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| viernes noviembre 22, 2024

No Ignorar el Fraude Electoral en Egipto


Daniel Pipes y Cynthia Farahat

National Review Online

24 de enero de 2012

http://www.danielpipes.org/10548/egypt-electoral-fraud

Cuando la Cámara Baja de Egipto se reunió, el 23 de enero, los islamistas ocupaban 360 de sus 498 escaños, o el 72 por ciento. Esta asombrosa cifra, sin embargo, refleja menos la opinión pública del país, de lo que lo hace una maniobra del gobernante liderazgo militar para permanecer en el poder.

En un artículo reciente («La Farsa Electoral de Egipto», 6 de diciembre) argumentamos que así como Anwar El-Sadat y Hosni Mubarak, en el pasado, «tácticamente otorgaron poder a los islamistas, como un papel de aluminio, para obtener apoyo, armas y dinero de occidente», también lo hacen Mohamed Tantawi y su Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA) que «todavía juegan este trillado viejo juego».

Mohamed El Baradei abandonó la carrera presidencial quejándose de su calidad fraudulenta.

Ofrecimos tres pruebas para esta afirmación: (1) locales electorales engañosos; (2) la oferta del CSFA de un «acuerdo» a los islamistas; y (3) los militares subvencionando a los partidos políticos islamistas. Siete semanas después, varias señales apuntan al fraude a una escala mucho mayor.

El Partido Liberal Egipcio, el principal clásico partido político liberal de Egipto, anunció el 10 de enero que había presentado más de 500 quejas acerca de las elecciones a la Cámara Baja «pero ninguna acción legal fue tomada» en respuesta. El partido se retiró de las próximas elecciones a la Cámara Alta porque «los violadores son premiados con ganancias electorales y aquellos cumplidores de las leyes son castigados» y pidió que sean canceladas.

Mohamed El Baradei, ex director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) retiró su candidatura a la presidencia el 14 de enero, debido a su percepción de elecciones arregladas: «Mi conciencia», anunció, «no me permite postularme para la presidencia, o para cualquier otra posición oficial, a menos que sea dentro de un sistema democrático real».

Seis candidatos parlamentarios presentaron quejas oficiales contra una serie de funcionarios y exigieron que las elecciones fueran anuladas y se realizaran de nuevo, informa el diario El-Badil, en su edición del 10 de enero. Uno de los candidatos, un candidato del Partido Wafd llamado Ibrahim Kamel, explicó cómo obtuvo los documentos gubernamentales que indican que menos de 40 millones de egipcios tenían derecho a votar, mientras que las actuales elecciones incluyeron 52 millones de votantes, lo que supone 12 millones votos fraudulentos. Este aumento se logró, dijo, tomando los nombres y números de identidad de votantes legítimos y duplicándolos entre 2 y 32 veces en otros recintos electorales.

Mamdouh Hamza, jefe del Consejo Nacional Egipcio, una ONG, le confirmó esta alteración a El-Badil, llamándolo «el mayor delito de fraude de la historia de Egipto». Exigió que las elecciones a la Cámara Baja se realizaran de nuevo desde cero.

Por el contrario, los victoriosos islamistas, que desprecian la democracia, hicieron poco esfuerzo para ocultar su éxito electoral a través del fraude. Algunos de ellos fueron tan lejos como para afirmar, hasta ahora con orgullo y sin pedir disculpas, que es su deber islámico ser deshonestos. Tal’at Zahran, uno de los principales salafistas, llamó al sistema democrático «infiel», «criminal» y «producto de los Sabios de Sión». Cínicamente señaló que «es nuestro deber falsear las elecciones; Dios nos recompensará por esto».


Es revelador que Zahran también elogiara a Tantawi: «Al igual que le dimos a Mubarak la bay’a [juramento de lealtad islámica], ahora apoyamos al CSFA. Si Tantawi decide quedarse en el poder, lo apoyaremos hasta el día de su muerte». Los informes indican que los islamistas y los militares están trabajando juntos sin problemas, en temas tan fundamentales como la autonomía militar y la modificación de la constitución de 1971. Su cooperación tiene sentido, porque los islamistas buscan la unidad musulmana con el fin de centrar la completa atención en el enemigo infiel (especialmente judíos y cristianos).

Con tanta evidencia de fraude a mano, nos desconcierta que los políticos, periodistas y académicos occidentales, sigan viendo los resultados, de muy mala calidad, de las elecciones egipcias que acaban de concluir, como una expresión válida de la voluntad popular. ¿Dónde están los cínicos periodistas que arrojen dudas sobre los salafistas, que vienen de la nada y ganan el 28 por ciento de los votos? ¿Por qué los duros analistas, que ven a través de amañadas elecciones en Rusia y Siria, se tragan «el mayor delito de fraude en la historia de Egipto»? Tal vez porque le dan un descanso a El Cairo, a cuenta de haber cooperado con las potencias occidentales durante casi 40 años; o tal vez por las más convincentes plataformas de Tantawi.

Teniendo en cuenta el desdén explícito del CSFA por los resultados electorales, también estamos sorprendidos de que los analistas esperen que los mismos se mantengan de manera significativa en el futuro del país. De hecho, el CSFA manipuló las recientes elecciones en su propio beneficio; los islamistas son peones en este drama, no reyes. Estamos presenciando no una revolución ideológica, sino un cuerpo de oficiales militares permaneciendo dominantes para disfrutar de los dulces frutos de la tiranía.

El Sr. Pipes (DanielPipes.org) es el presidente del Middle East Forum y Taube fellow en Hoover Institution. La Sra. Farahat (CynthiaFarahat.com) es un activista egipcia y co-autora de un libro sobre las protestas de la Plaza Tahrir.


Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

Difusión: www.porisrael.org

 
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