Por Israel


Defendemos un ideal no a un gobierno
Síguenos en Facebook Twitter Twitter YouTube RSS Feed
| sábado noviembre 23, 2024

BAMIDBAR-SHAVUOT 5778


B’H

En el Desierto del Sinaí, Di-s manda a realizar un censo de las doce tribus de Israel. Moshe cuenta 603.550 hombres de entre 20 y 60 años; la tribu de Leví es contada aparte, totalizando 22.300 hombres de un mes de edad en adelante. Los Levitas deben servir en el Santuario, reemplazando a los primogénitos, a cuyo número se aproximaban, por haber sido estos últimos descalificados por su participación en la idolatría del Becerro de Oro. Los 273 primogénitos que no tenían un Levita que los reemplace, debían pagar un “rescate” de cinco shekel para ser redimidos del servicio.

Cuando el pueblo levantaba su campamento para viajar, los tres clanes Levitas desmantelaban y transportaban el Santuario, para luego rearmarlo en el centro del próximo campamento. Luego erigían sus propias tiendas a su alrededor: los Kehatitas, quienes cargaban sobre sus hombros los utensilios del Santuario (el arca, la menorá, etc.) en sus coberturas especialmente diseñadas a tal efecto, acampaban en el sur; los Gershonitas, a cargo de los tapices y cortinas, al oeste; y las familias de Merarí, que transportaban los paneles de las paredes y los pilares, al norte. Frente a la entrada del Santuario, hacia el este, estaban las tiendas de Moshe, Aharón y sus hijos.

Más allá del círculo de los Levitas, las doce tribus acampaban en cuatro grupos de tres tribus cada uno. Hacia el este estaban las tribus de Iehuda (pob. 74.600), Isajar (54.400) y Zvulún (67.400); al sur Reubén (46,500), Shimón (59,300) y Gad (45,650); al oeste Efraím (40,500), Menashé (32,200) y Binamín (35,400); y al norte Dan (62,700), Asher (41,500) y Naftalí (53,400). Esta formación también era mantenida mientras viajaban. Cada tribu tenía su propio nasí (príncipe o líder), y su propia bandera con el color de la tribu y su emblema.

 

TODO DEPENDE DE NOSOTROS

Shavuot es la única festividad que no tiene una fecha específica en la Torá. Pesaj sabemos que es el 15 de Nisan, Rosh HaShaná el 1 de Tishrei, Iom Kipur el 10 de Tishrei, Sucot el 15 de Tishrei. Pero para Shavuot la Torá nos ordena contar siete semanas desde la salida de Egipto y en el día 50 debemos celebrar la festividad. ¿Por qué?

En Pesaj recordamos como Di-s nos liberó de Egipto y nuestro nacimiento como pueblo.

En Rosh HaShaná recordamos la creación del hombre por parte de Di-s y la coronación del Creador como Rey del universo.

En Iom Kipur recibimos el perdón Divino tras el pecado del Becerro de Oro.

En Sucot recordamos las Nubes de Gloria con que Di-s nos cubrió en el desierto.

Todas estas festividades tienen algo en común, todas tienen su origen en una acción llevada a cabo por Di-s, o sea, desde lo alto hacia este mundo.

Pero Shavuot se origina en una acción efectuada por nosotros, el contar los 49 días para, en el día 50, recibir la Torá.

¿Qué nos enseña esto? Que depende de nosotros el llegar al Monte Sinaí, que es nuestra tarea el recibir la Torá a través de nuestro esfuerzo por perfeccionarnos. Los 49 días de la cuenta son para limpiarnos, purificarnos de las impurezas de nuestro Egipto interior, elevarnos.

La libertad, el ser creados, el ser perdonados, las Nubes de Gloria, todo es un obsequio de Di-s para Su pueblo.

¡PERO RECIBIR LA TORA DEPENDE DE NOSOTROS!

 

¿Adquisición, regalo o herencia?

Por Yanki Tauber

 

Observa a tu alrededor y haz una lista mental de las cosas que son «tuyas»: tu marido o esposa; tus hijos; tu casa; tu trabajo; tu conocimiento; tu automóvil; tus medias; tus amigos; tu reputación… ¿Qué tienes? ¿Qué hace que sea «tuyo»?

Estas cosas difieren considerablemente de una persona a otra. También difiere el significado de la palabra «tuyo» de acuerdo a como es aplicado. De todos modos, toda ellas son «tus» pertenencias… ¿Cómo llegaste a poseerlas?

Ciertas cosas las has ganado. Otras las has pagado con dinero en efectivo, y otras con mucho esfuerzo. Quizás éstas sean las adquisiciones más valiosas para ti, pues en ellas has invertido toda tu energía.

Otras cosas las has recibido de regalo. Un nuevo automóvil, regalo de tus padres. Un hombre sabio con el que te has encontrado alguna vez y te enseñó algo que nunca hubieses podido deducir solo. Alguien te ama generosamente, más de lo que crees merecer ser amado. Quizás éstas sean las cosas más valiosas para ti, pues nunca podrías alcanzarlas solo. Todo esto está más allá de ti mismo; pertenecen a una realidad mayor. Con estas posesiones has transcendido tus propias limitaciones.

Finalmente, ciertas cosas son tuyas porque son inherentemente, intrínsecamente, tuyas. Por ejemplo: tu primogenitura, tu herencia. No has hecho nada para ganarlas y nadie te las dio. Solo las posees en virtud de quién eres y qué eres. Tu alma. Tu mente. Tus talentos innatos. Tu patria. Tus tradiciones.

Quizás a estas cosas no las valores tanto como valoras aquellas que has ganado con tu trabajo, esfuerzo, o que simplemente has recibido como regalo. Quizás no percibes una intensidad de deseo y esfuerzo por estos » simples regalos» de la vida. Pero éstos son más «tuyos» que cualquier otra posesión que tengas.

Tus capacidades fluctuarán de acuerdo a los altibajos de la vida, como aumenta o disminuye tu fuerza, tu habilidad mental y sensibilidad espiritual. Los regalos que recibes siempre dependerán de fuerzas más allá de tu control. Pero las cosas que son inherentemente tuyas serán tuyas en todas las circunstancias y bajo todas las condiciones. Aun cuando los rechaces y los repudies, ellos permanecerán en tu vida, irrevocablemente tuyos.

En el sexto día del mes hebreo de Sivan, en el año 2448 de la Creación (1313 a.e.c), la recién nacida nación de Israel se congregó al pie del Monte Sinaí para recibir la Torá de Di-s. Desde entonces, se hace referencia a este evento en el idioma de nuestras sabios como la «Entrega de la Torá» De hecho, la Torá misma se llama a si misma nuestro «regalo del desierto» (Números 21:18).

La Torá, sin embargo, también se describe como la «adquisición» de Israel (Proverbios 4:2), así como «la herencia de la congregación de Iaakov» (Deuteronomio 33:4).

¿Entonces, qué es, un regalo, una adquisición o una herencia?

La Torá es una adquisición para la cual nosotros debemos esforzarnos y trabajar para que se vuelva nuestra a través del estudio diligente y la observancia meticulosa. De esta manera, experimentamos el sentido más profundo de satisfacción que sólo un logro totalmente – adquirido puede traer.

La Torá es un regalo Divino, su sabiduría está por encima de lo que nuestros egos finitos podrían lograr. Como tal, despierta nuestros esfuerzos más trascendentales, nos eleva de nuestra temporalidad, haciéndonos mucho más infinitos de lo que somos.

Y la Torá es nuestra herencia, nuestra primogenitura. Como tal es siempre nuestra. Incluso cuando nosotros no la ganamos. Incluso cuando nos negamos a recibir el regalo que nos ha sido entregado. Pues la Torá es parte de nuestro ser. (www.es.chabad.org)

 

 
Comentarios

Aún no hay comentarios.

Deja un comentario

Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.

¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.