B’H
Itzjak se casa con Rivká. Luego de veinte años sin hijos, sus plegarias son respondidas y Rivká concibe. El embarazo es difícil, ya que “los niños se pelean dentro suyo”; Di-s le dice que tiene “dos naciones en su vientre”, y que su hijo menor prevalecerá por sobre el mayor.
Eisav sale primero. Iaakov nace tomando el talón de Eisav. Eisav crece para ser un “cazador, un hombre del campo”; Iaakov es un “hombre completo”, un habitante de las tiendas del estudio. Itzjak prefiere a Eisav, Rivká a Iaakov. Volviendo exhausto y hambriento del campo luego del día de caza, Eisav vende a Iaakov los méritos que le corresponden como primogénito por un guiso de lentejas rojas.
En Grar, en la tierra de los Filisteos, Itzjak presenta a Rivká como su hermana, por temor a ser asesinado por alguien que desee la belleza de Rivká. Trabaja la tierra, destapa los pozos que su padre Abraham cavó y cava una serie de nuevos pozos de agua: sobre los dos primeros hay una lucha contra los Filisteos, pero las aguas del tercer pozo son disfrutadas con tranquilidad.
Eisav se casa con dos mujeres Jititas. Itzjak se pone anciano y ciego, y expresa su deseo de bendecir a Eisav antes de su muerte. Mientras Eisav sale a cazar para preparar la comida preferida de su padre, Rivká viste a Iaakov con la ropa de Eisav, cubre sus brazos con piel de cabra para simular a su velludo hermano, prepara un plato similar y envía a Iaakov hacia su padre. Iaakov recibe la bendición de su padre para tener “el rocío del cielo y lo mejor de la tierra” y para gobernar a su hermano. Cuando Eisav vuelve y el engaño es revelado, todo lo que Itzjak puede hacer por su hijo es predecir que vivirá por su espada y que, cuando Iaakov descienda, Eisav subirá.
Iaakov deja su casa hacia Jarán para escaparse de la ira de Eisav y para encontrar una esposa en la familia del hermano de su madre, Laban. Eisav se casa con una tercera mujer, Majlat, la hija de Ismael.
El hijo violento y el niño de mamá
Por Baruch Epstein
¿Cómo es que Iaakov y Esav terminaron siendo tan diferentes? Mismos padres, misma crianza, la misma leche materna, y sin embargo, son drásticamente diferentes entre ellos.
De hecho, proveen una metáfora para la batalla interminable que reina en nosotros: El Divino Iaakov y su deseo de trascendencia versus el instinto Esav, con su insaciable auto satisfacción.
Todos tenemos nuestros temas, nuestros lugares a los que preferimos no volver. Esav nace pelirrojo y tan peludo como un adulto, y así quedó: Edom: rojo, intenso, impulsivo, violento. Desde el día de su nacimiento, se ve a sí mismo como una creación estática; y eso es lo que es, y eso es lo que será hasta muera. No ve otra razón para solucionar las cosas con su hermano, para dirigirse al “otro lado”. Él es simplemente Esav.
Iaakov también nace con sus cosas. Tímido, ratón de biblioteca, el “niño de mamá”. Pero, está dispuesto a reconocer y a enfrentar a Esav. Se viste con las vestimentas de Esav, y le dice a su padre que él le va a cazar la carne. Iaakov lo mira a Esav a los ojos.
Es tenebroso. ¿Puede uno vestirse como Esav y sin embargo, no convertirse en Esav?
Iaakov lo logra, impresionando a su padre lo suficiente como para asegurarse la bendición, y es dejado sólo, para hacer frente al nuevo ser que acaba de descubrir, a traerlo al mundo cruel y bruto que está fuera de la carpa, en donde Esav está cómodo. Pasa años como un pastor en la casa de Laban. Prospera, a pesar de las dificultades en el camino. Eventualmente, se siente lo suficientemente poderoso para encontrarse con su hermano, aquél al cuál una vez temió.
Todos tenemos nuestros temas, nuestros lugares a los cuales preferimos no ir. La forma más fácil es dejar a los perros durmiendo, y dejarlos ser lo que son. Heridas descubiertas sólo parecen evocar sentimientos dolorosos. Pero, si no nos dirigimos a nuestros temas, simplemente van a la deriva. Si no hacemos frente a Esav, nos convertimos en Esav.
Y esa es la diferencia entre ellos. Iaakov y Esav cada uno tiene “el otro lado”; Iaakov estaba dispuesto a reconocerlo y a lidiar con él, mientras que Esav optó por ignorarlo.
Nosotros tenemos la elección. Como Shem le dijo a Rivká cuando estaba embarazada de los mellizos. “Dos fuerzas dominantes hay dentro de ti; cuando uno se eleva, el otro cae” (Comentario de Rashi, Génesis 25:23). Si elegimos mover el bote, podemos madurar con nuestras peleas y salir todavía más fuertes. Si barremos nuestras fuerzas opositoras dentro nuestro, debajo de la alfombra, se van a acumular y nos vamos a terminar tropezando.
Cuando vamos a donde más tememos, salimos del otro lado como “Israel”, hemos peleado y hemos ganado. Como el ángel derrotado le dice a Iaakov (Génesis, 32:29): “Tu nombre no será más Iaakov, sino Israel, porque tú has dominado el poder con el ángel de Di-s y con el hombre, y has prevalecido”.
Seamos Iaakov, no Esav. (www.es.chabad.org)
Mostrando Respeto Respetuosamente
Esaú fue a lo de Ismael y se casó con Majalat, la hija de Ismael el hijo de Abraham. Genesis 28:9
El respeto de Esaú por su padre era legendario. Esperaba a su padre vestido con prendas especiales. Cuando decidió matar a Jacob, se abstuvo de hacerlo a pesar de su furia inmensa para no causar dolor a su padre. Cuando escuchó que sus esposas cananeas disgustaban a sus padres, no perdió tiempo en casarse con su prima.
Sin embargo, la reverencia de Esaú por su padre no le impidió que le hablara en forma irrespetuosa, diciendo “Mi padre, levántate”. En cambio, su hermano Jacob cortésmente le pidió a Isaac “Por favor, levántate”. Similarmente, Esaú se refirió más tarde a la muerte de su padre Isaac en términos duros diciendo “Los días de duelo por mi padre pronto estarán aquí.”
Podemos aprender del comportamiento burdo de Esaú que una faceta esencial en hacer lo que es correcto es hacerlo de una manera amable y considerada. Por ejemplo, las palabras que decimos no solo deben ser significativas y libres de cualquier tipo de conversación prohibida (falsedad, chisme, calumnia, etc.), también deben ser refinadas y delicadas, como fueron las de Jacob. (www.es.chabad.org)
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