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| viernes noviembre 22, 2024

Coronavirus: la Unión Europea se deshace


A medida que la pandemia de coronavirus se desata en Europa —donde más de 250.000 personas han sido diagnosticadas con la enfermedad COVID-19) y 15.000 han muerto—, los pilares fundamentales de la Unión Europea se están desmoronando uno por uno.

Enfrentados a una amenaza existencial, los estados miembros de la UE, lejos de unirse para hacer frente a la pandemia como un bloque unificado, están volviendo de manera instintiva a mirar por el interés nacional. Después de pasarse años criticando al presidente de EEUU, Donald J. Trump, por su política de «Estados Unidos primero», los líderes europeos están volviendo al mismo nacionalismo que han despreciado en sus declaraciones públicas.

Desde que se puso de manifiesto la amenaza que representa el coronavirus, los europeos han mostrado muy poco de la moralista solidaridad multilateral que, durante décadas, han vendido al resto del mundo como piedra angular de la unidad europea. Se ha demostrado que la marca única de poder blando de la UE, del que se dijo que era un modelo para un orden mundial posnacional, es una ficción vacía.

En las últimas semanas, los estados miembros de la UE han cerrado sus fronteras, han prohibido la exportación de suministros básicos y han retenido la ayuda humanitaria. El Banco Central Europeo, garante de la moneda única europea, ha tratado con incomparable desdén a Italia, la tercera mayor economía de Europa, en su crítico momento de necesidad. Los estados miembros más afectados por la pandemia —Italia y España— han sido abandonados a su suerte por los demás estados.

Las semillas de la Unión Europea se plantaron en las cenizas de la Segunda Guerra Mundial. En mayo de 1949, Robert Schuman, uno de los padres fundadores de la UE, anunció campanudo la creación de un nuevo sistema mundial:

«Estamos llevando a cabo un gran experimento, haciendo realidad el sueño que durante siglos no ha dejado de visitar a los pueblos de Europa: crear entre ellos una organización que pusiera fin a la guerra y garantizara una paz eterna.»

La Unión Europea, que lleva siete décadas en desarrollo, se está deshaciendo ahora en tiempo real, en cuestión de semanas. Una vez que se tranquilicen las cosas después de la pandemia de coronavirus, es casi seguro que las instituciones de la UE seguirán operando igual que antes. Se ha invertido demasiado capital político y económico en el proyecto europeo como para que sus élites hagan lo contrario. Sin embargo, la UE habrá perdido su atractivo como modelo posnacional para sus propios ciudadanos, y más para el resto del mundo.

Estos son algunos ejemplos recientes de la búsqueda unilateral del interés nacional por parte de los líderes europeos, de los cuales muchos abogan públicamente por el globalismo, pero en tiempos de desesperación abrazan el nacionalismo:

  • Francia. El 3 de marzo, Francia confiscó todas las mascarillas de protección fabricadas en el país. «Las distribuiremos a los profesionales sanitarios y a la población francesa afectados por el coronavirus», escribió el presidente francés, Emmanuel Macron, en Twitter. El 6 de marzo, el Gobierno francés obligó a Valmy SAS, un fabricante de mascarillas con sede cerca de Lyon, a cancelar un pedido de millones de mascarillas encargado por el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido.
  • Alemania, 4 de marzo. Alemania prohibió la exportación de equipos de protección médica como gafas de seguridad, respiradores, batas, trajes y guantes. El 7 de marzo, el periódico suizo Neue Zürcher Zeitung informó de que las autoridades aduaneras alemanas estaban impidiendo a un camión suizo que transportaba 240.000 mascarillas volver a Suiza, que no es miembro de la UE. El Gobierno suizo convocó al embajador alemán para protestar por la prohibición de exportaciones. «En estos contactos, se instó a las autoridades alemanas a liberar de inmediato los productos bloqueados», según unas declaraciones de un portavoz del Gobierno suizo. Tras enfrentarse a la reacción negativa de otros estados miembros de la UE, Alemania reculó el 19 de marzo y levantó la prohibición de las exportaciones.
  • Austria, 10 de marzo. Austria fue el primer país de la UE que cerró sus fronteras a otro país de la UE. El canciller Sebastian Kurz anunció controles a lo largo de la frontera con Italia y la prohibición de la entrada a todos los viajeros que procedieran de allí. «La máxima prioridad es prevenir la propagación para no importar la enfermedad a nuestra sociedad», dijo Kurz. «Por lo tanto, está prohibida la entrada a Austria a las personas procedentes de Italia, con la excepción de quienes tenga una nota del médico que certifique que están sanos». La decisión de Austria amenazó con deshacer la llamada Área Schengen, que entró en vigor en 1995 y elimina la necesidad de pasaportes y otros tipos de control en las fronteras mutuas de los 26 países europeos.
  • Eslovenia, 11 de marzo. El Gobierno cerró algunos cruces fronterizos con Italia y, los que permanecen abiertos, han empezado a hacer controles de salud para combatir la propagación del virus.
  • República Checa, 12 de marzo. El primer ministro, Andrej Babiš, cerró las fronteras del país con Alemania y Austria y también prohibió la entrada de extranjeros que procedieran de países en riesgo. El 22 de marzo, el Gobierno dijo que las restricciones en la frontera podrían mantenerse hasta dos años.
  • Suiza, 13 de marzo. El Gobierno suizo impuso controles en las fronteras con otros países europeos. Suiza, aunque no es miembro de la Unión Europea, es parte de la zona Schengen.
  • Italia, 13 de marzo. La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, desestimó las peticiones de ayuda económica de Italia para ayudarla a lidiar con la pandemia. Después de que sus declaraciones sacudieran los mercados financieros, Lagarde dijo que el Banco estaba «plenamente comprometido en evitar cualquier fragmentación en un momento difícil para la zona euro». El presidente italiano, Sergio Mattarella, respondió que Italia tenía derecho a esperar la solidaridad, en vez obstáculos, al otro lado de las fronteras.
  • Dinamarca, 14 de marzo. La primera ministra, Mette Frederiksen, impuso controles fronterizos por tierra, mar y aire hasta al menos el 13 de abril.
  • Polonia, 15 de marzo. El Gobierno cerró las fronteras del país para todo el mundo excepto los ciudadanos polacos con un permiso de residencia polaco.
  • Alemania, 16 de marzo. Alemania, el país más grande y poderoso de la Unión Europea, introdujo controles en sus fronteras con Austria, Dinamarca, Francia, Luxemburgo y Suiza. Esta medida se produjo después de que Alemania registrara 1.000 nuevos casos de COVID-19 en un solo día.
  • Hungría, 16 de marzo. El primer ministro, Viktor Orbán, anunció que se iba a detener todo el tráfico de pasajeros hacia Hungría y sólo se permitiría la entrada al país de los ciudadanos húngaros.
  • España, 16 de marzo. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, decretó el establecimiento de controles en todas las fronteras terrestres.
  • Serbia, 16 de marzo. El presidente, Aleksandar Vučić, declaró el estado de emergencia debido al coronavirus. Condenó a la UE por restringir las exportaciones de equipos médicos y pidió ayuda a su «amigo y hermano», el líder chino Xi Jinping. «No existe la solidaridad europea», dijo Vučić. «Sobre el papel, era un cuento de hadas. He enviado una carta especial a los únicos que pueden ayudar, y es China». Serbia solicitó la entrada en la UE en 2009. Las conversaciones sobre su adhesión comenzaron en enero de 2014.
  • República Checa, 17 de marzo. Las autoridades checas confiscaron 110.000 mascarillas que China había enviado a Italia. El 23 de marzo, la República Checa entregó el material confiscado a Italia. «Hay 110.000 mascarillas a bordo del autobús como regalo a Italia, que se supone que reemplaza el material que, probablemente, fue un regalo chino a los compatriotas italianos», dijo Zuzana Stichova, portavoz del Ministerio de Exteriores.
  • Alemania, 18 de marzo. La canciller Angela Merkel, en un extraño discurso televisivo, instó a todos los alemanes a obedecer las normas y reducir el contacto social y evitar el mayor número posible de infecciones. «Es grave», dijo. «Tómenselo en serio. Desde la reunificación alemana, en realidad, desde la Segunda Guerra Mundial, nunca ha habido un desafío para nuestro país en el que la solidaridad fuese tan crucial». El discurso a la nación de Merkel fue la primera vez en los cerca de 15 años que lleva en el cargo que se dirigió al país, sin contar los discursos de Año Nuevo. No mencionó a la Unión Europea ni a otros estados miembros de la UE.
  • Bélgica, 22 de marzo. El coronavirus ha avivado las tensiones entre Bélgica, que está en estado de bloqueo, y los Países Bajos, que no lo está. «En los Países Bajos, las tiendas siguen abiertas y se siguen permitiendo las reuniones de 100 personas: estos son lugares de cultivo para el virus», dijo Marino Keulen, alcalde de la localidad fronteriza de Lanaken. Las autoridades belgas han instalado barricadas a lo largo de la frontera y están ordenando a los coches con matrícula holandesa que se den la vuelta a su país. Keulen dijo que los controles en la frontera son «una señal a La Haya» para que «aumente rápidamente» su respuesta y se alinee con los países vecinos. «El Gobierno holandés está siendo incompetente y ridículo en su respuesta a la crisis del coronavirus», dijo Leopold Lippens, alcalde de la localidad costera belga de Knokke-Heist. «Los Países Bajos no están haciendo nada, así que tenemos que protegernos».
  • España, 25 de marzo. Tras no lograr la ayuda de la Unión Europea, el Gobierno español pidió a la OTAN ayuda para adquirir 1,5 millones de mascarillas y 450.000 respiradores. La OTAN carece de este material y se limitó a derivar la solicitud española a los otros 29 aliados, de los cuales muchos también son miembros de la UE.
  • Polonia, 25 de marzo. Las autoridades polacas impidieron que se exportaran cientos de miles de botellas de desinfectante de manos a Noruega, que no es miembro de la UE. La empresa noruega Norenco fabrica y empaqueta desinfectante de manos para el mercado escandinavo en una fábrica que posee en Polonia. El director ejecutivo de Norenco, Arne Haukland, dijo que, tras solicitar el permiso de exportación, llegaron cinco hombres a la fábrica y exigieron que se les enseñara su stock de desinfectantes. Dijo que la empresa recibió después una carta que le ordenaba a vender cualquier desinfectante que hubiese producido a las autoridades municipales de Lubin a un precio fijo, según las leyes de emergencia a causa del coronavirus aprobadas en Polonia a principios de marzo. La confiscación exacerbará los problemas de suministro a los que se enfrentan los hospitales noruegos.
  • Francia, 25 de marzo. El presidente Emmanuel Macron, en un discurso a la nación en un hospital militar en la ciudad de Mulhouse, al este del país, especialmente afectada por el coronavirus, pidió la unidad nacional —no la europea—: «Cuando participamos en la guerra, lo hacemos a fondo, nos movilizamos unidos. Veo en nuestro país factores de división, dudas, a todos aquellos que quieren fracturar el país cuando necesita tener una única obsesión: estar unidos para luchar contra el virus. Pido esta unidad y este compromiso».

Mientras, en Italia, una encuesta a nivel nacional publicada el 18 de marzo reveló que el 88% de los italianos cree que la UE no está ayudando a su país. Sólo el 4% pensaba lo contrario, mientras que un 8% no tenía opinión. Más de dos tercios (el 67%) de los italianos dijeron que creen que ser parte de la Unión Europea es una desventaja para su país.

En un artículo titulado «El coronavirus amenaza la unidad europea», Bill Wirtz, analista político residente en Luxemburgo, observó:

A medida que se extiende el coronavirus, los países Schengen están cerrando sus fronteras. Lo hagan o no porque creen que una respuesta coordinada europea sería ineficiente, o porque creen que sus votantes no lo aceptarían, es, en este momento, irrelevante. El mero hecho de que hayan resurgido las fronteras en Europa es un fracaso para la totalidad del acuerdo de fronteras abiertas de Schengen. (…)

No existe una respuesta coordinada de la UE a esta crisis, y como se hacen oídos sordos a las recomendaciones, Bruselas se enfrenta a una crisis de confianza. No hay una respuesta a la crisis a nivel de la Unión, ni pruebas ni investigaciones coordinadas. Peor aún, las instituciones de la UE son meras observadoras en una guerra entre los países, que están intentando limitar las exportaciones de suministros médicos para quedárselos ellos. En tiempos de crisis, se ha demostrado la verdadera influencia y capacidad de la UE, y es muy escasa.

Tal y como están las cosas, los países se están enfrentando a una crisis de escasez de camas de hospital, equipos médicos y recursos generales. Si el virus alcanza alguna vez unos niveles más bajos, y se extrae la conclusión de que la Unión Europea fue una espectadora impotente en el ojo del huracán (lo que es), entonces el acuerdo Schengen y las fronteras abiertas de Europa tendrán muy difícil recuperación.

Darren McCaffrey, redactor jefe de política del canal de noticias Euronews, con sede en Francia, escribió:

En las últimas dos semanas, la solidaridad se ha derrumbado en el bloque. Los países han empezado a imponer controles fronterizos con los países vecinos de la UE, e incluso Alemania ha tomado medidas para gestionar el flujo de personas que entran y salen de su territorio.

El martes, se formó una cola de 35 kilómetros en la frontera polaco-alemana, donde cientos de europeos —letones, estonios y lituanos— estaban atrapados en camiones, coches y autobuses.

Como la UE debe tomar medidas para prevenir la propagación de la enfermedad, muchos están preocupados por la esencia de la Unión Europea y sus cuatro libertades [el libre movimiento de bienes, servicios, capital y personas].

¿Qué es la UE, si sus ciudadanos no pueden moverse libremente? ¿Qué es el mercado único, si los bienes no pueden cruzar las fronteras de Europa sin obstáculos?

En un artículo titulado «Las naciones, primero: la UE lucha por su relevancia en su batalla contra el coronavirus», la revista alemana Der Spiegel señaló:

A medida que la pandemia se asienta en Europa, la unión, que cuenta ya décadas, está demostrando su debilidad. Si bien la UE logró sobrevivir al Brexit y a la crisis del euro, la crisis del coronavirus podría resultar un desafío insuperable.

En lugar de intentar encontrar soluciones conjuntas, el continente se está balcanizando y está volviendo a las soluciones nacionales. En lugar de ayudarse unos a otros, los países de la UE están acaparando mascarillas, como los europeos aterrados acaparan papel higiénico. Las primeras decisiones tomadas por algunos estados miembros de la UE de abstenerse de exportar equipos médicos a Italia —el país de la UE más afectado hasta ahora por la pandemia— ha eclipsado incluso la falta de solidaridad europea mostrada por el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, en la crisis de los refugiados.

Los europeos están incluso divididos en la cuestión de cómo combatir el virus. Mientras que Alemania está ansiosa por evitar que tantas personas como sea posible tengan contacto con el virus y se infecten, los Países Bajos quieren que tantas personas sanas como sea posible combatan el COVID-19, para así inmunizarse. La señal está clara: cuando las cosas se ponen serias, todos los países miembros miran primero por ellos, incluso 60 años después de la fundación de la comunidad.

Soeren Kern es miembro principal del Gatestone Institute, con sede en Nueva York.

 

Traducción del texto original: Coronavirus: The European Union Unravels
Traducido por El Medio

 
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