Egon Friedler
La Republica. Uruguay
5.9.2012
El mundo contempla con evidente sorpresa la insólita discusión entablada públicamente en Israel sobre si atacar o no a Irán. Parece demencial y suicida: un pequeño país de 7 millones de habitantes, de los cuales más de un millón son árabes, podría lanzarse contra un poderoso país petrolero de 78 millones de habitantes.
¿Es real la discusión o se trata de una estratagema para presionar a Estados Unidos y a la Unión Europea a frenar con medidas reales y efectivas a la teocracia iraní en sus ambiciones nucleares? A esta altura del debate ya quedan pocas dudas. El debate no es académico en absoluto. Tan real es, que hasta el presidente Shimon Peres, cuyo cargo simboliza la unidad del país y que por lo tanto suele abstenerse de entrar en discusiones políticas, consideró necesario intervenir. Y su opción es no atacar. El veterano político, que ha actuado en la vida pública desde los albores del estado, ha dado una serie de razones de las cuales la más importante es que Israel no puede darse el lujo de entrar en conflicto con los Estados Unidos.
El bando de los que consideran que es necesario impedir que Irán tenga la bomba mientras aún existe una chance real de evitarlo, visiblemente está encabezado por el Primer Ministro, Benjamín Netanyahu y el Ministro de Defensa, Ehud Barak.
El escritor David Grossman, opinó que el Primer Ministro tiene la creencia “catastrófico-mesiánica” de que el objetivo central de su vida es impedir que Irán tenga la bomba. Al mismo tiempo sostiene que Netanyahu no quiere aparecer como débil y vacilante ante la opinión pública si da marcha atrás.
¿Cuál es la relación de fuerzas en la opinión pública israelí? Según el periodista Donald Macintyre del diario británico “The Independent” : “La oposición pública por parte de los últimos jefes del Mossad y de los Servicios de Inteligencia refleja opiniones similares en las jerarquías actuales del ejército, excluyendo al Ministro de Defensa Ehud Barak, pero incluyendo al jefe del Estado Mayor, general Benny Gantz. Considerando que el Primer Ministro israelí no es muy afecto a asumir riesgos innecesarios es difícil pensar que no tenga en cuenta que el beneficio que eventualmente podría obtenerse con un ataque : la demora de tres años en el programa nuclear iraní, justifica los enormes riesgos de un conflicto bélico con Teherán.”
Por su parte Yossi Alpher, un ex asesor del gobierno de Itzjak Rabin y editor del sitio en Internet israelí-palestino “Bitter Lemons” opina que es evidente que Netanyahu y Barak no cuentan con la mayoría de la opinión pública. A su juicio hay un 50% de probabilidades de que se produzca un ataque”.
Razones para la alarma no faltan. El “New York Times” cuya posición contra un ataque a Irán ha sido categórica, editorializa sobre el tema el 27 de agosto en estos términos : “Irán parece haber instalado centenares de centrífugas más en sus instalaciones subterráneas de Fordow, ampliando así su capacidad de producir uranio enriquecido al 20%, lo que podría permitirle obtener relativamente pronto una bomba atómica”
“Esto es una noticia inquietante. Pero el gobierno de Obama sensatamente dice “que hay tiempo y espacio” para seguir trabajando por una solución diplomática, a pesar de la creciente presión a favor de una acción militar de Israel y de sus partidarios”.
A pesar de este apoyo categórico a la presuntamente factible solución diplomática, dice más adelante el mismo editorial del “New York Times”: “Resulta decepcionante que ni el incremento de las sanciones y varias ruedas de negociaciones no han producido resultados. El mundo debería unirse para aplicar las sanciones y aislar a Irán.”
Al margen de sus intereses diferentes y su situación geopolítica ¿Qué es lo que diferencia la posición israelí de la norteamericana? Sin duda, la conciencia histórica. Israel no puede olvidar que el mundo no tomó en serio las amenazas de Hitler contra los judíos y consideró alarmistas a aquellos que denunciaban sus intenciones genocidas. Algo similar pasa hoy con las amenazas de genocidio contra Israel del régimen ultraderechista y teocrático iraní, que la gran mayoría de la opinión pública mundial ha dejado pasar sin la menor protesta.
Por ello, Israel se encuentra ante dos opciones igualmente espantosas. Si ataca a Irán comienza un conflicto en el que podría estar en juego su existencia, si deja que los fanáticos líderes de Teherán obtengan la bomba, las posibilidades de chantaje nuclear iraníes podrían tener para Israel consecuencias de una gravedad imprevisible
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