Alan M. Dershowitz
11 de septiembre de 2012
http://www.gatestoneinstitute.org/3342/terrorism-palestinian-statehood
Cuando la Autoridad Palestina sigue buscando el reconocimiento de las Naciones Unidas como un «estado», el mundo debería considerar las implicaciones.
Si la ONU reconoce ahora a Palestina como un estado, sin requerir de sus líderes que negocien un acuerdo de paz con Israel, enviaría un claro mensaje a otros grupos que buscan reconocimiento y condición de estado: el terrorismo se ganará la simpatía del mundo y seguirá su camino.
El terrorismo palestino tiene un pedigrí de muchas décadas, que es muy anterior a la condición de nación de Israel. En 1929, Haj Amin al Husseini, el Gran Mufti de Jerusalén y líder oficial del pueblo palestino – ordenó a sus seguidores asesinar a cientos de judíos ancianos en Hebrón y otras ciudades y pueblos donde judíos habían vivido durante milenios.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Husseini se trasladó a Berlín donde se entrevistó con Adolf Hitler y Adolf Eichmann. En el juicio de Eichmann por crímenes de guerra, en 1961, se supo que Husseini había impedido, personalmente, que cerca de 1.000 niños judíos húngaros fueran enviados a países neutrales. En cambio, insistió en que fueran enviados a Auschwitz, donde fueron asesinados.
En 1948, los palestinos se negaron a aceptar el compromiso de solución de dos estados propuesto por la ONU y, en cambio, se involucraron en la guerra genocida de los estados árabes, en la que murió el 1% de la población de Israel, incluyendo muchos civiles.
En 1968, un palestino nacido en Jordania, Sirhan Sirhan, educado para odiar todo lo relacionado con los judíos o con Israel, asesinó al Senador por Nueva York y candidato presidencial Robert Kennedy. Cinco años más tarde, el jefe de la Organización para la Liberación de Palestina, Yasser Arafat, dispuso secuestrar a tres diplomáticos estadounidenses y ofreció cambiarlos por el asesino de Kennedy. Cuando EE.UU. se negó a liberar a Sirhan, Arafat ordenó, personalmente, la tortura y asesinato de los estadounidenses.
En 1972, Arafat ordenó el ataque terrorista en los Juegos Olímpicos, en el que varios atletas y entrenadores israelíes fueron asesinados. Siguieron décadas de secuestros de aviones, bombardeos de sinagogas y otros ataques que atrajeron la atención del mundo. Estos ataques continúan, el más reciente fue el asesinato, esta semana, de soldados egipcios cerca de la frontera con Israel, al parecer llevado a cabo con la complicidad de los terroristas palestinos de Gaza.
En lugar de condenar la omnipresente violencia, la ONU ha hecho todo lo posible para premiarla, incluyendo dedicar agencias especiales, completas, a los palestinos y a su causa. Al mismo tiempo, la ONU y la comunidad internacional le han dado la espalda a los tibetanos, kurdos y otros grupos, sin estados propios, que no han utilizado el terrorismo como su principal medio de lograr el reconocimiento y la condición de estado.
Sin embargo, los argumentos para la condición de estado palestino son mucho más débiles, porque a los palestinos se les ha ofrecido la condición de estado en numerosas ocasiones – 1938, 1948, 2001 y 2007. En cada una de esas ocasiones, el liderazgo palestino rechazó la oferta eligiendo, en cambio, la pistola y la bomba.
A pesar de esta sórdida historia, la Asamblea General de la ONU – que incluye decenas de estados que no reconocen a Israel – es probable que este otoño vote, por primera vez, a favor de la condición de estado palestino.
Estoy a favor de la creación de un estado palestino, pero sólo si el liderazgo palestino negocia un tal estado con Israel y rechaza el terrorismo. El gobierno de Israel ha ofrecido iniciar negociaciones, prometiendo generosas propuestas sin ninguna condición previa. Los palestinos siguen rechazando esas ofertas de una solución negociada de dos estados – la Autoridad Palestina prefiere la acción unilateral a través de la ONU y Hamas prefiere el terrorismo.
Estoy a favor de un Estado palestino, no tanto porque los palestinos se hayan ganado este derecho a través de sus acciones y de su historia, sino porque Israel se beneficiará al poner fin a los asentamientos civiles en la Margen Occidental y al permitir que los palestinos controlen su propio destino. Si los palestinos aceptaran la propuesta «tierra por paz», del tipo largamente ofrecido por Israel, el mundo vería que el conflicto ha sido siempre más sobre compromisos territoriales y la aceptación de Israel, que sobre derechos humanos.
Otra razón importante para exigirles a los líderes palestinos negociar y comprometerse, como condición para la condición de estado – cosa que los israelíes hicieron cuando aceptaron el Plan de Partición para Palestina de la ONU de 1947 – se debe a la experiencia con Gaza. Israel se retiró unilateralmente de Gaza en 2005, sin un acuerdo o convenio. Dejó atrás cultivos y otros equipamientos, con la esperanza de que los palestinos utilizarían su nueva autonomía para construir una patria próspera que podría vivir, lado a lado, en paz con Israel.
En cambio, Hamas aprovechó esta autonomía para llevar a cabo un violento golpe de estado, seguido por repetidos ataques con cohetes contra civiles israelíes. Existen todas las razones para temer que tal violencia destructiva se repetiría si a los palestinos se les otorgara la condición de estado sin negociar un acuerdo de paz con Israel.
Si la ONU premiara esta pésima historia de violencia y terrorismo, alentaría a otros grupos a seguir el «camino palestino» hacia la condición de estado. El resultado final sería más violencia y terrorismo en el mundo.
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Difusion: porisrael.org
alan,solo con leer el segundo párrafo,se hace insostenible seguir leyendo por lo absurdo del mismo.es obvia la brutalidad de concepto y el intento de hacer pasar burdamente,una mentira,como verdad.