Es difícil escribir estas líneas con tranquilidad habiendo escuchado esta tarde el discurso del Primer Ministro saliente Biniamin Netanyahu en la Kneset, horas antes de asumir el nuevo gobierno y pasar él a convertirse en jefe de la oposición. Es que duele ver al político quizás más capaz en la historia de Israel, una figura de gran nivel que tantos años dedicó a la vida pública, actuando como quien no sabe perder, no logra siquiera desear suerte a su sucesor y continúa con un discurso incendiario que tanto daño ha hecho a la sociedad en los últimos años.
Biniamin Netanyahu (71) finaliza este domingo 15 años en el poder, 12 de ellos consecutivos. Superó hace ya mucho el record del fundador de Israel David Ben Gurion. Se va del cargo asegurando al pueblo que le robaron las elecciones y que él volverá pronto, tratando de inculcar en la opinión pública una noción absolutamente falsa. El que él encabece el partido más grande de Israel, el Likud con 30 escaños de los 120 de la Kneset, no lo convierte en el ganador. El único criterio en el sistema político israelí es quién logra formar coalición, y él no lo logró. Lo sabe, pero eso no lo frena en una retórica que quita legitimidad no sólo al nuevo gobierno sino también en forma personal a Naftali Bennett que será el Primer Ministro en su lugar.
Netanyahu irrumpió a la política israelí tras ser un excelente Embajador de Israel ante las Naciones Unidas en la segunda mitad de los años 80 del siglo pasado. En 1993 confirmó su inserción en el mapa político israelí al ser electo como líder del partido Likud . En 1996 fue electo Primer Ministro en las primeras elecciones luego del asesinato de Itzjak Rabn, perdió en 1999 ante el laborista Ehud Barak, se retiró y en el 2009 volvió a resultar electo, iniciando el largo período de 12 años consecutivos en el poder.
En una rueda de prensa virtual organizada por Media Central , el Dr. Guy Ben-Porat , catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad Ben Gurion de Beer Sheba , trazó a pedido de este portal un perfil de Netanyahu:
- “ Hace 15 años escribí sobre él que entró a la política como un político neo-conservador. Fue uno de los primeros que llegó con una agenda muy concreta de economía liberal y al mismo tiempo de posturas de halcón”, señaló. “Es un político muy inteligente, con ideología. Mucho de eso se perdió en los últimos 12 años, por su personalidad y porque está hace demasiado tiempo en el poder. Estuvo dispuesto a ir demasiado lejos para garantizar sus victorias”.
Y agregó, aclarando previamente que él no comulga con Netanyahu: “Su peor problema es que está dispuesto a todo para ganar. Algunos dirán que ese es su fuerte. Yo lo veo como algo moralmente problemático”.
Ben-Porat destacó que es un “neo liberal que ha hecho buen trabajo en el campo económico” y recalcó la gran capacidad de Netanyahu.
Por otra parte, destacó que “tomó algunas decisiones correctas en el tema del Covid-19, demostró que su opción de concentrar toda la energía en las vacunas era la apropiada, porque eso nos permitió salir de la pandemia”.
Este catedrático israelí recordó que hay quienes comparan a Netanyahu con el ex Presidente de Estados Unidos Donald Trump, especialmente porque no reconoce que no logró ganar y quita legitimidad a quienes le suceden. “Pero la comparación con Trump es injusta porque Netanyahyu es mucho más preparado e instruido que Trump, mucho más racional y nunca dudó sobre la pandemia ni sobre el rol de la ciencia.”.
Un campo en el que cabe destacar positivamente el comportamiento de Netanyahu es el de la seguridad. Entró a la política prometiendo derribar a Hamas del poder en Gaza-y el análisis si eso habría sido oportuno o no es para una nota separada-y actuó todos los últimos años con gran responsabilidad y cautela en cuanto a operativos militares. Nunca fue apresurado a lanzarse a aventuras militares. En realidad, hubo quienes lo criticaron justamente por ello, alegando que si hubiera respondido con más firmeza a los ataques cada tanto desde Gaza con cohetes lanzados por los terroristas hacia la población civil israelí , Hamas no habría llegado al poderío militar que logró acumular.
En el tema palestino, se ahondó profundamente la desconfianza mutua entre él y el Presidente Mahmud Abbas. Pero aunque hoy parece imposible resolver el conflicto con los palestinos-y cada parte aporta sus obstáculos- cabe recordar que Netanyahu fue sumamente pragmático. En su momento se reunió con Yasser Arafat, firmó con él el acuerdo de Wye Plantation y entregó 4/5 de la ciudad de los Patriarcas, Hebron, a control palestino. Nunca actuó en esos temas como un fanático extremista.
En el tema de Irán, el propio Netanyahu presenta el resultado de su política como mucho más exitoso de lo que realmente ha sido. Es cierto que no tuvo reparos en atacar blancos iraníes en Siria, logrando demorar su instalación en dicho país, y cabe suponer que varios ataques “misteriosos” a distintas instalaciones del proyecto nuclear iraní son obra del Mossad ordenadas por él. Pero el hecho es que cuando él presionó al entonces Presidente de Estados Unidos Donald Trump a retirarse del acuerdo nuclear con Irán que había firmado su antecesor Barack Obama, Irán tenía en su poder 30 kilos de uranio enriquecido, y hoy tiene casi 3 toneladas.
En un tono especialmente duro se manifestó la Dra. Gaiyl Talshir, catedrática del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Hebrea de Jerusalem. “El problema central es que Netanyahu transformo el escenario ideológico israelí. Hizo todo lo que pudo para quitar legitimidad a los árabes israelíes, a la izquierda, a la oposición”, analizó. “Vemos su perspectiva en cómo los haredim (ultraortodoxos) y el Sionismo Religioso hablan de esta nueva coalición, diciendo que es anti judía, una desgracia para el pueblo judío, un lenguaje que antes no oíamos. Y eso es por la alianza política que Netanyahu hizo con quienes identificó como aliados naturales. Y esto ha hecho un gran daño a la política israelí”.
Esta catedrática agrega: “Especialmente en los últimos 3 años, se creó una seria grieta entre derecha e izquierda al poner Netanyahu en duda las instituciones democráticas de Israel, la oposición, los medios de comunicación públicos, las instituciones que deben hacer cumplir la ley, los jueces. Los presentó como izquierdistas opuestos a él. Al presentar a esas instituciones como ´anti Bibi´causó un daño a largo plazo, y eso no desaparecerá aunque él ya no sea Primer Ministro”.
Netanyahu se consideró siempre una figura perseguida por los medios y las “élites”, aunque él viene de una de ellas y aunque llegó a ser el Primer Ministro con más tiempo en el poder.
Es muy cierto que la tendencia básica de gran parte de los medios israelíes pareció siempre crítica de Netanyahu, aunque siempre se requirió su palabra y tuvo micrófonos abiertos cuando estaba dispuesto a hablar con la prensa y plantear sus posturas en cualquiera de los temas candentes.
Se le presentó categóricamente a distintos niveles como culpable de corrupción y criminal, aunque su juicio por sospechas de corrupción lejos está de terminar. Serán los jueces quienes determinen si es o no culpable. Gran parte del motor de las manifestaciones en su contra derivó del hecho que contrariamente a lo que había exigido cuando era jefe de la oposición al entonces Premier Ehud Olmert, aunque aún no había sido imputado, insistió en no retirarse tampoco cuando fueron presentados cargos en su contra ante un tribunal. En Israel, eso es legal, pero sus opositores lo consideraron ilegítimo.
Más allá de las naturales discrepancias sobre los diferentes temas sobre los que un gobierno toma decisiones, nuestra sensación es que lo que condujo al momento actual, no fue realmente la línea de Netanyau en temas concretos de sus políticas sino su personalidad. Cabe recordar que varios de los elementos que componen la coalición de cambio que le suceden, son figuras políticas antes cercanas a Netanyahu, a las que Netanyahu humilló y ofendió políticamente en distintos momentos, por lo cual prefirieron aliarse con partidos de línea ideológica distinta de la suya, con tal de no estar más del lado de Netanyahu.
A pesar de sus duras críticas al nuevo gobierno, Netanyahu tuiteó días atrás que garantizará una transición ordenada de gobierno. Ojalá que así sea. Será mejor recordar las cosas buenas que hizo por Israel, y no quedarse con el sabor tan amargo de su incendiario discurso de despedida, en el que ni siquiera auguró éxito a su sucesor.
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