Mientras honrábamos en Varsovia el legado del gran Mordejai Anielewicz, que junto con 700 combatientes resistió a los nazis durante tres impresionantes semanas, me apenó ver a una actriz israelí de fama mundial prestar ayuda y consuelo a los enemigos de Israel con su decisión de boicotear al Estado judío.
El viernes conocí la noticia de que Natalie Portman había decidido no asistir a la ceremonia en la que iba a recibir el Premio Génesis de Israel.
Natalie Portman es una actriz maravillosa, que en algunas –pocas– ocasiones ha defendido a su país natal. Aplaudí su pasada solidaridad con su pueblo. Pero su cobarde decisión de abandonar a Israel cuando está librando una guerra contra los terroristas de Hamás que intentan arrasar su frontera es estupefaciente, hipócrita y ayuda y reconforta a los enemigos de Israel, por muy involuntariamente que haya sido.
Portman está en su derecho de criticar las políticas del Gobierno israelí. En eso consiste la democracia. Pero con la forma en que ha elegido hacerlo –boicoteando a Israel– muestra desprecio a la democracia y un insensato desdén por el bienestar del pueblo israelí.
Cuando la Fundación Génesis decidió otorgar su prestigioso premio a la oscarizada actriz, pensé que era una elección razonable. Aunque no tenía un largo historial de trabajo en pro del pueblo judío, su elevado perfil como actriz y sus labores benéficas darían publicidad al Génesis, lo que habría sido positivo para Israel y brindado a Portman la oportunidad de dar un buen uso –especialmente a favor de las mujeres– al millón de dólares del galardón.
Portman reaccionó en un primer momento con entusiasmo. Así, declaró:
Me siento profundamente emocionada y honrada por este premio. Estoy orgullosa de mis raíces israelíes y mi herencia judía; son partes fundamentales de mi identidad. Es un gran privilegio contarme entre los extraordinarios galardonados, a los que tanto admiro. Quiero expresar mi más sentida gratitud a la Fundación Premio Génesis y espero utilizar la plataforma global que ofrece para ayudar a mejorar la vida de las mujeres en Israel y en otros lugares.
Sólo unas semanas antes de que la Fundación le hiciese entrega del premio, Portman anunció que no iba a asistir a la ceremonia. Cuando se conoció la noticia, se consideró su decisión un boicot a Israel y el movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) lo utilizó como prueba de que incluso los israelíes famosos creen que su país es particularmente merecedor de ser demonizado.
A los famosos nada les preocupa más que la mala publicidad. Quizá a Portman le preocupara que ir a Israel en medio de las tensiones en Gaza permitiera a los detractores de Israel pintarla de forma negativa. Casi todos los artistas que van a Israel reciben presiones para boicotear al Estado judío, y los cobardes, como Lorde, ceden ante los antisemitas.
Al parecer, Portman no se esperaba el contragolpe de ser vinculada a la secta BDS. Tras las críticas generales, y quizá tras darse cuenta del regalo que estaba haciendo a los detractores de Israel de todo el mundo, Portman trató de explicar que no se estaba sumando al boicot.
“He decidido no asistir porque no quería que se entendiera como un apoyo a Benjamín Netanyahu, que iba a pronunciar un discurso en la ceremonia”, publicó en Instagram. “Como muchos israelíes y judíos de todo el mundo, puedo ser crítica con los líderes de Israel sin querer boicotear a todo el país. Aprecio a mis amigos y familiares israelíes, así como la comida, los libros, el arte, el cine y la danza israelíes”.
Las palabras de Portman llegaron un poco tarde y su comportamiento es inexcusable.
Al principio se reportó que estaba molesta por “los acontecimientos recientes”, presumiblemente en referencia a las protestas en Gaza. A diferencia de Portman, yo estaba en las inmediaciones de la Franja viendo cómo los terroristas de Hamás avanzaban hacia la frontera, con la intención de cruzar a Israel y asesinar judíos. Vi la contención mostrada por los soldados israelíes, que tomaron medidas de control de disturbios utilizadas en todo el mundo para dispersar a los manifestantes.
¿Qué querías que hiciese Israel, Natalie? ¿Crees que los israelíes tienen derecho a defenderse de una turba armada con cuchillos, pistolas y bombas? ¿Viste a los manifestantes pacíficos colocando artefactos explosivos improvisados a lo largo de la valla, o las cometas que volaban al otro lado de la frontera con dispositivos incendiarios para prender fuego a los cultivos? ¿Te has pronunciado contra la llamada explícita de los terroristas de Hamás a destruir tu patria, o contra su carta fundacional, que llama al asesinato de los judíos en todo el mundo?
Si Portman quiere criticar las políticas israelíes, nadie se lo impide. Pero que utilice al primer ministro israelí como excusa para no asistir a una gala en su honor refleja su incomprensión básica de Israel, y su desdén por la democracia.
Como ciudadana israelí, Portman tiene derecho a votar y a hacer campaña en Israel en contra de Netanyahu si no está de acuerdo con él. Pero usar su posición de actriz en Estados Unidos paradeslegitimar la opinión del pueblo israelí es imperdonable. Además, coincidir en un acto público con el primer ministro o incluso estrecharle la mano no mancillaría su reputación. Y si de verdad quisiera mantenerse firme en sus principios, podría haber utilizado la gala para dar su opinión. Nadie se lo habría impedido.
Me pregunto si se le ha ocurrido pensar que, si quisiera criticar al líder de Hamás o de la Autoridad Palestina en su presencia, iría a la cárcel o le pasaría algo peor. Si a Portman le preocupasen de verdad los derechos de los palestinos, estaría denunciando a sus líderes por negarles las libertades de expresión, asamblea y prensa. También estaría hablando contra la práctica generalizada de los asesinatos por honor contra palestinas inocentes por el mero hecho de tener novio.
Portman mostró asimismo una tremenda falta de sensibilidad hacia los soldados israelíes que están protegiendo su país cuando decidió no servir en el Ejército. No la juzgo por ello, pero sería agradable verla mostrar algún aprecio por los jóvenes héroes que visten el uniforme verde oliva y protegen a Israel de los planes genocidas de Hamás, Hezbolá, Irán y el ISIS.
Natalie estaba encantada de interpretar a una soldado que defendía al mundo en su última película. Pero la vida no es ficción, y debería ser magnánima en sus elogios a esos jóvenes israelíes que se juegan la piel para que los autobuses y guarderías israelíes no vuelen por los aires.
La fama conlleva una responsabilidad. Portman debería rectificar, aceptar el premio y dar el discurso que le parezca adecuado, incluido uno que cuestione públicamente la política del Gobierno israelí. Todo eso es compatible con el discurso democrático.
Pero al boicotear a Israel demoniza a su propio país, socava su democracia y se convierte en cómplice de sus implacables enemigos.
© Versión original (en inglés): The Algemeiner
© Versión en español: Revista El Medio
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