Asahel Shabo y su flamante esposa. (Foto: Gentileza Asahel Shabo
Recientemente Asahel culminó otra etapa en su carrera por la vida, al finalizar su segunda temporada en la destacada liga de Alemania para basquetbol paralímpico, como jugador en el Hamburg BG Baskets. Y hace dos semanas se casó, por lo cual tiene ahora muchas buenas noticias para compartir.
Recordamos la emoción con la que años atrás nos contó que lo habían contratado por primera vez para jugar en el Hamburg, la conciencia sobre lo singular que era para un israelí instalarse por varios meses en Alemania y ser parte de un seleccionado de dicho país. Desde entonces, ya está claro que puede resumir con términos superlativos y más que positivos esa experiencia, que al final fue de dos temporadas.
No deja de ser destacable que uno de sus mejores amigos en dicho marco, sea un jugador árabe con el que se entendió de maravillas. Cuando de contacto humano se trata, eso no tiene por qué sorprender. Pero cuando en medio del tema está un hombre joven que cuando tenía 9 años perdió en un ataque terrorista a su madre y tres de sus hermanos, además de una pierna, nada es sobreentendido.
Todo comenzó un oscuro jueves de noche, el 20 de junio del 2002, cuando miraba televisión con tres de sus hermanos en su casa en el asentamiento de Itamar y vio el horror de frente. Un terrorista entró a su casa, disparó a mansalva hacia ellos, mató a sus hermanos Neria (15), Tzvika (12) y Avishai (5) y luego a su madre Rajel cuando bajó del segundo piso al oir los disparos. Asahel simuló estar muerto y así sobrevivió, aunque perdió una pierna. El terrorista mató también a Iosi Tuito, un vecino que acudió corriendo a la casa al entender que algo estaba pasando.
Una de las hermanas de Asahel, Aviá, alcanzó a esconderse debajo de la cama en el segundo piso. Luego resultó herida durante el rescate. Los otros dos de los siete hermanos, Yariv y Atará, no estaban en la casa cuando el atentado. El padre, Boaz, se hallaba en camino a casa del trabajo y vio ante sus ojos el horror.
Tiempo después, la familia, lo que quedó, se mudó a Kedumim. En el 2007 su padre se volvió a casar con una mujer divorciada que tenía 5 hijos. Tiempo después, les nacieron trillizos, un simbolismo estremecedor.
Ahora, a pocos días de un nuevo aniversario de aquel atentado, y habiendo recibido de Asahel lindas fotos de su casamiento, le pedimos permiso para volver a publicar la entrevista que le realizamos tiempo atrás. Es una lección de vida que pone todo aquello por lo que uno se queja en la vida diaria, en la justa proporción.
Asahel trabaja hoy en el Centro Deportivo para lisiados en Ramat Gan.
Este es un resumen de la entrevista original.
P: Asahel, has sido víctima del terrorismo en carne propia pero no te permitiste sucumbir ante el sufrimiento. ¿Cómo explicarías tu historia?
R: Sinceramente yo lo llamo “de Shoá a renacimiento”. Claro está que no estoy comparando con la Shoá. Me refiero al hecho que cada uno puede tener su propio gran sufrimiento, cada uno puede lidiar con su gran dificultad. Hay que llegar al punto desde el que uno pueda crecer, volver a levantarse, fortalecerse y alcanzar lo mejor que pueda de sí mismo. Es cierto, yo viví algo muy duro y al final logré levantarme. Ese es para mí el mensaje más importante.
P: Y te refieres a algo que va más allá de la respuesta al terrorismo….a cualquier tipo de desafío.
R: Así es. Pueden ser varios los problemas, también dificultades con las que una persona lidia, que quizás para otra sean insignificantes. Por eso, cuando yo doy conferencias, no doy a entender que lo que yo pasé en el atentado contra mi familia fue mucho peor que lo que otros pueden sufrir. Nunca hay que subestimar la dificultad con la que cada persona se enfrenta. Lo que cuenta es el mensaje, el transmitir a quienes me escuchan, que todos podemos levantarnos después de algo muy duro. Yo logré hacerlo después del atentado y aliento a los demás a saber que pueden hacerlo después de sus respectivas dificultades.
P: Aunque tú no quieras hacer comparaciones, es indudable que lo que tú pasaste fue algo especialmente duro y poco común. Perdiste a tu mamá, tres hermanos, perdiste una pierna. Tenías sólo 9 años cuando el atentado. Imagino que recuerdas todo en detalle.
R: Lo recuerdo muy bien. Tenía 9 años. Estábamos en casa, en Itamar, un jueves a las 22.00. mirando una película en la tele. De repente entró un terrorista. No lo oímos acercarse. Se paró en la puerta de la pieza en la que yo estaba con mis tres hermanos y empezó a acribillarnos.
P: ¿Dijo algo?
R: Nada. Sólo disparaba sin cesar. Yo estaba sentado en el suelo. Mi hermano menor Avishai estaba a mi derecha, cerca de la puerta, y los otros dos, Neria y Tzvika, estaban en la cama detrás de mí. El terrorista los mató a los tres. Yo simulé estar muerto y fue por eso que sobreviví al atentado. Cuando mi mamá bajo por las escaleras, la asesinó también a ella. Mi hermana, que estaba arriba, oyó los disparos y se escondió debajo de la cama, por lo cual el terrorista no la vio. Más tarde, el ejército la rescató. Llevó dos horas lograr eliminar al terrorista. De hecho, la casa ardió en llamas, se quemó.
El terrorista también mató a mi vecino que estaba en el grupo de alerta de seguridad de nuestra comunidad y que corrió a la casa cuando oyó los disparos. El terrorista lo vio por la ventana y lo mató.
P: ¿Cómo es que la casa se incendió?
R: Es que el terrorista también tiró granadas. Estallaron las garrafas de gas. Al final el terrorista se tiró del segundo piso de la casa, y lo mataron.
P: Y todo este tiempo, tú simulabas estar muerto, imagino que sangrando, ya que el hecho es que perdiste una pierna.
R: Así es. Cuando los soldados me sacaron también pensaron que yo estaba muerto. Me colocaron sobre una camilla fuera de la casa y como sentí viento y ruidos, entendí que ya no estoy adentro de la casa. Abrí los ojos y grité a los soldados que me ayuden. Me llevaron a una base cercana y de allí me trasladaron en helicóptero al hospital, donde me operaron. Como habían estallado dos granadas a mi lado, en la operación me sacaron cerca de 200 esquirlas. Me quedaron cuatro en el cuerpo. Estuve cinco días dormido y con respirador y al despertarme, comencé el proceso de rehabilitación, tanto físico como emocional.
P: Nada fácil supongo.
R: En absoluto. Nada fácil. Estuve un año y 8 meses en el hospital, un largo proceso.
P: Asahel, me es difícil hasta imaginarlo. Estás allí tirado en el suelo de la pieza, simulas estar muerto para que no te siga disparando, estás sangrando….¿qué te pasa por la cabeza en esos momentos?
R: Todo tipo de dilemas. Quería correr a atender el teléfono que sonaba y decir que preciso ayuda, no sabía si intentar saltar por la ventana para salvarme ya que oía que había soldados afuera y pensé que quizás puedo pedir socorro. Pero al final decidí no moverme. Muchos pensamientos me pasaron por la mente. Uno intenta entender exactamente dónde está el terrorista en cada momento. Prestar atención a los ruidos. Y uno también piensa cómo sobrevivir. Cuando abrí por un segundo los ojos, vi el televisor partido en dos y entendí que no llegaría a ningún lado. Pensé que pasará lo que tenga que pasar…y que quizás ya no salgo vivo de ahí.
P: ¿Cuándo entendiste que habías perdido a tu mamá y tres de tus hermanos?
R: Te diré que recién en el hospital, al despertarme, capté que había perdido a mi mamá y mis hermanos. Durante el atentado mismo lo que sentía eran los dolores. No sentía dolor en la pierna sino en la espalda. Pero cuando me contaron en el hospital quién había mue
rto y quién había sobrevivido, ahí sentí que el techo se me caía encima. Así nomás. No tengo mamá, no tengo a mis tres hermanos, levanto la frazada y entiendo que tampoco tengo una de mis dos piernas. Fue una bofetada impresionante, me cerré totalmente, me convertí en un niño absolutamente cerrado e introvertido. Durante el primer medio año en el hospital, no hablaba con nadie. Solamente con mi padre. Y precisaba tiempo para rehabilitarme.
ENTRE REHABILITACIÓN Y MEMORIA
P: De allí llegaste al deporte.
R: Así es. Esa fue mi forma de salir adelante. Al principio me dijeron que es sano, que tiene una faceta clara de rehabilitación. Cuando empecé a nadar, me gustó, lo tomé como algo competitivo y empecé a nadar de forma mucho más profesional. Durante 8 años me dediqué a la natación. Batí un record israelí en natación paralímpica. Y hace 7 años pasé al basquetbol. Fue justo cuando terminé el liceo. Sentí que quiero cambiar de rubro, de cambiar de ambiente, de dejar todo mi pasado atrás, en el agua, y hallar un nuevo marco. Desde entonces, basquetbol. Estoy muy feliz con ello.
P: Aunque ahora estés tan pleno con lo que haces, me atrevo a preguntarte si acaso es posible salir totalmente de una situación tan dura como la que viviste.
R: No, en absoluto. Pasaron ya muchos años desde el atentado y puedo asegurar que aún cargo con cosas relacionadas a él. No es posible salir de eso totalmente. Es algo con lo que uno aprende a vivir. Ante todo, todos los días, cuando me levanto, tengo el recordatorio: me falta una pierna. O sea que eso ya impide una plena rehabilitación emocional. Es algo que se recuerda siempre. Y te falta alguien con quien creciste, hermanos, tu madre que te crió. Se aprende a vivir con eso, pero no se hace paz con eso jamás.
P: No es un vacío que se pueda llenar…
R: Para nada. Durante mucho tiempo quise que mi padre tenga alguien que le llene el vacío.
Hace dos semanas Asahel se casó con su compañera Isabella, pero hasta hace unos años, vivía solo, como respuesta a su necesidad de probarse a sí mismo que no tiene que depender de los demás. “Entendí que no tengo que buscar todo el tiempo que llegue alguien que llene el vacío que se creó. Entendí que quería llenarlo yo mismo de contenido”, nos dijo en su momento. “ Si no, uno no puede seguir viviendo. Y durante mucho tiempo eso me había perjudicado, me dañó en los estudios, en m vida en general, porque de muchacho jovencito era muy dependiente. Y entendí que por no tener madre o porque me falte una pierna, no necesariamente quiere decir que soy un pobrecito que no puede hacer lo que quiere, o que soy débil. Puedo hacer lo que quiero, puedo ser independiente. Es sólo cuestión de actitud ante la vida. Cuando lo entendí, decidí que no dependeré más de mi pasado, sino que a partir de él, voy a crecer. Fue el comienzo del cambio, lo que me permitió hacer un vuelco en mi actitud”.
P: Eso significa que empezaste a buscar las fuerzas en tu fuero íntimo.
R: Sin duda. Y ahí descubrí en mí cosas que no había visto antes, en mi forma de relacionarme con la gente, con chicas y con la gente en general. Eran cosas que había escondido en un rincón. Entendí que puedo salir adelante y ser independiente. En un mes saqué libreta de conducir, trabajaba en Tel Aviv, iba solo. Empecé a ahorrar dinero y vi que me podía permitir comprarme lo que necesitaba. Y el poder desplazarme me dio una gran sensación de independencia. Entendí que si quiero algo, pues lo hago.
P: ¿Y cómo se maniobra entre la fuerza que te impulsa a ser independiente-y aquí estamos en tu departamento, donde vives solo- y la necesidad que estimo aún tienes de sentir ambiente de familia?
R: El límite es muy fino y delicado. Viajo a lo de mi familia en Kedumim, o sea a mi papá y su esposa y los chicos, especialmente en shabat. Me es muy importante estar con papá en shabat. Durante la semana estoy acá en el centro de Ramat Gan, voy a Tel Aviv, tengo cosas, trámites, trabajo, amigos, encuentros, todo el tiempo estoy ocupado. Y en shabat, es tiempo valioso con la familia. Creo que es la combinación ideal. Lo disfruto mucho. Me desconecto de todo durante 24 horas, sin teléfono, nada. Silencio, calma. Sólo oigo a los pajaritos. Hallé un buen equilibrio que me permite independencia ya que hace ya unos años que vivo solo, y también estar con la familia.
P: En la práctica, el vivir solo determinó por cierto que en la vida diaria haces tus cosas por ti mismo. Pero lo primero tiene que haber sido tomar la decisión de que así será.
R: Exacto. Ese es el punto. Recuerdo cuando estando en el liceo en determinado momento me dije: “basta de tenerme lástima a mí mismo, basta de ser dependiente de los demás”. Y cuando me mudé a vivir solo hace algo más de tres años, fue otro salto, vi que puedo hacer lo que yo considero que es bueno para mí, hacerlo solo, depender solo de mí mismo. Fue una gran cosa.
P: Me pregunto si paralelamente a la satisfacción que tendrán tu papá, tus dos hermanas y tu hermano de ver lo que has podido lograr, no necesitarán también poder mimarte un poco…
R: Creo que ya no. Es que mi familia actual no es común y corriente. Se formó de la unión entre dos familias destrozadas. Es una dinámica distinta. De todos modos, te diré que mi papá me llama todos los días a ver cómo estoy y con esto del viaje a jugar en la liga nacional paralímpica en Alemania, está sumamente orgulloso y feliz por mí. El me acompañó en todo el difícil proceso que pasé, me llevó al sicólogo y luego a los entrenamientos y competencias. Y luego de todo eso, ve que su hijo se levanta, se independiza y tiene motivos para estar contento.
BOAZ SHABO, EL PADRE, UNA NUEVA OPORTUNIDAD
: Hablamos de tu papa y me cuesta imaginar cómo se habrá sentido en aquella noche del atentado al llegar de vuelta a casa y toparse con ese infierno que le había destrozado su mundo.
R: Así es. Él estaba en camino de regreso a casa del trabajo y rápidamente entendió que la casa atacada era la suya, su familia. Te diré que hemos hablado poco de eso. Es como que dimos un paso hacia atrás durante mucho tiempo. Recién en los últimos dos o tres años hemos podido tocar el tema. Sé que sintió una gran impotencia. Imagínate la situación. Llega, ve de afuera la casa quemada, en llamas, su esposa y sus hijos adentro y él no puede hacer nada. Es terrible. Así me dijo: “Yo quería entrar, quería entrar y matar yo mismo al terrorista”. Pero los soldados no le permitieron. Creo que la situación en la que estaba mi padre no podía ser peor. Después él tuvo que identificar quién había muerto, quién había quedado con vida. ¡Tuvo que ver los cuerpos de sus hijos! No debe haber ninguna experiencia peor.
Intento ponerme en su lugar y siento que yo no habría podido pasarlo.
También hay que recordar que mi papá no tuvo ni tiempo de hacer su duelo. Un día después del atentado, tenía que ocuparse de cuatro hijos que le quedaban, a los que lo único que le quedaba en la vida era él. No podía caer, casi ni shiva pudo hacer normalmente. Corría del hospital en el que yo estaba internado al hospital en el que estaba mi hermana. La que se había escondido debajo de la cama. Le pegó una bala en el vientre durante el rescate. Por suerte salió bastante rápido del hospital.
P: Tu papá volvió a casarse. ¿Cómo lo viviste tú?
R: Se volvió a casar en el 2007. Su esposa tenía 5 hijos de un matrimonio anterior y juntos también tuvieron trillizos , dos niñas y un varón que hoy tienen 7 años.
P: ¿Cómo lidias tú con esta situación?
R: Estoy bien con eso, tenemos buena relación. Al principio, la verdad, fue difícil. Me enojó que se haya vuelto a casar, aunque mucho tiempo quise que alguien llene el vacío que había dejado mi mamá. Siempre me falta mi mamá y seguramente perdí muchas cosas en el camino por el hecho que ella ya no está. Tampoco tengo a los hermanos con los que crecí. Pero aprendí a vivir con eso.
La verdad es que mi hermana me ayudó a ver las cosas de otra forma. Recuerdo hasta ahora una frase que me dijo: “Entiendo que estés enojado y decepcionado de que papá se case, pero hay que pensar también que dentro de unos años ninguno de nosotros vivirá ya en casa y entonces papá estará solo. Y cuando esté solo, no podrá lidiar con las cosas como quisieras. Ahora tiene la oportunidad de no estar solo, de tener alguien que lo acompañe y lo ayude. Será su esposa, no la tuya”. Entendí que tenía razón. De todos modos, mis reservas no eran por ella en lo personal sino por la situación en sí. Y sentí con claridad que yo tampoco quería que papá se quede solo y cuando ya no estemos en casa se deprima y decaiga. Y no importaba si su nueva esposa no era ideal. En realidad, entendí que ninguna iba a ser ideal.
P: Porque ninguna es tu mamá.
R: Exactamente. Y tal como dijo mi hermana, unos años después me independicé y me mudé a vivir solo. También mis tres hermanos mayores se fueron porque están casados, tengo en total 9 sobrinos, lo cual me encanta. Y puedo disfrutarlo, al haber cambiado de actitud, de encare. No lo cambié a mi papá ni a su esposa. Pero sé todo lo que él hizo siempre por nosotros y no quiero que él esté solo y mal. Lo más grande es cuando uno puede cambiar de enfoque, ve las cosas de otra forma, y de ahí puede avanzar.
P: Ese es el análisis racional. Pero desde un punto de vista emocional ¿te ayudó verlo después feliz nuevamente, pudiendo disfrutar de cosas de la vida, saber que nuevamente puede amar?
R: Sí, por supuesto. Me hizo bien verlo bien, ver que le había vuelto la sonrisa al rostro. Y cuando les nacieron trillizos, estaba feliz.
P: Muy fuerte el simbolismo…trillizos. Impresionante.
R: Absolutamente. Y pude ver a papá como en los buenos tiempos. Estamos felices por él..
ASAHEL Y LOS ÁRABES
P: Asahel, el atentado fue cuando ustedes vivían en Itamar, un lugar que se halla en el medio de una gran polémica dentro de Israel porque la presencia misma de Israel en esa zona es discutida. ¿El atentado incidió en algo en tu visión respecto al tema de guerra o paz, de las relaciones con los árabes y el futuro de Israel?
R: Es una pregunta excelente. Yo no odio a los árabes y en mi equipo de basquetbol de Ramat Gan mis mejores amigos son musulmanes. Hay un muchacho de Jaljulya, muy amigo mío. También un árabe cristiano de Iafo. Hay no pocos árabes en el equipo. Uno de los musulmanes es también mi compañero de pieza cuando viajamos a torneos al exterior. Yo pedí que estemos juntos. Somos los mejores amigos. Es un gran muchacho.
En términos políticos generales, no creo que vaya a haber paz sino más que nada un alto el fuego.
P: ¿No crees que se pueda llegar a la paz?
R: La paz es un alto fuego por tiempo ilimitado. Yo creo que lo principal es empezar desde abajo, educando. Creo que es posible. Ya estuvimos en esa situación. Me acuerdo que cuando yo era niño, antes del atentado, viajábamos desde Itamar a mi escuela en Elon More, pasando por Nablus, comíamos allí humus. Teníamos muy buenas relaciones con la gente. Cuando empezó la intifada, todo cambió. Los árabes de mayor edad lo recuerdan bien, saben que su situación era mucho mejor antes. Y saben que vivían mucho mejor antes de la llegada de la Autoridad Palestina. Yo estoy segura que preferirían volver a aquellos días. Creo que en ambas partes hay gente que quiere volver atrás. El problema es la falta de liderazgo. A mi criterio, tanto de ellos como de nuestro lado.
EL MENSAJE FORTALECEDOR
P: En los últimos años una de las facetas de tu actividad son las conferencias en las que transmitís tu mensaje, que es una enseñanza de vida. ¿Qué más has estado haciendo?
R: Terminé mi primer título en Educación Física en el Instituto Wingate.Y quiero llegar a ser de los mejores jugadores de basquetbol paralímpico del mundo.
P: El cielo es el límite para ti.
R: Así es.
P: ¿Cómo se estudia Educación Física con una pierna?
R: Como se estudia con dos. Hice las adaptaciones necesarias. En basquetbol no tengo problema, tampoco en natación…Fútbol es con muletas…no tuve problemas.
P: ¿Pero estás hablando de estudios para deporte paralímpico?
R: No, yo estudié con todos. Simplemente en las materias físicas propiamente dichas, encontré con cada docente la forma de hacer las adaptaciones necesarias. Pero la mayor parte de las materias son de sentarse a estudiar, sobre cómo enseñar, cómo funciona el cuerpo humano, psicología y educación. Son cosas que no tienen nada que ver con el hecho que me falta una pierna.
P: ¿Alguien se manifestó sorprendido al verte ahí?
R: Sí. Una de mis profesoras me dijo que no quería realmente que estudie con ella, que no entendía por qué había elegido educación física y que no me quiere en sus clases. En el momento me fui, pero la dirección me mandó llamar, me devolvió y la amonestó a ella. Después hicimos muy buena conexión y en realidad, fui su alumno más destacado. Y ella se disculpó.
P: Y el valor agregado de todo esto, el valor central, es que si tú sentís que eres capaz de hacer algo, no vas a dejar que otros te digan que no…
R: Exacto. Mi actitud ante la vida hoy es que cada uno depende de sí mismo. Hay gente que siempre busca explicaciones para lo que no hace, que si hubiera venido de una familia con dinero, que si hubiera tenido una casa más estable, que si hubiera tenido cuatro piernas…cualquier cosa. Pero yo no creo en eso. Creo que si uno quiere lograr algo, pues que trabaje duro y lo logrará. No hay que esperar que otros vengan a hacerlo por ti. Si uno espera a otros, no avanza. Mi lema es que si uno quiere algo, tiene que salir a conseguirlo.
Si bien mi padre me apoyó en los estudios, yo crecí en un hogar en Samaria, no en las mejores escuelas de Tel Aviv, crecí en un lugar menos bueno, pero eso no significa que no pueda alcanzar mis metas sino que tengo que esforzarme para ellas. Terminé bien la secundaria, pasé todos los exámenes, hice el primer título, voy a hacer segundo título. Es simplemente cuestión de voluntad.
P: ¿En qué has trabajado?
R: El último año, antes del viaje a Alemania, trabajé como profesor de educación física en una escuela primaria y lo disfruté mucho. También fui entrenador de basquetbol y natación de alumnos de entre 1° de escuela y 2° de liceo.
P: Los niños suelen ser muy directos, muy especialmente los niños israelíes. ¿No te hicieron preguntas sobre lo que te había pasado?
R: Les conté en la primera clase lo que había pasado. Hablamos del tema. Les contesté a todas sus preguntas. Les dije “chicos, pregunten todo lo que quieran ahora en la primera clase. Después, nos ponemos a trabajar”. Sentí que tuve el privilegio de poder transmitir a la nueva generación lo que a mí me parece es el mensaje central .Y además, sentí que me miraban con admiración pero lo central en eso era que entiendan que cada uno puede alcanzar lo que se propone. Que sepa un niño quizás un poco gordito, que también puede. No sólo en deportes. Creo que eso les influyó mucho. Varios alumnos me escribieron cartas a fin de año sobre lo que habían aprendido de mí. Y sobre cómo eso cambió su actitud ante otros, que aprendieron a valorarse unos a otros mejor . Creo que mi presencia misma allí les enseñó eso.Y para mí fue un gran privilegio.
P: Y para mí lo ha sido conocerte a ti.
R: Muchas gracias.
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