Este no fue el peor discurso que se escuchó de Mahmoud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina. Pero si sus palabras en la Asamblea General de la ONU se interpretan como un discurso moderado, entonces estamos en problemas: no es que esperaba un acuerdo inminente, pero quedó claro que la paz está mucho más lejos de lo que pensamos.
Abbas dijo en la ONU que “hay documentos que prueban que un millón de palestinos tienen propiedades en el Estado de Israel”. Tengo noticias para él: decenas de millones de personas en el mundo fueron deportadas u obligadas a abandonar sus lugares de origen debido al establecimiento de un Estado-nación e intercambios de población.
De hecho, también hay un millón de judíos que fueron deportados u obligados a dejar sus propiedades en países árabes. Los judíos no fueron arrojados al mar ni destruidos como se proponía la parte árabe. Perdón por habernos salvado a nosotros mismos. El resultado fue una “Nakba”, una catástrofe, tanto judía como palestina. Esto es lo que ocurre en muchos enfrentamientos. No solamente los palestinos, sino decenas de millones de refugiados no recibieron ningún “derecho al retorno” ni recuperaron sus bienes.
Se sabe que los palestinos y sus partidarios, en la prensa y en la academia, se especializaron en la distorsión de la historia lejana. Pero en su discurso Abbas dio otro paso: tergiversar la historia reciente, la de las últimas décadas. “Los desafío a que demuestren cuándo rechazamos una propuesta real y seria para lograr la paz”, declaró el líder palestino. Probablemente sea uno de los desafíos más fáciles que tuve en mi vida.
¿Quién rechazó de plano el esquema de Clinton, que fue presentado a ambas partes en diciembre de 2000? La Autoridad Palestina, en un documento oficial y tras una reunión entre Arafat y Clinton en enero de 2001.
¿Quién respondió negativamente a la generosa oferta de Ehud Olmert en 2008? Abbas. Es cierto que Olmert afirmó que los palestinos nunca le dijeron que no, pero antes de cambiar su versión escribió y dijo que los palestinos habían rechazado el plan. Y los mismos palestinos, una y otra vez, admitieron ese rechazo.
La siguiente oportunidad fue en la reunión del 17 de marzo de 2014 en la Casa Blanca, en un esfuerzo promovido por John Kerry, Secretario de Estado de Estados Unidos. A los palestinos se les ofreció una oferta generosa que incluía la división de Jerusalem. Abbas volvió a patear el tablero y dijo que no.
La negativa palestina no comenzó en las últimas décadas. Los representantes árabes en la Comisión Peel, en 1937, rechazaron una propuesta de partición que les habría dado a los judíos solamente un 4% de la Palestina original. Y nuevamente dijeron que no a la propuesta de partición de 1947. De hecho después de la independencia de Israel en 1948 estuvieron casi dos décadas sin control israelí, sin la excusa de la “ocupación”. Pero no se estableció ningún estado
palestino.
No todo lo que dijo Abbas es infundado. Su crítica a la expansión de los asentamientos de israelíes es correcta. Pero insistir en reescribir la historia indica que los palestinos están lejos de la autocrítica, la realidad y los hechos. Estas son maravillosas noticias para los partidarios de un Gran Estado, tanto de izquierda como de derecha. Pero es una mala noticia para los que quieren un estado judío democrático.
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