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| viernes noviembre 22, 2024

El emotivo desafío de permitir a las familias despedirse de un enfermo con Coronavirus

Esta es la historia de los precursores, el Hospital Ichilov de Tel Aviv


Profesor Roni Gamzo, Director del Hospital Ichilov 

Mueren solos. En la enorme mayoría de los casos, los enfermos de Coronavirus mueren solos. No podemos saber en qué medida son conscientes de ello, ya que fallecen generalmente cuando están ya hace días conectados a un respirador y por ende, adormecidos. Lo peor es la muerte misma, claro está. Pero las circunstancias en las que eso ocurre, son dramáticas de por sí. Desgarradoras.

Avi Shushan (38), portavoz y miembro de la Comisión Directiva del Centro Médico Sourasky en Tel Aviv, llamado comúnmente Hospital Ichilov (se pronuncia Ijilov), no entendía la lógica. “Todo el tiempo oímos historias terribles de enfermos que fallecen solos y del enorme dolor de sus familiares que no pudieron siquiera acompañarlos en sus últimos momentos. Y yo no podía entender por qué”, nos dice en una entrevista. “Un día que permití el ingreso de  dos periodistas, protegidos debidamente, al departamento Corona, lo primero que me dije fue ´si ellos pueden ¿por qué los familiares no?´y decidí hacer algo al respecto”

Avi Shushan, portavoz del hospital Ichilov de Tel Aviv

Avi Shushan, portavoz del hospital Ichilov de Tel Aviv

 

Sabiendo que en Israel, afortunadamente, la situación de presión en los hospitales ni se parece a lo que se vive en otros países del mundo en la crisis actual, y considerando que por lo tanto “no es racional no permitir el ingreso de los familiares”, decidió plantear el tema ante la Dirección.

“La respuesta fue unánime. Lo presenté a la Directiva y absolutamente todos dijeron que era una idea importante y que así debe hacerse”, nos cuenta Avi. El Profesor Roni Gamzo, Director del hospital, lo aprobó de inmediato y comenzamos a implementarlo, dando a los familiares la protección necesaria, igual a la de los médicos”.

 

Esto no significa que todas las familias deseen hacerlo. Hay quienes temen contagiarse y ante la certeza  que de todos modos, desgraciadamente, no podrán salvar a su ser querido internado, optan por abstenerse de la despedida directa, para no arriesgarse al contagio. Pero según Avi Shushan, de los 7 u 8 casos de fallecimientos en Ichilov desde que se adoptó esta práctica, la mayoría sí quiso hacerlo. En 5 casos, los familiares pudieron entrar, por 10 minutos y acercarse a su ser querido al que en poco tiempo, ya lo sabían, iban a perder. “Es una cuestión de moral, básica”, sostiene Avi, satisfecho de haber lanzado la idea y que se esté implementando.

La puesta en práctica tiene la misma complejidad que la protección de los equipos médicos, desde un punto de vista técnico. Pero claro que aquí se agrega una fuerte dimensión emocional. Es por eso que los familiares a los que se permite entrar son recibidos por una asistente social que los prepara, les explica cómo es el departamento de Corona, qué van a ver, les aclara cuánto tiempo pueden estar y luego es una enfermera la que los viste con los equipos protectores.

“No sabemos si el paciente entiende o capta algo”, explica Avi. “Pero esto es más que nada para la familia, que al menos puede decir Shma Israel…y a veces ya es el Kadish”.

 

El Profesor Roni Gamzo se refiere a esta política en términos superlativos, con plena convicción. “La decisión de permitir que familias se despidan de su ser querido enfermo, fue la más justificada y moral que la directiva de Ichilov adoptó en estos tiempos de Coronavirus, y estamos orgullosos de ello”, declaró. “Sabemos que otros hospitales en Israel y el exterior han seguido nuestros pasos y esperamos que muchos más lo hagan, alentados por las historias de las familias a las que se permitió tener esos momentos de gracia y compasión . Hay que esforzarse para hallar los caminos que permitan actuar de modo moral, también en momentos de pandemia”.

Consultamos al respecto al Centro Médico Sheba-Tel Hashomer, cuyo portavoz nos confirmó que están haciendo posible los encuentros en cuestión, pero sólo en determinadas circunstancias muy específicas y por unos pocos minutos. No se trata de una práctica adoptada como política como en el Ichilov.

En el hospital Meir de Kfar Saba sí han adoptado esta línea en forma mucho más general.

 

Una gran responsabilidad en este nuevo camino, más allá del tema médico propiamente dicho, es la de Sivan Hever, Directora del Servicio Social del Ichilov, que tiene a su cargo el nuevo desafío. “Toda esta situación es removedora y dolorosa”, explica. “Las familias llegaron sumamente emocionadas, en medio de un torbellino de sentimientos, y las lágrimas no cesan de correr por sus rostros”.

Según Sivan, Ichilov fue el primer hospital en el mundo que se permitió esta práctica. “No teníamos de quién aprender ni ejemplos que seguir, fue una situación muy compleja para todos”. Explicó la problemática de la protección, la división en grupos, la determinación del orden de acuerdo al grado de parentesco , pero más que nada, hizo referencia a situaciones puntuales que plantean lo desgarrador de esta vivencia.  “En un primer grupo, el hijo rehusaba salir de la habitación, agobiado por el dolor. Su protector de los ojos ya no permitía ver nada, de tanto llorar. Y la hija agradecía por esos momentos que pudo tener, con el llanto quebrándole continuamente la voz, pero tratando de permanecer entera”. Y agregó, en tono personal. “Para nosotros, es un privilegio ser parte de un momento tan humano en medio de esta locura”.

Y los testimonios de las familias lo dicen todo.

Avi Shushan compartió con Semanariohebreojai el testimonio de Elisheva Stern, cuyo padre Simja falleció de Coronavirus, a los 75 años. “Mi padre era una persona muy activa y llena de energía. Hace tres semanas sentí que algo no estaba bien con él y lo llevamos a Ichilov. Se le detectó la enfermedad y fue internado en el departamento de pacientes conectados a un respirador, en muy grave estado. A medida que los días iban pasando, su estado empeoraba y lo único en lo que yo podía pensar era que papá está solo y yo no estoy a su lado”, contó. “Los pensamientos me torturaban, por el solo imaginar que se vaya de este mundo sin que yo pueda despedirme de él. Poco antes de la noche del Seder de Pesaj, me llamaron del departamento y me dijeron que papá estaba viviendo sus últimas horas, y me propusieron ir a despedirme de él”.

Simja Stern (z"l) con dos de sus hijas, una de ellas Shira, y algunos de sus nietos
Simja Stern (z»l) con dos de sus hijas, una de ellas Elisheva, y algunos de sus nietos

Elisheva admite que en un primer momento, sintió miedo, pensando que podría contraer el virus y contagiar así a sus siete hijos. “Al final decidí no temer e ir yo sola para decir adiós a una persona tan querida, que fue siempre un padre maravilloso. El personal médico se encargó de protegerme de la mejor forma posible, incluyendo botas, guantes y máscara, lo cual me hizo sentir mucho mejor y más tranquila”, relata. “Me acerqué a la cama de papá, lo miré y no podía dejar de llorar. Le leí versículos de la plegaria Shemá Israel y de Adon Olam, le dije que lo amo, lo acaricié y lo observé y diez minutos más tarde, nos despedimos para siempre. Esa oportunidad, fue el mejor regalo que me podían dar”.

Pocas horas después, Simja Stern falleció.. Era la noche del Seder de Pesaj.

Las mismas emociones embargaron a Shira y Dror Maor, padres de 9 hijos, residentes en la ciudad de Safed en el norte de Israel, a quienes llamaron recientemente, en shabat, para que se despidan de la mamá de Shira, Sgula Yanai, de 81 años.

Sgula Yanai (z"l)
Sgula Yanai (z»l)

 

“Mi querida madre era una mujer buena y suave”, contó Shira. “Sufría de demencia avanzada y a pesar de ello, siempre supo ser agradable con todo aquel que la rodeaba, siempre con  una buena palabra para decir”. Hace dos semanas no se sintió bien, su hija llamó una ambulancia  y la llevaron al Ichilov, donde se confirmó que había contraído Coronavirus. Ya al día siguiente sufría de problemas respiratorios.

“El sábado de noche cuando llamaron por última vez del hospital, dijeron que es el final, y que podemos ir a despedirnos de ella”, cuenta Shira. Ella y su esposo no dudaron y emprendieron camino a Tel Aviv para darle el último adiós.

“Cuando llegamos nos recibió una asistente social que supo sonreírnos y actuar con compasión y empatía por nuestra situación. Nos reunimos en una pieza, el médico nos explicó bien el proceso que requiere protección completa y que el tiempo es limitado, así como también cómo sería luego el proceso de quitarnos el equipo protector”, explicó Dror, el esposo de Shira. “Al final Shira tenía dificultades para respirar con toda esa ropa especial y decidió no entrar sino que se quedó parada en la entrada. Yo entré a la pieza de mi suegra, en la que había otros pacientes con respirador. Leí  el Shemá, un capítulo de los Salmos y sentí que a pesar de lo difícil del momento y de la escena toda, podía captar la presencia de mi suegra y que ella también sentía la mía. Estamos agradecidos a la dirección del hospital Ichilov por este paso valiente, la dedicación y el pensamiento humano que nos permitió despedirnos en forma digna de lo más querido que tenemos”.

 

http://www.semanariohebreojai.com/articulo/2601

 
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