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| viernes noviembre 22, 2024

Antisemitismo en el mundo


Foto: IAN LANGSDON EFE

Sobrecoge ver que 75 años después de que los parisinos salieran a sus calles para celebrar la victoria sobre el nazismo lo tengan que hacer ahora para frenar el antisemitismo que les invade. Agresiones, pintadas en comercios y monumentos, profanaciones de tumbas… así hasta más de 500 actos antijudíos en el último año han llevado a movilizarse a políticos y sociedad civil francesa contra la oleada de odio y racismo hacia la comunidad masacrada durante la II Guerra Mundial. Que no sólo crece en Francia, también en la propia Alemania, en el Reino Unido, en Holanda, en Polonia, en Ucrania… Detrás de ello, no siempre los mismos referentes. Unas veces, las más, el propio crecimiento de la ultraderecha antisemita. Otras, la llegada de refugiados e inmigrantes de países islámicos. Suma también la izquierda radical antiisraelí y pro palestina. Pero, ¿de qué se alimentan?. Una reciente encuesta de la CNN afirmaba que uno de cada veinte europeos no sabía nada del Holocausto, la mitad decía saber algo pero no mucho y un 32% consideraba que los judíos lo utilizaban para mejorar su posición.

La Historia. Tan importante es no olvidar la Historia como negarla. No es que los judíos utilicen el intento de aniquilarlos, hace sólo siete décadas, para que nos compadezcamos de ellos, es que están obligados a recordárnoslo, a mantener viva la memoria. Cuando te quedas demudado tras visitar un campo de concentración o después de zigzaguear por la salas del Museo del Holocausto de Jerusalén, sabes que no hay victimismo, lo que hay son víctimas, millones de víctimas. Quien lo maquilla, quien lo niega, sólo intenta confundir, y con ello bendecir la mayor barbarie de la historia de la humanidad. Ser antisemita no es justificar el Holocausto, pero es innegable que una cosa llevó a la otra. La historiadora Deborah Lipstadt, demandada por difamación por el británico David Irving al que acusó de mentir con sus teorías negacionistas, tuvo que demostrar ante la Justicia británica que el holocausto existió. En la sentencia del famoso proceso el juez que la absolvió dejó claro que con esto no se juega: «Es mi conclusión que ningún historiador objetivo y sincero puede tener seriamente dudas de que hubo cámaras de gas en Auschwitz y de que se las hizo funcionar para asesinar a cientos de miles de judíos». La mentira no es excusa, pero la ignorancia tampoco.

Dijo Gandhi que «la Historia es el mejor maestro de los discípulos distraídos». En la vieja Europa andamos peligrosamente despistados y el odio ha encontrado rendijas por las que volver a colarse.

 
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