red de instituciones que sirvan para canalizar fondos destinados a financiar actividades secretas, que comprometen seriamente en nuestro caso la seguridad regional. El EBID es sucesor del «Banco Sepah», que había sido previamente sancionado por las mismas causas que ahora se esgrimen en contra suya. Esto tiene como blanco a Venezuela y a sus países aliados en la región, estén o no vinculados al ALBA.
El «Protocolo» firmado entre Ecuador e Irán y las actividades clandestinas del EBID
Si bien el objeto oficial del Protocolo mencionado consiste en otorgar facilidades crediticias por 120 millones de dólares estadounidenses para estimular el intercambio comercial (exportaciones e importaciones) entre Ecuador e Irán, ello es coherente con los patrones utilizados por este último país para financiar actividades clandestinas de alta sensibilidad.
Una de las principales misiones del EBID es facilitar el desarrollo del proyecto nuclear secreto iraní, controlado a su más alto nivel por los «Cuerpos de la Guardia Revolucionaria de Irán», cuyo comandante en jefe actual es Mohammed Ali Jafari.
Durante al año 2005 este autor denunció el paso por la Argentina de una delegación de la «Comisión de Energía Atómica de Irán», interesada en actualizar en el terreno sus conocimientos sobre la situación de nuestro país en materia de desarrollo nuclear. Lo mismo ha sucedido en otros países de la región, que cuentan con yacimientos de uranio natural, científicos e investigadores, como también con ciertas tecnologías y equipamientos. Todos y cada uno de estos recursos no sólo serían necesarios sino tal vez imprescindibles, si se agudizaran los controles internacionales sobre otros proveedores, aunque hasta el momento no se ha logrado impedir que Irán continúe con sus actividades clandestinas en materia nuclear.
Resulta altamente improbable que la firma del Protocolo entre el «Banco Central» de Ecuador y el EBID se haya realizado con el desconocimiento por parte del Gobierno del presidente Rafael Correa de las probadas actividades clandestinas de la institución iraní en otros teatros de operaciones-, ya que fue debidamente informado sobre eso por el de los EE.UU., aunque pretendan negarlo de manera oficial.
Es más, podría afirmarse que el gobierno ecuatoriano tuvo conocimiento un mes antes de la firma del mencionado Protocolo, que El EBID había sido designado como «Proliferador», obviamente en el campo nuclear, por parte del Departamento del Tesoro de los EE.UU., en el marco de la Orden Ejecutiva 13382. Esta sanción se debió a la financiación o intentos de proveer servicios financieros por parte del EBID al «Ministerio de Defensa y Logística de las Fuerzas Armadas» o MODALF de Irán, según sus siglas en inglés. El MODALF opera conjuntamente con los Pasdarán y su «Fuerza Quds», el «Ministerio de Inteligencia y Seguridad» (MOIS) y otras instituciones vinculadas a la defensa, la seguridad y la inteligencia el país, que respaldan los esfuerzos de procuración vinculados a su programa nuclear y misilístico.
Las operaciones actuales del EBID como sucesor del sancionado banco «Sepah» con respecto al MODALF, no se limitan sólo al sensible aspecto del desarrollo nuclear clandestino, sino también al de los misiles balísticos superficie-superficie, que forman parte de un proyecto estratégico de orden bélico de altísima peligrosidad. El MODALF, tiene como máxima autoridad al ministro de Defensa de Irán, general Ahmed Vahidi, requerido por la Justicia argentina por su vinculación con el atentado lanzado en Buenos Aires contra la mutual judía AMIA el 18 de julio de 1994. Del MODALF, que es la máxima autoridad sobre la «Organización de Industrias Aeropespaciales». El «AIO», según su sigla en inglés, es un grupo «sombrilla» que controla nada menos que organizaciones y actividades vinculadas a la investigación, desarrollo y fabricación de misiles balísticos. La principal arma actual desarrollada por el MODALF es el misil balístico superficie-superficie «Shahab-3». Entre las organizaciones detectadas se encuentran los grupos industriales «Shahid Hemmat» y «Shahid Bakeri», conocidos respectivamente por las siglas «SHIG» y «SBIG».
El EBID está siendo utilizado actualmente por Irán para manejar todo tipo de transacciones ilegales. Esto se debe a que esta institución bancaria es menos prominente que otras ya conocidas por la comunidad financiera internacional y que se encuentran bajo las sanciones ordenadas con motivo del controvertido programa nuclear iraní. Desde que la ONU y los EE.UU. sancionaron como proliferador al «Banco Sepah» a principio de 2007, el EBID ocupó su lugar para continuar con las operaciones clandestinas desarrolladas por esa y otras instituciones similares, con el objeto de financiar los planes de Irán vinculados al desarrollo nuclear clandestino. La red montada por el EBID a escala mundial tiene la misma matriz que la
utilizada en casos ya detectados y también sancionados, como el «EDBI Stock Brokerage Company», y el «EDBI Exchange Company», ambos con Domicilio en Irán. Si se desea al menos un ejemplo de algo similar en nuestra región, cabe citar al «Banco Internacional de Desarrollo, C.A.», institución financiera con sede en Venezuela. Para evitar confusiones, cabe destacar que este Banco es una institución distinta y separada del «Banco Interamericano de Desarrollo» y del «Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela» (BANDES), cuya propiedad pertenece al gobierno de este país.
Actualidad sobre el programa nuclear iraní
El Gobierno de Ecuador no ha tal vez evaluado debidamente que Irán procura desesperadamente utilizar sistemas de procuración y proveedores alternativos para su sospechoso programa nuclear. Para cumplir con sus objetivos, poco o nada podría importar a los jerarcas de su régimen crear un desastre político y diplomático a un país aliado como se ha convertido a Ecuador y otros actores estatales de la región. Mucho menos, castigar los incumplimientos a acuerdos preexistentes, como cuando la Argentina resolvió suspender la venta de uranio enriquecido a Irán a principios de la década de 1990. Los dos terribles atentados de 1992 y 1994 así lo prueban, aunque esa no fuera la única causa por la cual nos seleccionaron como blanco primario de ataques terroristas de tamaña envergadura.
El Gobierno de Ecuador debería en consecuencia asumir todas las responsabilidades futuras que correspondan según las leyes internacionales, si de manera directa y/o indirecta se utilizara el
Protocolo firmado con Irán para ayudar a este país a violar las sanciones dictadas por la ONU.
Dicha prevención, señal de alarma o como quiera llamársela, no sólo incluye la utilización de acuerdos conjuntos que faciliten la proliferación nuclear o de cualquier tipo de Arma de Destrucción Masiva. También, la venta directa o triangulada de tecnología, know-how y componentes para el desarrollo misilístico iraní, actividades a las que está dedicado clandestinamente el EBID.
Un portal de entrada libre al terrorismo iraní
En Ecuador se levantó el requerimiento de visas para los ciudadanos iraníes, lo cual agrega una nueva ventaja a las que ya gozan Irán y su círculo de válidos, comenzando por el Hizballah
en países como Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Bolivia.
El levantamiento de la obligación de requerir visas a ciudadanos iraníes para ingresar a Ecuador, sumado a la falta de bases de datos confiables sobre cuadros terroristas de ese origen, constituye un altísimo riesgo para la seguridad de toda la región.
El gobierno iraní queda así en condiciones de otorgar pasaportes originales utilizando nombres ficticios, que suelen ser emitidos para facilitar viajes de cuadros entrenados -incluso de otras nacionalidades-, con la misión de llevar a cabo operaciones «especiales» dentro del amplio espectro de eslabones de la cadena terrorista.
Otro peligro que subyace en las facilidades otorgadas a Irán por Ecuador, es que además de facilitar el más que probable ingreso de cuadros terroristas, ese Estado mesoriental aprovechará la oportunidad para establecer redes de inteligencia, apoyo logístico de todo tipo y sistemas irregulares de financiación como los ya existentes en la región de la Triple Frontera entre la Argentina, Brasil y Paraguay. Un verdadero caldo de cultivo, sin duda, para una mayor convergencia de la que ya existe entre el crimen organizado transnacional y el terrorismo global, que podría en un futuro convertirse en una letal herramienta en la guerra asimétrica que podría desatarse desde el centro mundial del terror que gira en torno a Irán.
Irán y las opciones gatopardistas
Irán es un actor estatal extremista perteneciente a la rama duodecimana del Islam chiíta, que desde la revolución de 1979 se ha constituido en un serio peligro para la seguridad regional e internacional. Demostró además no tener límite alguno al adoptar primero y promover luego el terrorismo y el asesinato masivo y selectivo de víctimas inocentes y opositores, como táctica permanente y predilecta de sus estrategias de guerra. El mismo ayatolá Ruhollah Jomeini -cabe recordar- fue quien dio un carácter sacro al ataque suicida, de uso ya común y generalizado en numerosos teatros de operaciones. Pero además, el ejemplo cundió como un reguero de pólvora entre otros movimientos y organizaciones terroristas de ambas ramas del Islam.
Muchos líderes opositores al mismo Mahmoud Ahmadinejad podrían ser acusados de genocidio, comenzando por la figura de Mir-Hussein Mousavi, primer ministro de Irán desde 1981 a 1989, quien fue corresponsable de haber reclutado niños soldados para utilizarlos en misiones suicidas, como despejar terrenos minados en los frentes con Irak. Luego, el ayatolá Alí
Akbar Hashemi Rafsanjani, presidente del país desde 1989 a 1997, un magnate corrupto que incrementó su fortuna con negocios del Estado, y primer mandatario en el período dentro del cual fueron lanzados los ataques terroristas en la Argentina, y que hoy preside la estratégica Asamblea de Expertos del país. El otro candidato que compitió en las últimas elecciones presidenciales es Mohsen Rezai, prófugo por la causa AMIA, quien fue comandante de la Guardia Revolucionaria entre 1981 y 1997. Es decir, un cambio institucional impulsado o protagonizado por cualquiera de esos personajes no cambiaría de ninguna forma el perfil del país, ni en la actualidad ni en el futuro. Todos ellos deberían terminar frente ante una Corte Internacional para responder por los delitos cometidos hasta con sus propios niños.
La relación entre Irán y organizaciones terroristas como el Hizballah libanés, tiene raíces muy profundas en Ibero América, como era primariamente el caso de la Triple Frontera y que ahora se ha expandido a otros países del continente, incluyendo los EE.UU. La estructura organizacional, proyectos conjuntos, y tácticas operacionales terroristas de Irán y el Hizballah tienen una alta sofisticación, lo cuál permite que desarrollen muchas de sus acciones en la región, aprovechando las leyes laxas y la corrupción que impera en los organismos de control en numerosos países. Difícil resulta encuadrar tales actividades según las leyes vigentes, incluso en países como la Argentina, que sufrió dos terribles atentados terroristas lanzados por el tándem Irán / Hizballah. Es que a veces parece no entenderse que el terrorismo religioso es un sistema parecido a una cadena que incluye entre otras actividades la predicación extremista, la captación de voluntades, el reclutamiento, el entrenamiento de cuadros, el apoyo logístico, la recaudación de fondos, y que en última instancia un atentado como el de la AMIA es el último y definitivo de los eslabones.
Síntesis sobre la relación histórica y organizacional entre Irán y el Hizballah libanés
Durante las últimas décadas y a partir de la creación del movimiento Hizballah en el Líbano, con el objeto de erigir en este país un Estado teocrático chiíta similar al de Irán, el régimen persa adoctrinó, financió, equipó y entrenó a sus milicianos en el arte de la guerra asimétrica y de las tácticas terroristas. Pero además, financió y entrenó en su país a miembros de otras organizaciones extremistas de la rama rival sunnita, como Hamas y la Yihad Islámica Palestina, para nombrar solamente las dos más importantes que operan en los Territorios Palestinos, aunque de manera predominante en la Franja de Gaza. También dio refugio a importantes miembros de Al-Qaeda Central que huyeron de Afganistán luego del derrocamiento del gobierno del Talibán.
Desde su fundación, el Hizballah lanzó cientos de ataques terroristas, muchos de los cuales se hicieron coordinadamente con los más altos mandos de la Guardia Revolucionaria iraní o Pasdarán. Entre ellos, sin duda, se encuentran los ataques terroristas de 1992 y 1994 en Buenos Aires contra la embajada de Israel y la sede de la AMIA, respectivamente.
Irán y los países del «eje bolivariano»
Las relaciones entre Irán y los países del llamado «eje bolivariano» y especialmente con el centro de irradiación que es Venezuela, se basan fundamentalmente en un alto grado de
intersección de los intereses de las partes involucradas, ya sea en conjunto, trilateral o bilateralmente según el caso. La agresiva presencia de Irán en Ibero América, es la consecuencia de una agenda de política exterior con aspiraciones globales. El «universo» chavista con su perenne enfrentamiento con los EE.UU., resulta un aliado estratégico para el régimen extremista iraní, más allá de las diferencias insalvables que en otros planos existen entre un Estado teocrático y otros que como Cuba siguen considerando que la religión es «el opio de los pueblos».
El peligro radica en las facilidades que Irán y su círculo de válidos, comenzando por el Hizballah, encuentran en países como Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Bolivia y Ecuador. El levantamiento de visas para los ciudadanos iraníes por parte de este último país, sumado a la falta de bases de datos confiables sobre cuadros terroristas de origen extracontinental, constituye un altísimo riesgo para la seguridad de toda la región.
Otro peligro que subyace en las facilidades otorgadas por Ecuador, es que además de facilitar el más que probable ingreso de cuadros terroristas, Irán aprovechará muy probablemente la oportunidad para establecer redes de inteligencia, apoyo logístico de todo tipo y sistemas irregulares de financiación como los ya existentes en la región de la Triple Frontera entre la Argentina, Brasil y Paraguay. Además, el gobierno iraní tiene una gran experiencia en otorgar pasaportes originales utilizando nombres ficticios, que suelen emitirse para facilitar viajes de milicianos entrenados, incluyendo sujetos de otras nacionalidades.
Un verdadero caldo de cultivo, sin duda, para una mayor convergencia de la que ya existe entre el crimen organizado transnacional y el terrorismo global, que podría en un futuro convertirse en una letal herramienta en la guerra asimétrica generada desde el centro mundial del terror que gira en torno a Irán.
Un grave insulto a la memoria de las víctimas argentinas del terrorismo iraní
Las visitas del presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad a países de la región resultan siempre muy sensibles para la Argentina, no sólo por los atentados realizados en 1992 y 1994 y las demandas judiciales que culminaron con los pedidos de captura de funcionarios de ese país.
Irán estuvo involucrado en el ataque contra la AMIA y no solamente en cuento a concebir, planificar, coordinar y ejecutar el ataque con la asistencia del Hizballah libanés, sino también en otros aspectos ya reflejados en los informes de inteligencia y demás elementos que constan en las investigaciones judiciales, más allá del irregular desarrollo, encubrimientos y falta de calidad investigativa de estas últimas en muchas de sus etapas.
Actualmente, el régimen iraní mantiene en su mira a la Argentina, a la que acusa de haber falseado la verdad sobre los atentados de 1992 y 1994. En la particular percepción iraní, la Argentina estaría aportando elementos para montar un casus bellis en su contra a favor de los EE.UU. e Israel. Obviamente, esa visión sesgada de la realidad y de la historia de ese Estado patrocinador del terrorismo que es Irán, convierte a la Argentina en un blanco automático, si sus instalaciones nucleares son finalmente atacadas.
Debe quedar claro que cada país es plenamente soberano de mantener relaciones con otros según sus propios intereses nacionales. No obstante, existe una intersección de agendas, además de intereses geopolíticos, económicos, etc., que inclinan a algunos actores a comprometerse en alianzas estratégicas con Irán, que podrían provocar en un futuro represalias insostenibles si uno o más países de la región se convirtieran en plataforma de ataques terroristas.
Pero además, la Argentina misma ha tenido una actitud sumamente dual con respecto a Irán, ya que nuestro saldo comercial en 2008 con el país acusado de dos ataques terroristas supera los mil millones de dólares estadounidenses. Es ligeramente inferior al saldo registrado por Brasil con Irán en el mismo período, mientras que los de Venezuela y Ecuador son negativos. Es tal vez por ello que nunca se rompieron las relaciones diplomáticas con Irán, como se venía reclamando en algunos sectores pero, claro está, la vida de las víctimas del terrorismo significa poco o nada para el poder de influencia de los consorcios y grupos exportadores en la política exterior argentina. Una impresionante herramienta de presión que ya había hecho sentir Irán en la Argentina durante la guerra con Irak en la década iniciada en 1980.
El gran peligro que corre Ecuador
Las principales agencias de seguridad e inteligencia estadounidense -que por su guerra contra la Red Al-Qaeda dedicaron menores recursos a los riesgos y amenazas representados por Irán y el Hizballah en su propio territorio-, no descartan la alta probabilidad de sufrir ataques por parte de células dormidas del terrorismo chiíta dentro del país en caso de una guerra con el país mesoriental.
En conclusión, cualquier operación clandestina sensible o conjunto de ellas realizadas desde territorio ecuatoriano y máxime con apoyo de su gobierno, a sabiendas o no sobre las intenciones finales del actor estatal o no involucrado, podrían ser consideradas como un casus bellis por la parte o partes afectadas, quedando en peligro los intereses nacionales a un grado similar tal vez al que ha sufrido Afganistán.
«A buen entendedor, pocas palabras»..
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