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| lunes noviembre 25, 2024

Sí, los asesinatos selectivos funcionan


Uno de los principales argumentos contra el ataque que mató a Qasem Soleimani es que el asesinato selectivo de líderes terroristas es ineficaz: promueve escaladas y represalias y no reduce la efectividad de las organizaciones que aquellos dirigen porque pueden ser reemplazados de inmediato.

Pero lo cierto es que no resiste el contraste con la historia reciente. Tomemos como ejemplo dos campañas recientes –los últimos veinte años– de asesinatos selectivos contra organizaciones terroristas: la llevada a cabo por Israel durante la Segunda Intifada y la de la Administración Obama contra Al Qaeda.

En ambas, Israel y EEUU combinaron una muy precisa información de inteligencia con armamento igualmente preciso para eliminar sistemáticamente a jefes y miembros destacados de peligrosas organizaciones terroristas. La clave de estas campañas fue que no se ciñeron a un solo objetivo/individuo, sino que estuvieron vigentes durante varios años.

En ese tiempo, en lugares como Gaza y Afganistán y las zonas tribales de Pakistán, los asesinatos selectivos sirvieron para mucho más que sacar simbólicamente del campo de batalla a jefes terroristas: contribuyeron a mermar la eficacia de las organizaciones terroristas al obligarlas a ponerse a la defensiva.

En lugar de reclutar nuevos miembros y planear ataques, tuvieron que invertir tiempo y energías en reforzar su propia seguridad. La sofisticada información empleada por EEUU e Israel les hizo albergar sospechas de estar infiltradas. La desconfianza interna creció. El desempeño de sus operativos en labores de propaganda, comunicación, planificación, así como su libertad de movimientos, se vio muy perturbado, ya que en cada llamada telefónica o reunión aparecía el espectro de la vigilancia o del ataque aéreo. A medida que los líderes eran eliminados y sustituidos, una y otra vez, cundió la desmoralización.

Por mucho que los yihadistas presuman de lo contrario, lo cierto es que muy pocos desean morir. Y buena parte de su ardor guerrero se debe a que piensan que se han unido al bando ganador; pero es difícil mantener el entusiasmo cuando la promoción interna se asocia a una muerte más que probable.

Por otro lado, y como sabe cualquiera que haya trabajado en una compañía, son escasas las personas que tienen verdaderamente el talento y la experiencia necesarios para el liderazgo. Simplemente, no es verdad que se pueda sustituir fácilmente a alguien que lleva décadas trabajándose el ascenso en su organización. Como cualquier empresa, organización o causa, las organizaciones terroristas necesitan disponer de talento en los puestos más altos del escalafón.

Evidentemente, los asesinatos selectivos no fueron la única razón por la que Israel consiguió imponerse a la campaña palestina de atentados suicidas de principios de siglo, y por la que la Administración Obama pudo hacer de Al Qaeda la sombra de lo que fue, pero fueron un componente clave; y este éxito podría replicarse si se forzara a los capos terroristas de Irán a preocuparse mucho más por su seguridad de lo que lo vienen haciéndolo. En los últimos años, Soleimani confiaba tanto en su impunidad que viajó por Oriente Medio casi a la vista de todos, reuniéndose con líderes políticos y visitando frentes de batalla para incluso hacerse selfis con milicianos y terroristas patrocinados por Irán.

La eliminación de Soleimani abre una importante oportunidad para que EEUU deje de lado su tolerancia ante la estrategia iraní de armar y entrenar a fuerzas terroristas subsidiarias en Oriente Medio. Soleimani era el arquitecto de la misma, y gran parte de su éxito se debió a la disposición de países como EEUU a distinguir entre Irán y las milicias que pone en pie en lugares como el Líbano, el Yemen o Irak. Al matar a Soleimani, EEUU y sus aliados pueden poner fin a este juego iraní. Y la forma que tiene EEUU de aplicar esta política pasa por el asesinato selectivo de cualquier líder terrorista que intente replicar el éxito de Soleimani. Si necesitamos referencias, no tenemos más que pensar en Israel y en la Administración Obama.

 
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