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| viernes noviembre 22, 2024

La ciencia se va de marcha


Sal Emergui

elmundo.es

 

«Muchas veces escuchamos que los científicos vivimos en una especie de torre de marfil. Ésta es la prueba de que no es cierto. Como profesores no podemos permitirnos el lujo de quedarnos en los laboratorios», explica el físico Daniel Zajfman, presidente del Instituto Weizmann de Ciencias antes de triunfar en la noche loca de Tel Aviv. 50 bares y pubs abrieron anoche las puertas a científicos y académicos israelíes para compartir una cerveza y escuchar teorías que no suelen estar asociadas a la música pop y la marcha juvenil.

Ante bellezas humanas de la naturaleza y hormonas aceleradas en la atmósfera del bar Radio E.P.G.B de Tel Aviv , Zajfman discursó sobre «ciencia, belleza y beneficio económico».

«Nuestro objetivo es transmitir al gran público lo que sabemos e investigamos sobre los secretos de la ciencia y naturaleza. Y como en los bares y lugares de ocio hay mucha gente pues aquí estamos», dice recordando que es la segunda vez que van de gira en la noche nocturna de Tel Aviv y que ya habían visitado los bares de Rehovot, la ciudad que alberga su prestigioso centro académico. «Ya no me sorprende la sed de curiosidad que vemos. Es increíble», concluye.

 Una charla sobre ciencia en un bar de Tel Aviv.

Sed de conocimientos y diversión en una noche en la que cada científico acudió a un bar o pub de la «ciudad que no duerme» para sorprender a los jóvenes que habían elegido la barra como líquida válvula de escape. Otros-una minoria- llegaron sólo porque su profesor o tutor admirado iba a «actuar» en el local. Por una vez, sin la formalidad de la clase o el rigor del telescopio. El maestro vestido de humano. La complejidad al desnudo.

Eso sí, no pudieron ver en esta ocasión a la que se considera científica más famosa del país. Estamos hablando de Ada Yonat, una de las estrellas del Weizmann y Premio Nobel de Química (2009). O «Miss Ribosoma» en el mundo juvenil y callejero. El máximo galardón no sólo hizo famosa a esta veterana mujer lejos su laboratorio (convertido en su hogar durante décadas) sino que permitió que muchos aprendieran términos como tan enigmáticos como el ribosoma.

  

El Instituto Weizmann de Rehovot está considerado uno de los líderes en el mundo en la investigación multidisciplinaria. Hace un año, fue elegido por la revista estadounidense The Scientist como «el mejor lugar para trabajar en un academia» fuera de Estados Unidos.

Su embrión, el Instituto de Investigación Daniel Sieff, fue creado en 1934 gracias a la donación de Israel y Rebecca Sieff. En noviembre de 1949, fue refundado con el nombre del científico y primer presidente de Israel, Chaim Weizmann.

Cuando se creó, el Dr. Weizmann contaba con sólo diez científicos. Hoy el centro dispone de un millar además de 1100 estudiantes de investigación y 220 investigadores postdoctorales. Sus cinco facultades (Matemáticas y Ciencias de la Informática, Física, Química, Bioquímica y Biología) están divididas en 17 departamentos científicos. Hoy en día, trabajan cerca de 250 grupos de investigación. «Dedicar tantas horas a un estudio puede parecer un sacrificio pero quien llega aqui se siente un privilegiado», nos dice uno de los jóvenes investigadores sin muchas ganas de hablar.

 Un laboratorio del Instituto Weizmann en Rehovot (Sal Emergui)

Y como estamos en tiempos de crisis y debate sobre donde colocar lo que poco que queda en las arcas, cabe decir que el presupuesto de esta productiva cantera cientifica asciende a 200 millones de dólares. Un tercio proviene del Estado y el resto de subvenciones de investigación y donaciones privadas.

Pero anoche no sólo los pubs de Tel Aviv acogieron conferencias de ciencia. La Universidad Ben Gurion de Beer Sheva (sur de Israel) organizó la noche del «Science Fest» en la que los jóvenes siguieron la lección entre cerveza y whisky. El bar Lola se llenó para escuchar la clase de la presidenta de la Universidad, profesora Rivka Carmi, sobre Genética.

Los científicos esperan que los jóvenes hayan captado la esencia de sus mensajes. Saben que el resto de la materia puede perderse en las capas del olvido debido a los misteriosos efectos del alcohol. Un fenómeno que merece ser estudiado y analizado en otra ronda de copas.

 
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