El régimen teocrático de Irán, oficialmente designado patocinador estatal del terrorismo, lleva casi cuatro décadas desarrollando actividades terroristas en todo el mundo. ¿Por qué la Administración Biden y la UE no le imponen las mismas sanciones que a Rusia? En la imagen, el Líder Supremo de Irán, ayatolá Alí Jamenei, recibe al presidente de Rusia, Vladímir Putin, el 23 de noviembre de 2015. (Foto: khamenei.ir, vía Wikimedia Commons).
Aunque ha adoptado una serie de sanciones contra Rusia, como la restricción al acceso a sus mercados financieros y de capitales, la UE sigue apaciguando al más firme aliado de Moscú, Teherán, el mayor patrocinador estatal del terrorismo.
El Líder Supremo de Irán, ayatolá Alí Jamenei, está aprovechando de manera oportunista la tragedia humanitaria que se vive en Ucrania para esparcir la idea de que la guerra no es culpa de Rusia, sino de Occidente y del «régimen mafioso» de EEUU, que por su parte está tratando de negociar un nuevo acuerdo nuclear con los mulás. Al tiempo, Jamenei está tratando de hacer avanzar los principios revolucionarios y las ambiciones hegemónicas de su país y promoviendo sus tradicionales políticas antiamericanas y antioccidentales.
Los políticos iraníes están igualmente señalando a la OTAN por la crisis ucraniana. El presidente del país, Ebrahim Raisi, que formó parte del Comité de la Muerte responsable de la matanza de 1988, telefoneó al presidente ruso, Vlasímir Putin, para expresarle su apoyo y proclamar, según la agencia Mehr, controlada por el Estado iraní: «La continua expansión de la OTAN es una grave amenaza a la estabilidad y la seguridad de los países independientes en varias regiones del mundo».
Desafiando al régimen de los ayatolás, numerosos iraníes se reunieron ante la embajada de Ucrania en Teherán para manifestar su apoyo al pueblo ucraniano, criticar al Gobierno iraní por apoyar a Rusia y corear «¡Muerte a Putin!».
La Policía reprimió a los manifestantes, pero la Administración Biden y la UE permanecieron callados.
No obstante, los protestatarios se movilizaron en las redes sociales, en las que diseminaron proclamas como «La embajada rusa es un nido de espías», «Putin asesina y los estúpidos le apoyan», «Viva Ucrania» y «Larga vida a la paz».
Da igual la sangre que se derrame en Ucrania: es extremadamente improbable que el régimen iraní abandone su alineamiento con Rusia. Continúa la tensión entre Rusia y Occidente por la invasión de Ucrania, y Moscú no tiene mejor aliado geopolítico que Teherán. La crisis ucraniana acerca aún más a las castas rusa e iraní, opuestas ambas a Occidente.
Tanto Rusia como Irán parecen querer restaurar sus imperios del pasado, recomponer su prestigio y su orgullo, tan dañados. Irán y Rusia vienen tratando de reforzar su imagen ante la comunidad internacional presentándose como actores influyentes en Siria, por ejemplo, donde han incrementado notablemente el capital político y económico que invirtieron en mantener en el poder al presidente Bahar al Asad. Con asistencia rusa, Asad, que en 2011 prometió emprender reformas políticas, en estos diez años largos ha acumulado un historial de abusos y crímenes de guerra que comprende el gaseamiento de civiles inocentes, el bombardeo de escuelas y hospitales y la desaparición de miles de personas.
¿Por qué apaciguan la Administración Biden y la UE al régimen iraní, que lleva cuatro décadas atacando a norteamericanos y llevando a cabo asesinatos y actividades terroristas por buena parte del planeta?
Hezbolá, uno de los peones de Irán, ha sido acusado de ataques terroristas como el que tuvo por objetivo el cuartel de los Marines norteamericanos en Beirut en 1983, en los que murieron 241 personas; el de la embajada norteamericana en Beirut, también en 1983; el del año 2000 contra el USS Cole, en el que murieron 17 marinos norteamericanos; el del anexo a la embajada norteamericana en Beirut de 1984; así como el 11-S, por el que tribunales federales norteamericanos condenaron a Irán a pagar 7.500 millones de dólares a las familias de las víctimas. Hezbolá e Irán también han sido acusados del atentado contra la embajada de Israel en Buenos Aires en 1992, en el que murieron 29 personas.
Un tribunal de Washington consignó lo siguiente:
El Gobierno de la República Islámica de Irán tiene un largo historial de apoyo y aprovisionamiento de material a organizaciones terroristas, entre ellas Al Qaeda, que reivindicó la autoría de los ataques contra embajadas [norteamericanas en África] del 7 de agosto de 1998.
El régimen iraní procuró ayuda a Al Qaeda para la comisión de ataques terroristas contra EEUU en general. De nuevo ese tribunal:
Irán lleva décadas siendo el principal promotor estatal del terrorismo contra EEUU y sus intereses. A lo largo de la década de 1990 –por lo menos–, Irán vio a Al Qaeda como un instrumento útil para desestabilizar los intereses norteamericanos. (…) el Gobierno de Irán ayudó a, indujo a y conspiró con Hezbolá, Osama ben Laden y Al Qaeda en el lanzamiento de atentados a gran escala contra EEUU mediante la utilización de (…) potentes camiones bomba.
Irán también viene respaldando y financiando a al menos tres grupos terroristas que le ejercen de proxies: Hamás, que controla la Franja de Gaza; Hezbolá, que controla de facto el Líbano, y los huzis del Yemen, que, bajo supervisión iraní, parecen estar tratando de ayudar a Irán a desplazar a Arabia Saudí. Según el Wilson Center, de Washington:
La Guardia Revolucionaria de Irán y la Fuerza Qods procuran armas, entrenamiento y apoyo financiero a milicias y movimientos políticos en al menos seis países: Baréin, Irak, el Líbano, los Territorios Palestinos, Siria y el Yemen (…) En 2020, el Departamento de Estado estimó que Irán daba a Hezbolá 700 millones al año. En el pasado, Teherán ha dado 100 millones al año a grupos palestinos como Hamás y la Yihad Islámica.
En lugar de pedirle, la Administración Biden y los otros firmantes del acuerdo nuclear negociado en 2015 (China, Francia, Rusia, el Reino Unido y Alemania) –junto con la UE– están evidentemente dispuestos a recompensar a Irán. No queda claro el motivo. ¿Por tantos años comportamiento intolerable, tanto en el propio Irán como en el resto del mundo? El nuevo acuerdo nuclear, que ha sido calificado como el «peor de la historia», podría brindar a los mulás la capacidad de enriquecer uranio, de dotarse de un número ilimitado de armas atómicas y de los sistemas de misiles para montarlas; sacar a Irán de la lista de entidades terroristas foráneas de EEUU, conferirle legitimidad internacional y regarle con miles de millones en cash. Si alguien piensa que interrumpirá o ralentizará las actividades maléficas nacionales e internacionales de Teherán, vive en un mundo de fantasía. Irán ni siquiera llegó a suscribir el acuerdo de 2015, y ni que decir tiene que jamás lo honró.
Mientras EEUU negocia este nuevo acuerdo, la inteligencia norteamericana ha identificado a «al menos dos iraníes» que trataron de asesinar a antiguos altos cargos de la Administración Trump. Se dice que la Administración Biden trató de taparlo para no reventar las negociaciones conducentes a inundar de recompensas a Irán.
El régimen iraní, oficialmente considerado un patrocinador estatal del terrorismo, lleva a cabo actividades terroristas en todo el mundo desde hace cuatro décadas. ¿Por qué la Administración Biden y la UE no le tratan igual que al de Putin?
Traducción del texto original: Why Are the Biden Administration, EU, Appeasing the Iranian Regime?
Traducido por El Medio
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