“Existe una conspiración de Estados Unidos e Israel para acabar con la causa palestina”. Esta es la acusación que desde meses atrás voceros de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) han pronunciado en diversos foros y medios de comunicación: lo han repetido desde su Presidente Mahmoud Abbas, hasta su recientemente nombrado Primer Ministro, Mohammed Shtayyeh.
¿Cuál es la causa palestina que defienden los dirigentes de la ANP y cuál es la conspiración que denuncian? Hablemos primero de la conspiración.
Desde el inicio de su mandato, Donald Trump nombró a Jason Greenblatt y Jared Kushner como responsables de desarrollar un plan de paz para, una vez más, intentar dar por terminado el conflicto israelí-palestino. A este plan la administración Trump lo ha llamado “El Acuerdo del Siglo”.
Sin entrar en detalles, la propuesta tiene, a mi entender, dos ejes principales: establecer el compromiso de los principales países de la región para lograr el acuerdo y, por otra parte, minimizar los escollos que impidieron llegar a acuerdos anteriormente.
En las negociaciones de Camp David de julio de 2000 -auspiciadas por el entonces presidente Bill Clinton- Ehud Barak, el entonces Primer Ministro de Israel, propuso una solución territorial en firme (que incluía la partición de Jerusalén) para la creación del Estado Palestino, y ésta fue rechazada debido a que, según testimonio de Clinton, Yasser Arafat aseveró que la propuesta no solucionaba la situación de los “refugiados” y su derecho al retorno.
Dicho en otras palabras: Arafat deseaba que se crease el Estado Palestino, pero que los entonces casi cuatro millones de refugiados, según la descripción de la UNRWA, se volviesen ciudadanos israelíes si así lo deseaban. Es decir, Arafat pretendía no solo la creación de un Estado Palestino, sino dos estados con mayoría árabe a medio plazo.
La descripción de refugiado palestino de la UNRWA (la cual fue creada para durar un año y ya cumplió 69 de actividad) ha perpetuado su estatus de refugiado y además, como caso único en el mundo, lo ha vuelto hereditario, contraviniendo todos los tratados internacionales sobre los refugiados. Por ello, en lugar de haber sido una solución, ha sido un multiplicador del padecimiento de una buena parte de árabes palestinos, que por cuarta o quinta generación, siguen viviendo en campos de refugiados en países árabes sin que tengan derecho a la nacionalidad del país donde nacieron.
Ante esto, la administración Trump ha cortado los fondos que transfería a la UNRWA y ha declarado que por refugiado palestino se deberá contabilizar únicamente a aquellos que se circunscriban como tales según el derecho internacional, y no según la descripción de la UNRWA. De esta manera, los refugiados palestinos no superarían los cien mil, según varias estimaciones.
Otro de los escollos con el cual las negociaciones anteriores se toparon fue la división de Jerusalén. En este sentido, la administración Trump parece haber dado un claro mensaje cuando trasladó su embajada a Jerusalén y al haber cerrado su consulado en Jerusalén del Este. Jerusalén como capital para dos estados quedaría fuera de discusión.
Sin embargo, la mayor “amenaza” a la “causa palestina” viene del giro que han dado los principales actores de Medio Oriente con respecto a su postura tradicional frente al conflicto israelí-palestino Trump, junto a su equipo encabezado por Greenblatt/Kushner, ha entendido que sin el apoyo de los principales actores de la región, ningún acuerdo sería viable a largo plazo.
En estos dos últimos años, Greenblatt y Kushner han recorrido intensamente la región buscando convencer a los países claves para que comprometan su apoyo a esta nueva propuesta.
Además de las múltiples declaraciones de dirigentes y líderes de varios países de la región, con las cuales han dejado entrever su apoyo o al menos su favorable expectativa al nuevo plan, la más importante muestra de interés en el plan Trump ha sido la asistencia de más de setenta delegaciones de países y organismos internacionales al Taller “Paz para la Prosperidad”, convocado en Bahréin entre el 25 y 26 de junio pasado.
Entre los más importantes asistentes estuvieron las delegaciones de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Egipto, Marruecos, Qatar, FMI, etc.
A partir del desarrollo de este Taller y la asistencia de representantes de las principales potencias de la región, la dirigencia palestina ha hecho airadas declaraciones y con mayor fuerza ha denunciado la mencionada “conspiración” contra la “causa palestina”.
Me referiré ahora a la “causa palestina” defendida por la dirigencia de la ANP. El ente fue fundado a raíz de los tratados de Oslo de 1993, en los cuales se conformó y reconoció a la ANP como legítima representante de los árabes palestinos y a la cual le fueron encomendadas las tareas de administrar los territorios asignados bajo su responsabilidad, así como de liderar el proceso para llegar al establecimiento del Estado Palestino.
Esta dirigencia, lastimosamente, “no ha perdido la oportunidad de perder una oportunidad”. No solo que no frenaron a los grupos violentos, como se comprometieron en los Tratados de Oslo y para lo cual fueron armados y entrenados tanto por Estados Unidos como por Israel, sino que alentaron a las organizaciones terroristas y las utilizaron cada vez que querían presionar a Israel o alejarse de las negociaciones, tal como sucedió con el estallido de la Segunda Intifada.
No solo que en el sistema educativo palestino y en todos los medios de comunicación bajo su responsabilidad se demonizan tanto al estado de Israel como al pueblo judío, sino que además, la ANP ha establecido un sistema de pensiones vitalicias para todo aquel que ejecute y/o planifique con éxito atentados terroristas contra civiles israelíes y producto de lo cual sea recluido en una cárcel israelí.
Mientras más años reciba como condena, es decir, mientras más violento y sanguinario haya sido el atentado, más alta será la pensión vitalicia para el perpetrador y su familia. Para este sistema de pensiones del terror, se estima que la ANP destina aproximadamente trescientos millones de dólares anualmente, un 7% de su presupuesto anual.
Los terroristas que mueran en atentados serán merecedores de múltiples actos conmemorativos así como de monumentos, estatuas y que sus nombres estén en calles, plazas, escuelas, estadios, etc. Con lo que serán “honrados” y recordados permanentemente por haber servido a la “causa palestina”.
Esta es la verdadera “causa palestina” contra la que Israel, Estados Unidos y cada vez más países árabes y musulmanes están “conspirando” para cambiar. Es decir, están buscando que el pueblo árabe palestino abandone el camino de la violencia y deje de lado su pretensión de destruir Israel y se centre en la opción de sentarse a la mesa de negociaciones, para encontrar un futuro de oportunidades sociales y económicas para que su sociedad progrese junto a un vecino, al cual no llegarán a amar pero, junto a quien deberán convivir civilizadamente y cooperar en la búsqueda de su bienestar.
Ahora le corresponde al resto de actores mundiales sumarse a esta “conspiración”, para que en un futuro próximo la dirigencia árabe palestina entienda que el camino de la violencia no la llevará a ningún lado y que únicamente la convivencia pacífica y tolerante le llevará a alcanzar la anhelada dignidad para el pueblo que representan.
Camilo Torres Perl – Director de Política y Comunicación de Israel Sin Fronteras
Si de conspirar se tráta, ninguno mas cualificado que Abbas y sus adláteres, maestros todos ellos en el «árte» de engañar, y manipular a gran escala a todos aquellos que a ello se presten …
Hablar a estas alturas de «conspiracion contra la causa palestina» mueve a risa o indignacion segun los casos, tras décadas de favores y parabienes hacia sus lideres, los cuales en todo este tiempo, apenas han sido capaces de otra cosa, que de adoctrinar en el ódio a Israel, sobornar, corromper, incentivar la violencia, y abocar a la poblacion, a un camino sin salida, hecho de desesperacion y ausencia de espectativas …
Sonroja que a estas alturas, muchos en occidente sigan prestándose a hacérles el juego, cuando la desfachatez y la ignomínia resultan tan obvias y continuas …