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| martes diciembre 24, 2024

Chiismo iraní y su influencia política


En un artículo anterior publicado en Infobae y Porisrael.org hacía referencia al radicalismo islamista institucionalizado a través de dos corrientes del islam hanbalí: el salafismo y el wahabismo, patrocinado principalmente por países como Arabia Saudita o Qatar, que, en los últimos años, se han dedicado a disminuir los recursos destinados para la lucha implementada por sus ideologías.

Sin embargo, es evidente la necesidad de exponer el radicalismo proveniente de clérigos y practicantes de la otra corriente islámica más importante: el chiismo, principalmente porque, al menos en América Latina, específicamente en Argentina, fueron células de esta corriente islámica quienes actuaron en atentados terroristas contra la Embajada de Israel, en 1992, y contra la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), en 1994, atribuidos ambos al grupo islamista libanés Hezbollah (Partido de Dios), en complicidad con el Gobierno de la República Islámica de Irán.

Además, es el grupo islamista que tiene fuertes nexos con la República Bolivariana de Venezuela, con presencia en la denominada «Triple Frontera» entre Brasil, Paraguay y Argentina, y también confirmada presencia de efectivos favorables a esta agrupación en el Perú. Pero es imperativo conocer de dónde surge el radicalismo proveniente de este sector. Significativamente inferior al islam sunita en cuanto a número, además de tener menos adeptos, posee una lucha de supervivencia en algunas regiones contra la rama mayoritaria del islam, porque, dependiendo de la región, sus ideas son consideradas heréticas.

Es diferente del sunismo, que no tiene una estructura clerical centralizada, sino que cada escuela de pensamiento posee sus propios líderes que determinan interpretaciones y hay varios grupos de religiosos que aportan a temas jurídicos y religiosos; también, a pesar, claro está, de la existencia de la Casa de la Fatwa en Egipto, desde donde salen grandes interpretaciones de la normativa islámica, pero el alcance, dependiendo del grupo, es un poco menos aceptado como vinculante por todos. El chiismo, en cambio, tiene una jurisprudencia un tanto más homogénea, acatan los dictados que den las autoridades religiosas y esto se extiende entre la mayoría de las comunidades chiitas, con ciertas diferencias de criterio, pero que no son tan antagónicas entre sí como ocurre entre los grupos sunitas, sumamente dispersos.

Ciertamente es obligatorio señalar que el islam chiita posee su propia jerarquía piramidal, con el imán  como la figura más importante. La mayoría son duodecimanos, es decir, que creen en la existencia de 12 líderes (imanes) que legislan sobre la vida de los musulmanes. El último de estos (Muhammad Al Mahdi), según la tradición chiita, se encuentra oculto y aparecerá en los últimos tiempos al lado de Jesús (Isa ibn Maryam) a juzgar a la humanidad.

Pero después de la figura de los imanes, existen otros personajes que se convierten en esos representantes de lo divino en la Tierra y los encargados de realizar la interpretación (ijtihad) de los textos sagrados. De esta manera, surgen, en orden de jerarquía: el gran ayatolá (gran signo de Dios), ayatolá, el hoyatolesmam (guía espiritual), Mubálig al-Risala (predicador del mensaje), mujtahidín (licenciado en exégesis) y tálib (seminarista religioso).

El orden de esta jerarquía es decidido por una serie de intérpretes y las palabras que provengan de estos se convierten en vinculantes para todos los chiitas de diversos sectores y territorios. Dicho sea de paso, es en las ciudades de Qom (sudeste iraní) y Mashad (noreste iraní) donde se asientan los intérpretes (mujtahidin) más importantes del chiismo de Irán, mientras que en Nayaf (sur iraquí) y Kerbala (suroeste iraquí) lo hacen los intérpretes de Irak. En ambos casos ellos se encargan de realizar sus edictos más importantes. A diferencia de los sunitas, que cerraron las interpretaciones en el siglo X, los chiitas mantienen abierta esa opción y continúan hoy contextualizando, estudiando y reestructurando sus ideas con respecto a ciertos aspectos de la vida de todo musulmán.

Otra serie de diferencias dogmáticas son marcadas en el islam chiita con respecto a su contraparte sunita y vale la pena tenerla en consideración para comprender las luchas internas:

-El chiismo no reconoce la validez de la sunna islámica, sino que, en su lugar, reconoce el Akhbar (las noticias del profeta); añaden el Tratado de Elocuencia (Nahj al Balagha).

-Tiene tres tiempos de rezo en vez de cinco.

-Agrega textos en la plegaria fúnebre.

-Aplica el denominado quinto (khums), que es un impuesto del 20% sobre los excedentes como forma de hacer limosna (zakat).

-Aplica el matrimonio temporal (Mutah).

-Agrega lugares de peregrinación a mausoleos y tumbas, algo que en las visiones del islam sunita más ortodoxo es causal de llamar a herejía (González, 2015).

Estas son algunas de las diferencias ideológicas, irreconciliables para algunos, que hacen de la cosmovisión chiita más compleja en su relación directa con los grupos sunitas; a esto se le debe agregar el conflicto moderno entre Arabia Saudita como principal país promotor de las visiones más conservadoras del islam sunita (wahabista) y la República Islámica de Irán como principal país chiita, que además ocasiona impacto directo en la política internacional del Medio Oriente y otras regiones.

El objetivo más importante de la doctrina islamista iraní, que difiere de las doctrinas iraquíes en muchas ocasiones y que es el principio fundamental por el cual un clérigo del rango del líder supremo (un ayatolá) asume las riendas más importantes del territorio después de la salida del líder político Shah Reza Pahlavi, es la interpretación del principio de Wilayat al-Faqih que se usa con el significado de alguien con la autoridad para gobernar desde todos los frentes posibles, en una autoridad recibida por los imanes y posteriormente transmitida tras su ocultamiento a las otras figuras espirituales importantes.

Prácticas como la guerra contra los incrédulos, en parte del esfuerzo (Yihad) por el honor de Alá, solamente podría estar fundamentada por la presencia del imán desde algunas interpretaciones: «Al Allamah Al Hilli declara: ‘Es obligatorio llevar a cabo la Yihad contra los judíos y los cristianos hasta que paguen jizya (impuesto a los no musulmanes) o se conviertan o mueran, y obligatoriamente en el resto para convertir a los muertos. Esto es con la presencia del imán'» (Tadhkirat al-Fuqaha).

Dicha interpretación es en el caso de un enfrentamiento armado contra grupos judíos o cristianos, para lo cual se establece que solamente el imán podría en cualquier caso llamar a la yihad de la espada contra estos colectivos. Sin embargo, el ayatolá Alí al-Sistani de Irak indica: «Dios no te prohíbe, en cuanto a aquellos que no te han combatido en la causa de la religión ni te expulsaron de tus habitaciones, que seas bondadoso con ellos y actúes con justicia hacia ellos; seguramente Dios ama al justo» (Al-Sistani). De este principio se desprende que, en determinados casos, cuando consideren que un no musulmán no se ha comportado de manera correcta en un territorio donde se le ha dado acogida, es imperativa la acción militar, por cuanto sería considerado un acto de legítima defensa.

Lo anterior se respalda con las palabras de los ayatolás Sayyid Mahmud Taleqani (1910-1979) y Murtaza Mutahhari (1920-1979), quienes argumentan a favor de una yihad de la espada por temas de honor, no egoístas y en defensa de los bienes del islam. Los alcances de esta guerra contra los transgresores de lo divino sobrepasan los territorios donde estén ubicados y se puede interpretar que se les persiga donde quiera que haya parte de su presencia (Corán 2: 191-193).

De este modo se podrían comprender los intentos por ampliar su influencia político-militar por parte de la República Islámica de Irán en los territorios del Medio Oriente, principalmente en los países más cercanos, donde han expandido su radio de participación a través de los guardianes de la revolución, y el apoyo a células y facciones militares en diferentes lugares de la región (El Líbano, Siria, Yemen, Irak, territorios palestinos), argumentando su lucha contra los invasores y los opresores del islam y contra aquellos que han traicionado al islam y sus principios fundamentales.

Así es como el gobierno iraní ha obtenido mayor prestigio en la región y ha logrado, a través de las alianzas que posee con potencias globales como Rusia, llevar adelante su agenda de política exterior, la cual abordaré en futuros artículos.

***El autor es licenciado en Relaciones Internacionales de la Universidad Internacional de las Américas, especializado en la temática de Oriente Medio. Escritor de varios artículos de opinión para diferentes medios de prensa escrita nacional e internacional, académico universitario.

Primera Parte: https://porisrael.org/2018/02/11/las-principales-victimas-del-radicalismo-islamico/

 
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