«Trabajamos juntos durante más de seis años. Muchas veces nuestras posiciones eran opuestas, nuestra visión de la realidad era distinta, pero los dos estábamos convencidos de que éramos fieles y sinceros israelíes, creyentes en nuestro destino y amantes de nuestra tierra», dijo el presidente israelí, Shimón Peres.
Peres, que se intercambió durante seis años con Shamir al frente del Gobierno israelí, destacó que su rivalidad política en los años ’80 se enmarcó siempre en «una profunda creencia de que éramos hijos de un mismo pueblo», y subrayó el papel que tuvo el fallecido en la creación del Estado judío.
Ex miembro de la resistencia judía Lehi, agente del Mossad, diputado, ministro y primer ministro, Shamir fue enterrado en la «Parcela de los Grandes de la Nación», reservada para los líderes del sionismo y del Estado de Israel.
En el funeral participaron personalidades de los tres poderes del Estado, altos mandos militares, líderes religiosos y de todas las comunidades y minorías, así como veteranos de guerra y compañeros de armas.
El actual jefe del Gobierno israelí, Binyamín Netanyahu, elogió la devoción de Shamir por la aspiración del pueblo judío a un Estado, su contribución a la seguridad nacional y su determinación en conseguir que más de un millón de judíos rusos, y también etíopes, regresaran a la Tierra de Israel.
Netanyahu destacó asimismo que, pese a toda su labor por el Estado de Israel, «nunca pidió para sí mismo ni agradecimientos ni reconocimientos».
«Shamir no buscó popularidad ni honores. Todas sus acciones y todas sus decisiones las medía de acuerdo a un mismo listón: si era bueno o no para el pueblo judío y para Israel», recordó Netanyahu, quien fue embajador israelí en la ONU cuando Shamir era primer ministro.
Fallecido en un hospital geriátrico de Tel Aviv, los restos mortales de Shamir quedaron expuestos durante varias horas en la Knéset, de la que también fue presidente, para permitir que miles de civiles se acercaran a rendirle tributo.
El féretro, cubierto con la bandera israelí, fue trasladado al Monte Herzl para recibir sepultura en una ceremonia más restringida, y en una parcela en la que también reposan los restos de anteriores presidentes y jefes de Gobierno, entre ellos Itzjak Rabín y Golda Meir.
La parcela consignada a Shamir se encuentra a unos cientos de metros de la tumba del padre del sionismo, Teodoro Herzl, junto al mayor cementerio militar de Israel y frente al Museo del Holocausto.
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