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| viernes noviembre 22, 2024

Los archivos, la memoria y la historia son implacables


Cuando el Papa Francisco anunció la apertura de los Archivos del Vaticano del período que coincide con la Shoá, además de ser una noticia de impacto, abrió muchas expectativas. Décadas de libros, obras de teatro, películas, comentarios, sobre la gestión del Papa Pío XII en esa tenebrosa época de la historia contemporánea, iban a quedar atrás. Ahora se iba a saber si las acusaciones contra el comportamiento de Pío XII habían sido correctas, o el Papa Benedicto XVI tuvo razón cuando lo promovió para santificarlo.

En esta última semana, varios prestigiosos medios escritos publicaron las primeras conclusiones de los investigadores que apenas tuvieron 10 días de estudio, ya que el coronavirus interrumpió todo.

Primera conclusion e información anunciada públicamente: el Papa Pío XII recibió informes del asesinato en masa de judíos mientras se ejecutaba el Holocausto, pero sus asistentes expresaron dudas sobre la información.
Historiadores alemanes que comenzaron a estudiar el material, publicaron sus primeros comentarios en el semanario Die Zeit. El grupo de historiadores es liderado por el Profesor Hubert Wolf, experto sobre Iglesia Católica de la Universidad de Munster. Más conclusiones: “La Iglesia Católica tenía información mucho antes de reconocer hechos del Holocausto y lo ocultó para que no se generara un fuerte desprestigio a su accionar. Eugenio Pacelli fue Secretario de Estado del Vaticano hasta 1939, antes de convertirse en Papa con el nombre de Pío XII, y en los años posteriores a su asunción eligió hacer silencio sobre los crímenes nazis”.
Los investigadores encontraron documentos que indican que Pío XII recibió información detallada de asesinatos en masa antes, y después de 1942. La oficina de Ginebra de la Agencia Judía envió un informe a Estados Unidos. El informe fue llevado al Vaticano por Myron Charles Taylor, enviado especial y personal del Presidente Franklin Roosevelt. Los historiadores alemanes han encontrado pruebas de que Pío XII leyó dicho informe el mismo día que lo recibió.
El informe detalla la destrucción del Ghetto de Varsovia y cómo eran asesinados los judíos sin distinción de género o edad. El informe que recibió el Papa también señala que los exterminios en masa no tenían lugar en Varsovia sino en campos que se había creado especialmente para ello.
El mismo informe especifica el asesinato de 50 mil judíos en Lvov (hoy, parte de Ucrania; entonces, parte de Polonia) y que se sabía que más de 100 mil judíos habían sido asesinados en Varsovia. El reporte era muy contundente: en Polonia Oriental, incluyendo áreas ocupadas por los rusos, no había ya judíos con vida.
Pío XII también fue informado en el mismo reporte que judíos de Alemania, Bélgica, Países Bajos y Eslovaquia habían sido trasladados a Europa Oriental y asesinados. El informe agrega que habían incitado a los polacos católicos a perseguir a los judíos. Esto es muy significativo que esté escrito en estos documentos cuando desde hace un tiempo los polacos quieren discutir públicamente su inocencia en la persecución de judíos durante la Shoá.
El enviado de Roosevelt le pidió al Vaticano que le dijeran si tenían información que corroborara el informe. Taylor pidió que a la luz del reporte, la Santa Sede debía movilizar al mundo civilizado para hacer algo que permitiera detener las matanzas.
Los informes que ahora han podido leer los investigadores indican que luego que el Papa leyó tanto la carta de Roosevelt como el informe completo, el Secretario de Estado del Vaticano Luigi Maglione escribió: ”No creo que tengamos información que confirme detalladamente estas serias noticias¿verdad?”. Sin embargo, más documentos demuestran que en ese mismo momento el Vaticano tenía suficiente información para confirmar y demostrar públicamente la veracidad del documento de Estados Unidos, pero sea por antisemitismo o razones políticas, o ambas, las autoridades Vaticanas eligieron minimizar totalmente su veracidad.
El Vaticano no tuvo apuro alguno para responder. Estados Unidos insistió. El Cardenal Montini respondió “que habían escuchado sobre maltrato a los judíos pero no tenían como comprobar la veracidad de la información”. Los historiadores agregan un elemento importante en esta primera aproximación que han podido hacer a los Archivos. Para ello, mencionan a un consejero del Papa Pío XII, Angelo Dell´Acqua, de quien se encontró un informe donde escribió:”Tenemos dudas de la información de la Agencia Judía sobre exterminio de los judíos en Polonia. La información debe ser verificada ya que los judíos suelen normalmente exagerar”. O sea que, uno de los Secretarios del Papa dejó establecido en plena Shoá que debido a la naturaleza de los judíos, el informe sobre asesinatos en masa parecía una exageración.
Lo más sencillo sería que los historiadores dijeran que nada de lo que han desentrañado a través de los Archivos vaticanos llama a sorpresa, y que todo lo que encuentren cuando reanuden la larga lectura del resto del material no hará sino confirmar lo que ya han encontrado.
Pero no es tan sencillo. Hay un trabajo profesional investigativo que tiene que finalizar aunque demore años. Y eso es esencial porque no se trata sólo de confirmar el grave y doloroso comportamiento del Estado Vaticano entre 1939 y 1945, sino de probarlo en su totalidad y aprender una nueva lección sobre cómo fue posible la Shoá.
Los nazis y sus cómplices ejecutaron su plan de exterminio, y con el apoyo empresarial, tecnológico, y científico de universitarios alemanes de la medicina, la ingeniería, la arquitectura más las empresas, construyeron campos de exterminio, cámaras de gas, hornos crematorios. Y los verdugos voluntarios de Hitler hicieron las matanzas con consciencia y sin pausas.
Eso ya lo sabemos y debemos recordarlo a cada instante. Pero debemos recordar con igual intensidad el silencio, la indiferencia, la mirada hacia el costado, el odio complaciente con las ejecuciones.
Estos Archivos que abrió el Papa Francisco marcan con fuego un tiempo y un accionar que nunca debió haber existido. Pero existió y se terminaron las especulaciones. El Papa Benedicto XVI se apresuró al querer santificar a Pío XII. Pero como sabemos, para concretar la santificación tiene que existir un milagro. El milagro no está. Queda algo más tangible: la verdad. A medida que sigan abriendo archivos, el milagro se irá alejando y la verdad se irá escribiendo con mayúscula.

 
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