La asamblea general de Naciones Unidas debía reunirse la semana pasada para elegir nuevos miembros del Consejo de Derechos Humanos de la Organización.
Las democracias fueron otra vez derrotadas y hoy en ese Consejo que desde el punto de vista jurídico y ejecutivo es un nombre perdido en el espacio, se sientan con sonrisas muy parecidas a las que tenían gobernantes dictatoriales europeos en la década del 30,dictaduras como Venezuela, Mauritania y Sudán. Mauritania, un país con esclavitud. Venezuela, una satrapía que ha asesinado, según cifras de la propia ONU, más de 7 mil opositores a su régimen.
Los que se indignan tiene razón pero cada vez son más débiles, o peor, más indiferentes. Venezuela ha llegado al Consejo de DDHH para escudarse allí de sus delitos y violaciones a todos los derechos humanos sin exclusión de ninguna acción denigratoria, por el respaldo genérico de los llamados Países No Alineados, por los favores de promesas de votos que se ha comprometido para lograr su asiento, pero fundamentalmente por el apoyo irrestricto que tiene de una de las potencias con derecho a veto, Rusia, y por el trabajo de lobby de Cuba para comprometer votos y favores.
No hay siquiera que ser un analista político profesional para saber esto, basta con ir al recinto de la Asamblea General y escuchar lo que dicen los representantes de los Estados sobre el porqué de sus votos. No se oculta nada. No hay necesidad. Los sillones son cómodos y la burocracia acata y levanta la mano sin pensar en nada mientras les llegan las órdenes desde las sedes de sus gobiernos Así de triste, así de trágico es el panorama de lo que se ha convertido el organismo que se creó en 1948 con el objetivo de lograr la paz y el respeto por la Carta de Derechos Humanos.
El documento de ONU sobre Venezuela de hace muy pocas semanas y que ya comentamos en nuestra columna de Radio Jai, además de denunciar más de 7 mil ejecuciones,
también lo hace con las miles de detenciones arbitrarias y sin juicio, y establece que el Estado venezolano no cumple con garantizar los derechos a la alimentación y a la atención sanitaria, destacando que los hospitales carecen de personal, suministros, medicamentos y electricidad.
El informe fue elaborado por solicitud del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, órgano que apenas hace tres semanas aprobó establecer una misión internacional independiente que investigue las denuncias. Venezuela rechazó el informe, insultó a la Comisionada de DDHH Michelle Bachelet y dijo públicamente que no permitirá investigación alguna.
No pasó ni un mes, y Venezuela está sentada en el Consejo de DDHH. ¿Contradicción? No,para nada. Bachelet y todos los miembros de ONU (no sólo su Comisión) saben que el informe es cierto. Pero los intereses políticos están muy por encima de condenar dictaduras. Rusia ejerce su poder, Estados Unidos critica las decisiones pero hace rato que se fue del Consejo de DDHH, por lo que habla a distancia, China hace negocios con Venezuela, y las democracias reales, serias, y que quisieron impedir la aberración que un régimen brutal tuviera semejante premio , quedaron en minoría.
Cuando existía la Liga de las Naciones, y no estamos haciendo comparaciones porque los tiempos tienen un abismo de distancia, pasaba lo mismo. Las democracias cedieron ante las avasalladoras dictaduras de principios del siglo veinte, se terminó la Liga de las Naciones y llegó una gran guerra.
Hoy la ONU no va a desaparecer porque es la pantalla ideal para maniobras políticas de todo tipo que no interesan a nadie en el mundo, salvo a los que trabajan en los lujosos edificios de la Organización, que a veces hacen informes para llenar medios de difusión y entretener a las redes sociales, y siguen sin problemas con las guerras, no una, varias. Siria, Yemen, Timor, Sudán, y las dictaduras que masacran a sus propios ciudadanos.
El mismo día que 105 países votaron por Venezuela para el Consejo de DDHH, Edmundo Rada, un dirigente de Voluntad Popular en el sector popular de Petare (Caracas), fue encontrado muerto.
De 42 años, fue concejal y mantenía el liderazgo en la zona. Después de estar 24 horas desaparecido, su cuerpo fue encontrado en una carretera de Petare con un impacto de bala en la cabeza y carbonizado. Había sido ejecutado.
Guaidó declaró textualmente: “El mismo día que la ONU permite que la dictadura de Maduro se siente en una silla bañada de sangre por las violaciones de derechos humanos, asesinan a Edmundo Rada. Tenemos información de que el mismo día que desapareció lo empezaron a buscar las FAES (Fuerza de Acciones Especiales de la Policía Nacional Bolivariana), el grupo de exterminio que la Alta Comisionada para los derechos humanos de la ONU recomendó disolver. A Edmundo lo mataron porque era un líder de un sector popular, como ocurrió a principios de 2019 con más de 70 que mató la FAES por protestar en los barrios”.
Las alianzas y sociedades que se han ido tejiendo desde la época de Chávez han traído estos lodos.América Latina tiene hoy bien enquistada la presencia física de Irán y su brazo armado Hezbollah. Argentina y Paraguay lo reconocieron formalmente, pero ¿qué cambió esa actitud seria y clara? Nada. Los demás titubean y muestran la calidad tan pobre de nuestras democracias. Titubear es perder.
Perú está atravesando un problema institucional; Chile está sufriendo una situación de agitación social muy grave; Ecuador ha pasado hace pocos días por una revuelta civil durísima, Bolivia está en pleno enfrentamiento civil. Y Maduro no se ha podido contener cuando se ha jactado sobre todas las situaciones de violencia que se sufren en nuestra región, menos la de su amigo Morales. Cada país tiene sus propios problemas que originan enfrentamientos. Eso no se puede soslayar.
Parece ingenuo creer que acciones de destrucción masiva son producto de la casualidad. No estamos solos en América Latina. Y los que han venido de lejos no pretenden ni ayudarnos ni resolver nuestros problemas: acucian a algunos, apoyan a otros. Las mayorías civiles podemos seguir indiferentes, o violentos sin remedio o actuar para resolver y decidir. Lo que no podemos, seguro, es otra vez despertarnos tarde.
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