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| miércoles noviembre 27, 2024

Ante Un Nuevo Año Judío, Siempre Hacia Adelante


Tres generaciones junto al Muro de los Lamentos en Jerusalem. La cinta negra en el brazo del hombre que bendice a su hijo es parte de los «tfilin» que representan la conexión entre la razón, el corazón y la acción. Foto: Mark Nayman, GPO

Este domingo al anochecer, el pueblo judío celebró el comienzo de un nuevo año, en el que todos depositamos esperanzas a nivel personal, familiar, comunitario y nacional. En hebreo, el saludo tradicional como bien sabemos, es «Shaná Tová». Lo traducimos libremente como «feliz año nuevo», porque ese es el saludo al cambiar el almanaque gregoriano. Pero no es lo mismo. El tema no es semántico meramente, sino conceptual: se desea un buen año, no solamente un año feliz. Eso es literalmente lo que significa «shaná tová». Claro que la felicidad no le molesta a nadie. También eso nos deseamos. Pero un buen año es más que eso. Auguramos un buen año y no simplemente un año feliz, porque el tema no es simplemente estar contentos. El deseo es poder aprovechar el nuevo año para bien, optando cada uno marchar por caminos positivos. Por caminos buenos, como dice el saludo de «shaná tová».

El pueblo judío ha sabido a lo largo de la historia marchar por buenos caminos. A pesar del antisemitismo de siglos-que no sólo no ha desaparecido, aunque cambien sus principales exponentes, sino que en ciertos lugares levanta cabeza- el pueblo judío no bajó los brazos. Siguió siempre apostado por la vida. Aún de las tragedias del exilio de su tierra ancestral que llevó a la dispersión por todos los confines del mundo, el pueblo judío logró crear y dar vida. En diversos puntos del globo nacieron comunidades judías que siempre aportaron a los lugares de acogida, insertándose los judíos en la sociedad y enriqueciéndola con sus aportes en una gran variedad de campos de actividad.

Aunque por los procesos demográficos y de alejamiento de la práctica religiosa, hay no pocas predicciones pesimistas respecto a las colectividades judías fuera de Israel, y aunque en muchos casos son evidentemente más pequeñas que años atrás, sería muy alejado de la realidad hablar de decadencia comunitaria.
También en la colectividad judía uruguaya, como en tantas otras del mundo, hay una efervescente actividad de cara a las Altas Fiestas. En todas las comunidades ya están organizados para los rezos y las celebraciones conjuntas. Se siente que se acerca Rosh Hashaná (el nombre de la fiesta, Año Nuevo) y tanto religiosos como quienes no lo son, aguardan con emoción estas fechas.
Y como siempre sucede en la vida judía, esto va de la mano de campañas solidarias para los más necesitados, para hacer posible que todos puedan celebrar aún cuando sufren de apremios económicos. Hay iniciativas en grupos sociales y religiosos para aportar a quien no puede afrontar solo el gasto de una comida festiva.

De fondo, el secreto de todo esto, es la apuesta por la vida. Siempre hacia adelante. Ni siquiera la peor hecatombe de la historia judía, la Shoá, el Holocausto, acabó con ese constante aferrarse a la vida. Y acá, es ineludible destacar lo logrado por el Estado de Israel, la expresión de soberanía nacional judía en la tierra de sus antepasados.

En medio de la adversidad, aún lidiando con numerosos desafíos desde su propio nacimiento, no se dejó de avanzar. En realidad, ya antes de concretarse la independencia hace 70 años. El concepto inserto en el deseo de «shaná tová», siempre fue tomado en serio. Por eso ya antes de tener soberanía formal, el pueblo judío, en su tierra ancestral, ya tenía universidades y bibliotecas, había secado pantanos y comenzado a desarrollar una agricultura que llegaría a ser ejemplar. Y hoy, además del ejército más poderoso de la región-que no tuvo más remedio que desarrollar- también es la «start-up nation», con más emprendimientos registrados que todos los países de la Unión Europea y un ingreso per cápita promedio anual de entre 40 y 41 mil dólares.

Y lo principal, es solidario. Comparte sus conocimientos y avances con todo aquel que los necesite, atiende en sus hospitales también a hijos de pueblos con los que aún no ha llegado a la paz y aporta al desarrollo del mundo con su progreso tecnológico. Y sí, siempre en medio de la adversidad.

Las discusiones políticas, por cierto, lejos están de haberse acabado. Pero al cerrarse el año judío 5778, datos revelados por la Oficina Central de Estadística de Israel muestran también el lado positivo de las cosas.

De los casi 9 millones de habitantes que tiene hoy Israel (para ser exactos: 8.907.000, de ellos el 74.4% judíos, el 20.9% árabes y el resto de otras minorías), el 89% dicen estar generalmente satisfechos con sus vidas, aunque también hay quejas económicas y un 31% hasta sienten que luchan para llegar a fin de mes. La expectativa de vida en Israel es de las más altas del mundo, un promedio de 84.6 años para mujeres y 80.7 para hombres. En el último año del calendario hebreo, han llegado a Israel 25.000 nuevos inmigrantes de diferentes confines del mundo y han nacido 175.000 bebés. En Israel hay hoy 63 instituciones de educación superior con 313.000 estudiantes de todas las comunidades. Sus universidades tienen prestigio internacional y recientemente la Universidad Hebrea de Jerusalem y el Technion (Politécnico) de Haifa fueron incluidas en el ranking de las mejores 100 universidades del mundo.

Al llegar el nuevo año, el pueblo judío puede hoy, dondequiera que esté, celebrar en libertad. Es el momento para recordar, dado que no estamos solos en el mundo, que en muchas partes del globo, sigue habiendo quienes viven privados de libertad, sin poder ejercer su fe ni cumplir con sus tradiciones. En Medio Oriente, África y Asia, poblaciones enteras viven bajo una amenaza existencial, no sólo en condiciones paupérrimas sino en peligro de muerte por guerras religiosas, étnicas y nacionales. Y en el propio barrio latinoamericano, la tragedia de Venezuela se siente en el resto del continente, con verdaderos éxodos de ciudadanos que no tienen más remedio que dejar su país para poder seguir viviendo.

Es bueno que en estas fechas solemnes, en los que cada judío debe hacer el análisis de lo hecho y ver en qué mejorar en el año nuevo que comienza, podamos también mirar a nuestro alrededor. Y al mismo tiempo, es ineludible pensar ante todo en nuestros seres queridos, en los amigos enfermos a los que deseamos salud y pronta recuperación, en los familiares amados que ya no están y que al irse dejaron un vacío inconmensurable.

Permítaseme una nota personal.
Para mí, junto a la alegría de compartir la fiesta con todos los que se reunirán alrededor de una larguísima mesa en mi casa en Jerusalem, estará siempre presente la ausencia física de mi papá, de bendita memoria. Para mí, él siempre estará allí, en la cabecera, como en casa en Montevideo, con la cabeza cubierta con la kipá, el libro de las bendiciones en una mano, la copa de vino en la otra, y su hermosa y buena sonrisa, feliz al ver a la familia reunida en otro eslabón de continuidad.

¡Shaná Tová!

 
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