Benjamín Netanyahu y Joe Biden en 2016.
(Oficina de Prensa de Israel)
Cuatro años de Donald Trump demostraron que el liderazgo estadounidense sobre el mundo libre es insustituible. Incluso antes de que el presidente Joe Biden asumiera el cargo el miércoles, su nueva administración había elaborado una lista de prioridades nacionales e internacionales que inmediatamente comenzó a implementarlas.
Que Estados Unidos se mantenga económica y militarmente fuerte es crítico para la seguridad de Israel. Si Biden logra terminar con la polarización de la sociedad impulsada por su predecesor, entonces Jerusalem -si actúa sabiamente- podría convertir sus intereses nacionales en una cuestión bipartidista, tal como lo supo ser durante mucho tiempo.
La campaña de máxima presión de Trump no logró obligar a Irán a negociar un nuevo acuerdo nuclear, con restricciones en el desarrollo de sus misiles. En cambio, la República Islámica utilizó los últimos años para acelerar su programa y avanzar hacia las capacidades nucleares.
Los expertos creen que Teherán está a 10 meses, como máximo, de su primera ojiva nuclear viable. Y si no se detiene, podría convertirse en un estado de umbral nuclear para fines de 2021. Esto no solo cambiaría la dinámica de poder en Medio Oriente, sino que amenazaría al mundo entero.
Israel ya ha declarado que un Irán nuclear no es una opción aceptable y probablemente lanzaría un ataque militar para evitarlo, provocando una guerra regional que finalmente obligaría a Estados Unidos a involucrarse.
El equipo de seguridad nacional de Biden y el propio presidente han admitido que este escenario los mantiene despiertos por la noche, no solo por las posibles acciones de Israel, sino porque los misiles de largo alcance de Teherán también podrían amenazar la seguridad de los norteamericanos.
Washington ha elegido la vía diplomática para avanzar en un nuevo acuerdo que restringirá las ambiciones a largo plazo de Irán, incluido su programa de desarrollo de misiles y sus políticas agresivas en Medio Oriente. Esto incluiría mejoras sobre el JCPOA, firmado en 2015, durante la presidencia de Barack Obama.
Los funcionarios de defensa israelíes creen que Jerusalem no debería anunciar abiertamente su oposición a las políticas de Biden, argumentando que la nueva administración es tan consciente de la amenaza como Benjamín Netanyahu y el gobierno israelí.
El primer ministro dijo en una entrevista pocos días antes del final de la presidencia de Trump que regresar al acuerdo nuclear de 2015 sería imprudente. Pero sus aliados dicen que también entiende que la campaña de máxima presión fracasó y que demócrata ya ha optado por una solución diplomática.
Netanyahu sabe que debe cooperar con la nueva Casa Blanca y que un enfrentamiento con Biden durante la actual campaña electoral en Israel podría dañar sus posibilidades de ganar. También es consciente de que una interrupción de la cooperación militar entre Estados Unidos e Israel pondría en peligro la capacidad de su país para emprender acciones militares contra Irán si fuera necesario.
Israel abogará por el mantenimiento y fortalecimiento del eje anti-Irán de los estados árabes promovido por los Acuerdos de Abraham. Pero hay un obstáculo que debe eliminarse antes de que se pueda solidificar la relación de Jerusalem con la nueva administración y es la posición de Netanyahu.
Las acciones del primer ministro durante los años de Obama han causado resentimiento y desconfianza entre los funcionarios de defensa en Washington. Uno solo puede esperar que su profesionalismo supere su animosidad personal, por el bien de la seguridad de Israel.
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