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| viernes noviembre 22, 2024

Vivir con miedo a ducharte y que te caiga un misil encima


María Torrens Tillack

http://noticias.lainformacion.com

6.7.2012

Mientras los misiles de Hamás vuelan fuera de Gaza y el Ejército lanza duros ataques aéreos sobre esa población, no solo los palestinos sufren el terror. El millón de ciudadanos israelíes que vive en la zona cercana a la Franja también se ve expuesto a una tensión continua que a menudo se torna insoportable.

 

FOTO: Un misil lanzado desde Gaza.

El agua cae sobre su cuerpo descubierto e indefenso. La ducha no ofrece relajación alguna. Las prisas por no encontrarse desnudo bajo el agua si suena la alarma no lo permite.

Sabe que puede suceder en cualquier momento. Entonces tendrá que salir corriendo. Cuidado con no resbalarse, tomar lo primero que pueda para cubrir su desnudez y apresurarse al refugio.

La angustia por los misiles que caen desde Gaza en el sur de Israel invade a los habitantes de las ciudades cercanas a la Franja. También atrapa a quienes viven en los kibutz, esa suerte de granjas en zonas agrícolas.

Los niños son los más expuestos a sufrir las heridas de estos ataques. Pero no las heridas físicas (también), sino las psicológicas.

Esta es la realidad que viven los israelíes – y también los árabes (24%, según el World Factbook de la CIA, de los cuales el 17% son musulmanes)- que viven cerca de la Franja donde gobierna Hamás, el violento gobierno considerado grupo terrorista por EEUU y la Unión Europea.

Los misiles no caen a diario sobre lugares como la ciudad de Sderot, prácticamente en la frontera con Gaza. Tan pronto pueden caer 65 en un día, como ninguno en semanas.

Judith Bar Hay vive en un kibutz al sur de Israel con su familia. Tiene dos hijos, de 21 y 18 años cada uno. Pero llegaron hace doce años a su hogar actual y sus pequeños también han tenido que acostumbrarse -dentro de lo posible- a la situación de guerra de los últimos años.

Esta madre y psicóloga sabe muy bien de lo que habla cuando cuenta hasta qué punto puede llegar a afectar el terror a la salud mental de quienes lo sufren. Trabaja en una asociación apolítica que proporciona ayuda psicológica a los israelíes –“también pueden ser árabes”, recuerda- por el conflicto con Palestina.

Vecinos de Gaza

Gaza está en frente de su casa, pero no puede entrar. Necesita un permiso específico para eso.

“Vivo en el sur, a dos kilómetros de la Franja de Gaza en una zona agrícola, en la misma situación de terror que sufren palestinos y otros israelíes [como yo]”, cuenta por teléfono a lainformacion.com. “Ahora mismo estoy viendo en las noticias que un misil ha caído en esta zona”.

En esa región viven aproximadamente 45.000 israelíes, de 7,5 millones de habitantes que tiene el país. En el sur de Israel han caído 130.000 misiles lanzados desde Gaza en los últimos diez años, denuncia la web SderotNews. Allí vive aproximadamente un millón de personas.

El Ejército israelí también ha respondido duramente con un número indeterminado de ataques aéreos, como sigue haciendo hoy en día. Hace tan solo un par de semanas el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, lanzó una advertencia: «Si es necesario, el Ejército actuará en Gaza con aún más fuerza».

Un estudio de la Universidad de Princeton sobre la segunda intifada que abordaba el conflicto desde el año 2000 hasta 2009, concluyó que “la presencia habitual de trastornos mentales aumentó en niños y mujeres [de Gaza] en tiempos de conflicto”.

Bar Hay trabaja en la asociación Natal, el Centro Israelí de Trauma para Víctimas de Terrorismo y Guerra. Pero no un trauma físico, sino mental. Ese aspecto muchas veces olvidado cuando se habla del conflicto entre Israel y Palestina.

Pequeños en la guerra

“Los niños tienen una capacidad muy grande de adaptarse, pero nadie se adapta a la situación continua de peligro”, explica esta psicóloga. “En otros lugares del mundo, una sirena puede indicar que pasa un coche de policía. Para nosotros la alarma es señal de alerta y peligro”.

Tres de cada diez niños sufren estrés post traumático, según un estudio de Natal del año 2008 publicado en el diario Haaretz. Los adultos lo sufren casi en la misma cantidad: un 28%. Pero no es lo mismo.

Desde Natal proponen a las familias que atienden a preparar el refugio con juegos para los pequeños y sobre todo les explican que no es bueno que un niño de cinco o seis años vea demasiada televisión. No tiene nada que ver con que no estén plantados ante la “caja tonta”, no.

El objetivo es muy claro: evitar que vean malas noticias que no entienden. “Los niños ven la misma noticia de un ataque una y otra vez e interpretan que pasó varias veces, no una. Tampoco entiende la perspectiva de la distancia. Da igual que haya sucedido a 15 kilómetros. Para él aquí, es aquí”, expone Bar Hay.

Vida diaria en tensión

Una vez a ella le pilló la sirena que advierte de la llegada de un misil en la un salón de belleza, aplicándose tinte en el pelo. Por supuesto no pudo esperar a terminar la sesión de peluquería. Claro que no es grave, pero sí es una clara señal de que algo que en Barcelona, Valencia o Buenos Aires resulta lo más normal del mundo, en este lugar del planeta no lo es.

“Hay niños que ya son independientes con la higiene personal, el baño. Y a los 8, e incluso a los 15 años, mojan la cama”, ejemplifica Judith Bar Hay. La situación de la ducha tampoco es inusual. La propia psicóloga que habla con lainformacion.com ha tenido que salir “muchas veces” corriendo de la ducha para refugiarse ante la inminente caída de un cohete. Es algo habitual. Pero no todos se acostumbran a esta “normalidad relativa”.

A una anciana que tenía miedo de ducharse por eso mismo y el peligro de caerse, Natal le proporcionó apoyo psicológico, pero también aportan a sus pacientes consejos prácticos. A ella le propusieron ponerse chanclas al ducharse para sentirse más segura. ¿Te imaginas tener que ducharte con chanclas en tu propia casa?

A algunos pequeños -y también a los adultos- el miedo continuo les afecta al sueño, les causa depresión, episodios de agresividad… exactamente las mismas consecuencias para su salud mental que a los habitantes palestinos de Hebrón, en Cisjordania

“Primeros auxilios psicológicos y rehabilitación”

La psicóloga explica que en Natal atienden dos tipos de necesidades: “Una es cuando hay muchos ataques y la angustia es muy grande. Proporcionamos primeros auxilios psicológicos: como buscar un pensamiento positivo, cómo esconderse, qué hacer cuando estás dentro del refugio. Es como si fuera una sala de urgencias”.

La otra forma de atención es para quienes pasados los primeros días tras el ataque no consiguen encontrar la calma de forma espontánea. “Es como una sala de rehabilitación. Buscar los recursos de fuerzas que tiene cada persona. Mucha gente tiene sentido de culpa de no poder salvar a otras personas de ser heridos. Deben hablarlo”.

Bar Hay cuenta orgullosa que hace poco uno de sus pacientes de tan solo 15 años ayudó a toda la vecindad a calmarse durante un ataque. Les enseñó las técnicas de relajación que había aprendido con ella, incluido el control de una respiración honda y pausada.

Si no se tratan los traumas que causan estos enfrentamientos, se está alimentando el conflicto. A Judith Bar Hay no le cabe ninguna duda. “Estamos pagando los precios de los políticos de los dos lados. Somos vecinos, no enemigos”, asegura convencida pensando en el millón y medio de habitantes de Gaza que viven a tan solo 2 kilómetros de su casa.

 
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