B’H
Poco tiempo después que los Hijos de Israel salieron de Egipto, el Faraón los persigue para forzarlos a volver; los israelitas se encuentran atrapados entre el ejército del Faraón y el mar. Di-s le dice a Moshé que eleve su bastón por sobre el agua; el mar se abre para dejar pasar al pueblo judío, y luego se cierra sobre los egipcios. Moshé y los Hijos de Israel cantan una canción de alabanza y agradecimiento a Di-s.
En el desierto, la gente sufre sed y hambre y repetidamente se quejan ante Moshé y Aarón. Di-s endulza milagrosamente las amargas aguas de Mará, y luego hace que Moshé extraiga agua de una roca golpeándola con su bastón; hace descender maná del cielo antes del rocío cada mañana para desaparecer del campamento israelita por la noche.
Los Hijos de Israel reciben la orden de recolectar una doble porción de maná los viernes, porque éste no descenderá los sábados, el día de descanso decretado por Di-s. Algunos desobedecen y salen a recolectar maná en el séptimo día, pero no encuentran nada. Aarón preserva una pequeña cantidad de maná en un jarro, como un testimonio para futuras generaciones.
En Refidím, el pueblo es atacado por los amalecitas, quienes son derrotados por las plegarias de Moshé y un ejército reunido por Ieoshúa.
«Los Niños Transforman el Mar en una Muralla»
«Y las aguas fueron para ellos una muralla a su derecha y a su izquierda» (Shemot 14:22)
Nuestra Parshá describe el milagro de la partición del Iam Suf. El milagro ocurrió luego de que los judíos se vieron aprisionados, con el mar frente a ellos y los egipcios persiguiéndolos desde atrás. Entonces ocurrió el gran milagro: el mar se partió frente a ellos, y las aguas se erigieron en «una muralla a su derecha y a su izquierda». El propio obstáculo, el mar, se transformó en una muralla protectora del pueblo de Israel.
¿En mérito a qué se hizo acreedor Israel de este milagro? Fue por los niños. Nuestros Sabios Z»L relatan sobre los niños que estuvieron presentes al salir de Egipto que «ellos Lo reconocieron (a Di-s) primero que todos». Es verdad, se encontraban ahí Moshé, Iheoshua y todos los Grandes y los Ancianos de Israel, pero quienes reconocieron antes que todos a Hashem fueron específicamente los niños. Esos niños, que nacieron y crecieron en plena esclavitud de Egipto, pero recibieron la educación que corresponde – ellos fueron los primeros en identificar al Altísimo y apuntaron con el dedo diciendo: «¡Este es mi Di-s y he de embellecerlo!».
Estos niños que se desarrollaron en el seno del exilio de Egipto, experimentaron con intensidad su condición de «pocos entre todos los pueblos». Sintieron cómo el estilo de vida egipcio se opone a una vida judaica, y a pesar de ello fueron leales a su judaísmo y estaban orgullosos del mismo.
Motivados por esta educación no dudaron en abandonar «la cacerola de la carne» y salir al gran y temible desierto, incluso carentes de provisiones suficientes, en un espíritu de absoluta confianza- bitajón- en el Altísimo. A eso se debe que se hicieran meritorios de ser los primeros en reconocer a Di-s y que en aras de ellos se parta el mar.
Cuando hay niños como éstos, no hay motivo para alterarse porque «Egipto viaja atrás de ellos» y del hecho que los hijos de Israel estén rodeados por todos lados, por el mar y el desierto. Con niños como estos se puede avanzar dentro del mar hasta que el propio mar se parta ante ellos.
Cuando se partió el mar Iam Suf ocurrió algo singular: no sólo fue removido el obstáculo (el mar), sino que el mismo se transformó en una muralla protectora del pueblo de Israel- » y las aguas fueron para ellos una muralla a su derecha y a su izquierda». Éste es el nivel más perfecto de la anulación de las perturbaciones, y también ello tuvo lugar en mérito de los niños. Cuando se educa a niños para que sean los primeros en proclamar «Este es mi Di-s y Lo embelleceré» entonces las propias trabas y estorbos se transforman en elementos protectores de Israel.
Cuando el niño judío sabe que la única existencia verdadera es la santidad, y asume naturalmente y en forma tácita que nada puede molestarlo e impedirle cumplir con la Voluntad Divina, que se expresa en los mandatos de la Torá, entonces se hace meritorio de que todos los obstáculos caigan y desaparezcan, y más aún – que se conviertan en colaboradores que contribuyen en su servicio a Di-s.
No sólo para salir de Egipto necesitó el pueblo judío de un milagro sobrenatural de esta magnitud. En cada generación precisamos de milagros. El pueblo judío siempre se asemeja a la ovejita que está entre setenta lobos, y su misma existencia está basada en lo sobrenatural, es un milagro continuo, como el de la partición del Iam Suf. Para hacerse acreedor permanente de este milagro que asegura la continuidad del pueblo judío, debe educarse a los niños a estudiar la Torá Escrita y la Torá Oral, así como también a observar la conducta sagrada del pueblo judío. ¡Entonces tendremos el privilegio de verlos proclamar por propia iniciativa: «Éste es mi Di-s y Lo embelleceré», incluso antes que sus padres y abuelos! (www.es.chabad.org)
¿Que celebramos el 15 de Shevat?
Pregunta:
¿Qué es lo que celebramos exactamente el 15 de Shevat (este año el lunes 10 de febrero) y que tiene eso que ver con nosotros? ¿Acaso somos los seres humanos árboles?
Respuesta:
Antiguamente, el pueblo judío en la Tierra Santa conmemoraba el 15 de Shevat, como el inicio de la nueva estación de los frutos en Israel.
Esta época del año marca el punto medio del invierno cuando la fuerza del frío disminuye, la mayoría de las lluvias del año ya cayeron y la savia de los árboles comienza a subir. Como resultado, los frutos comienzan a formarse. Esta fecha hasta hoy es conmemorada como el cumpleaños de los árboles en Israel.
De la misma manera como el primero de Tishrei, es Rosh HaShaná para los hombres, el día 15 de Shevat Di-s determina la cantidad de frutos y hojas que cada árbol producirá durante el año; si crecerá satisfactoriamente, floreciendo o secará hasta morir.
Esto demuestra que el Creador del Universo y de todas las especies, inclusive plantas y árboles, cuida cada una de Sus creaciones, determinando su destino. Las frutas crecidas antes de esta fecha eran consideradas frutas «viejas», y las que eran cosechadas a partir de esta fecha, eran recibidas como «nuevas». Actualmente el Rosh HaShaná La’ilanot, Año Nuevo de los Árboles, es conmemorado a través de bendecir antes y después de la degustación de frutos nuevos de la estación, especialmente las especies de frutas de la Tierra de Israel: aceituna, dátil, uva, higo y granada (trigo y cebada son las otras dos especies con la que las Tierra de Israel fu bendecida). Al comer los frutos y recitar las bendiciones reconocemos a Di-s como el Creador del mundo, de la naturaleza y de todo lo que contiene.
Además, una analogía entre el árbol y el ser humano puede ser hecha. Así como el árbol está en constante crecimiento, también nosotros debemos crecer; de igual manera como produce sus frutos, también nosotros debemos producirlos. En Tú BiShevat (15 de Shevat) debemos renovar el crecimiento personal, así como los árboles comienzan a absorber la humedad y los nutrientes de la tierra.
La raíz simboliza la conexión con la fuente, nuestra fe; el tronco representa la parte principal que sostiene y representa el estudio de la Torá y el cumplimiento de los preceptos, y el fruto está conectado con el resultado: la meta alcanzada, nuestra influencia positiva y continua en la preservación de nuestros valores. Debemos constantemente acordarnos que por encima de la naturaleza se encuentra Di-s «regando» a sus hijos a través del legado del estudio y práctica de la Torá, los verdaderos recipientes de bendiciones para que puedan crecer continuamente en todas las estaciones.
(Extraído de www.es.chabad.org)
FACEBOOK: bit.ly/2NPF3YF
YOUTUBE: bit.ly/2OV485i
Tengamos siempre presente, que D- no interviene en favor nuestro, por ser nosotros quienes somos, sino por Ser Él quien És … en ótros términos, D- aplica Su Justicia, por ser ésta consubstancial con Su Naturaleza, y asi tambien Su Misericordia y Su Perdon …de lo contrario estariá «negandose» a Si Mismo, lo cual es imposible …
Tal evidencia encuentra su fundamento en las própias Escrituras, en alguno de cuyos pasajes, D- queriendo reafirmar la inmutabildad de una promesa, utiliza la expresion; «Asi lo haré, por Amor de Mi Nombre, «…
Su Amor por nosotros es a la vez gratuito e incondicional, en la medida que en Él anida una fuente inagotable de Bondad, Paciencia y Caridad ….
En resumen, «somos importantes» en la medida de que lo somos para Él, y no en virtud de méritos adquiridos, lo cual nos deberiá llevar, a mayores niveles de gratitud hacia Su Persona, y de humildad, unos para con otros …