Los inmigrantes de Bnei Menashe son bienvenidos en Israel. Foto: Laura Ben-David
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de enero, las hermanas Rut (28), Dina (21) y Avigail (13) Lhanghal oriundas del noreste de India emigraron a Israel, la tierra que sus antepasados se vieron obligados a abandonar hace 27 siglos.
La valiosa historia comenzó en 732 a. C. cuando los asirios conquistaron el reino norteño de Israel, que se había separado del reino sur de Judea 200 años antes, y deportaron a las nueve tribus que allí vivían.
Menashe (Manasés) fue la más grande de estas llamadas “tribus perdidas”. Sus miembros vagaron por Asia Central y el Lejano Oriente durante siglos hasta establecerse finalmente en las aldeas de Manipur y Mizoram a lo largo de las fronteras de Birmania (ahora Myanmar) y Bangladesh.
Aislados del mundo, los Bnei Menashe (hijos de Manasés) continuaron practicando el judaísmo bíblico y soñando con su regreso durante 2.700 años.
En los años 70, comenzaron a llegar cartas a los primeros ministros de Israel de un grupo de indios que reclamaban su herencia judía pero los líderes estaban ocupados con la construcción y defensa de la nación, y las cartas fueron ignoradas.
De todos modos, las misivas siguieron llegando y en la primavera de 1997, un sobre arrugado de la India aterrizó en el escritorio de Michael Freund, un joven inmigrante de Nueva York que trabajaba en la oficina de comunicaciones del primer ministro Benjamin Netanyahu.
Freund le dijo a ISRAEL21c que la carta ”fue un llamado muy emotivo” de personas que decían que eran descendientes de la tribu de Menashe y que querían volver a casa.
“Mi reacción inicial fue: ‘Esto es una locura’. No creía que pudiera haber una tribu perdida de nuestros hermanos en algún lugar del noreste de la India. Pero había algo sincero en la carta y decidí responder”, indicó el religioso.
Ese acto cambió la vida de Freund y la de miles de Bnei Menashe en Mizoram y Manipur. Hoy ya hay casi 4.500 miembros de Bnei Menashé en Israel, incluidos los nacidos aquí.
Las hermanas Lhanghal fueron parte del último grupo en llegar, poco después de que otros 252 miembros de la comunidad aterrizaran en diciembre en Israel.
Los más de 6.000 restantes esperan, con la ayuda del gobierno israelí y la organización sin fines de lucro Shavei Israel dirigida por Freund, unirse a ellos. Shavei significa ”repatriados” en hebreo.
Sinceridad y compromiso
A mediados de la década de 1980, los líderes de Bnei Menashe se conectaron con el rabino israelí Eliyahu Avichail, fundador de una organización dedicada a encontrar descendientes de las tribus perdidas.
Una vez que estuvo convencido de sus orígenes judíos, Avichail introdujo a los Bnei Menashe en la práctica judía ortodoxa contemporánea y en festividades como Janucá, que conmemora eventos durante el período del Segundo Templo, mucho después del exilio de sus antepasados.
Avichail y otros ayudaron a algunas familias Bnei Menashe a emigrar a Israel en las décadas de 1980 y 1990. Hasta que llegó esa carta clave al escritorio de Freund.
Cuando hizo su primera visita a una comunidad de Bnei Menashe, Freund vio a la gente acudiendo a la sencilla sinagoga de bambú en el centro de la aldea. Era hora de minjá, el servicio de oración de la tarde.
“Allí me uní a la comunidad y nunca olvidé el poder de esa experiencia. Si cerrara los ojos y los escuchara recitar las oraciones, fácilmente podría imaginarse que estaba en Jerusalén. Me conmovió mucho su sinceridad y compromiso con el judaísmo y el pueblo judío. Vi que realmente querían vivir como judíos y hacer de Israel su hogar”, contó Freund.
En 1998, Freund organizó la primera inmigración de un gran grupo y en 2002 creó formalmente Shavei Israel. La tarea que enfrentó no fue -y no es- simple.
“Bajo la Ley de Retorno de Israel, cualquier persona con un abuelo judío tiene derecho a emigrar a Israel y recibir la ciudadanía de forma automática. Los Bnei Menashe no entran en esa categoría así que Shavei Israel trabaja con el Gobierno y el Gran Rabinato para conseguir los permisos para traer grupos y hacer que se sometan a un proceso de conversión formal”, explicó el rabino.
Solo entonces reciben beneficios de ciudadanía e inmigración.
Gracias a donaciones, Shavei Israel paga el pasaje aéreo y los costos de transporte, mientras que el Gobierno cubre la mayoría de los demás gastos de los recién llegados.
La abogada y periodista nacida en Etiopía Pnina Tamano-Shata, actual titular la cartería de Inmigración y Absorción, desempeñó un papel muy importante para permitir que más Bnei Menashe inmigren.
“Nunca estuvimos perdidos”
“Gracias a Dios, hay 4.500 Bnei Menashe en Tierra Santa que cumplen los sueños de sus antepasados”, indicó Tzvi Khaute, coordinador comunitario de Shavei Israel para los Bnei Menashe en Israel e India.
Ex profesor de economía de la escuela secundaria de Manipur, Khaute emigró a Israel en 2000.
“A nuestros ojos, nunca nos perdimos. Sabíamos quiénes éramos y siempre quisimos volver a casa y reconectarnos con nuestras raíces”.
En la India ayudó a fundar centros educativos donde los inmigrantes potenciales profundizan en los textos judíos, aprenden hebreo básico y se preparan para la vida en Israel.
Hoy trabaja con varios ministerios gubernamentales para satisfacer las necesidades de los inmigrantes, desde los bebés hasta los más ancianos.
“Después de 27 siglos en el exilio, volver a casa es un gran desafío, pero todos están felices de vivir en esta afortunada generación que pudo hacer aliá. Mis hijos tienen aún más suerte porque nacieron aquí y están completamente integrados en la sociedad israelí. Siempre me dicen: ‘Papá, tú eres indio Bnei Menashe y nosotros somos israelíes Bnei Menashe’. Mis padres también vinieron y para ellos fue difícil dejar atrás a sus amigos y su hogar pero quisieron vivir y morir aquí”, le dijo Khaute a ISRAEL21c.
Una inmigración exitosa
Por el momento y de forma temporal, los recién llegados viven en el centro de absorción de Shavei Israel cerca de Netanya. Luego se trasladarán a ciudades como Nof HaGalil, Maalot, Acre, Tiberias y Migdal HaEmek en la Galilea y Sderot en el sur.
Es que históricamente, la mitad de la tribu de Menashe vivió en la Galilea y la otra mitad en el lado este del río Jordán, en una región que hoy incluye los Altos del Golán.
“Todos tienen un fuerte sentido de retorno, espiritual y geográfico”, manifestó Freund.
Freund narró que como todo grupo de inmigrantes, enfrentan desafíos y dificultades. Y si bien a algunos les va mejor que a otros, en general la inmigración ha sido un gran éxito.
Shavei Israel organiza programas de formación lingüística y profesional. ”Es muy importante para ellos poner comida en la mesa luego de trabajar duro”, explicó el rabino.
Muchos Bnei Menashe trabajan en fábricas de alta tecnología en el norte mientras que otros se convirtieron en enfermeras, higienistas dentales, trabajadores sociales y rabinos. Algunas de las generaciones más jóvenes sirven en unidades de élite de las Fuerzas de Defensa de Israel y otras estudian en la universidad.
El grupo que llegó en diciembre traía a Oved Hrangchal, un luchador artes marciales mixtas premiado de que espera unirse al Ejército y representar a Israel en competiciones internacionales.
“Los Bnei Menashe demostraron ser sionistas comprometidos que trabajan duro y hacen su servicio militar porque sienten un fuerte apego y quieren contribuir a la defensa y prosperidad de Israel. Son realmente una bendición para el país porque un judío no se mide por la forma de sus ojos o el color de su piel, sino por lo que hay en su corazón y su alma”, declaró Freund.
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