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| sábado noviembre 23, 2024

El ‘nuevo orden mundial’ de Biden


Aunque no esté claro qué quiera decir Biden cuando hace referencia al liderazgo americano en el nuevo orden mundial, estos 15 meses remiten a una economía norteamericana debilitada por la inflación, la guerra en Europa, el resquebrajamiento de las alianzas en Oriente Medio y una creciente incertidumbre en Asia. (Imagen: iStock).

Recientemente el presidente de EEUU, Joe Biden, cerró su intervención en Business Roundtable con una confusa referencia a un «nuevo orden mundial». Según la transcripción de la Casa Blanca, Biden dijo:

«Sucede cada tres o cuatro generaciones. (…) [Un] tiempo en que las cosas cambian. Vamos a… va a haber un nuevo orden mundial ahí afuera, y tenemos que liderarlo. Y tenemos que unir al resto del mundo libre en ello».

¿De qué estaba hablando el presidente? Lo dijo al final de su discurso, así que no elaboró con posterioridad. Presumiblemente se estaba refiriendo a los cambios que se están registrando en las estructuras globales de poder posteriores a la Segunda Guerra Mundial, pero ¿tiene Biden un plan para América en ese nuevo orden mundial, mientras Europa puede verse envuelta en un conflicto de gran envergadura?

El pueblo americano ha de apañárselas para dar con las claves y figurarse qué quiso decir Biden. Lo mejor que podemos hacer es analizar las políticas que ha ejecutado en sus quince meses de mandato para ver si así podemos discernir algunos de los componentes de su plan para América en ese «nuevo orden mundial».

El proyecto central de Biden y los demócratas está siendo el Green New Deal. Habida cuenta de sus vastas reservas energéticas y capacidades tecnológicas, ¿liderará EEUU al mundo en el verdeamiento del planeta procurando a Occidente y a sus socios y aliados un suministro seguro y estable? La respuesta corta parece ser «no». China impera en la producción de materiales elaborados con minerales rarospaneles solares y molinos de viento: 6 de los 10 mayores productores están en la China comunista. Claramente, América no va a liderar el nuevo orden mundial verde, y Biden parece no tener un plan relevante que nos libre de nuevas disrupciones radicales en nuestro estilo de vida y de una mayor dependencia de China.

Igual de desconcertantes son otras decisiones energéticas de Biden. Cuando llegó a la presidencia acabó con el gasoducto norteamericano Keystone XL pero dio luz verde a un ruso Nord Stream 2 que haría a Europa cautiva del gas ruso; además, se opuso a los esfuerzos acometidos en el Congreso para imponer sanciones a este último en vísperas de la invasión rusa de Ucrania. Como embajador de EEUU ante los Países Bajos, fue un activo promotor de la política de la Administración Trump contra el Nord Stream 2. En la misma línea que venimos comentando, Biden aceptó inequívocamente en su primer día de mandato el Acuerdo de París sobre el clima, con lo que volvió a comprometer a EEUU con ese convenio profundamente errado.

En vez de respaldar la independencia energética de EEUU, así como su producción de gas y petróleo, Biden ha hecho que los consumidores norteamericanos carguen con unos precios de la gasolina que han subido hasta los 4-7 dólares el galón. La crisis energética es tan grave que la Administración Biden está hablando de comprar petróleo a Irán y a Venezuela. En lo relacionado con el gas y el petróleo, diríase que el nuevo orden mundial de Biden abundará en la merma de la independencia energética de EEUU y en el aumento de su dependencia de actores estatales perversos y, por tanto, en la paradójica financiación de sus esfuerzos por socavar a América en el escenario internacional.

¿Es la Europa de hoy en día, consumida por el miedo a la guerra con Rusia, parte de la concepción de Biden del nuevo orden mundial? Su respaldo al Nord Stream 2 sólo parece reforzar a Rusia, y su socavamiento de la producción nacional ha dejado a EEUU comprando medio millón de barriles de petróleo diarios a Rusia. A 110 dólares el barril, los contribuyentes norteamericanos están, pues, financiando la maquinaria bélica rusa con más de 20.000 millones de dólares anuales. Los regalos de la Administración a Rusia –el Nord Stream 2 y la prolongación del Nuevo START por otros cinco años– no han beneficiado a EEUU, ni al pueblo ucraniano ni a Europa, pero ¿está Biden modificando o reconsiderando su plan relativo al nuevo orden mundial? En una entrevista emitida el día de la invasión rusa de Ucrania, el zar climático de la Administración Biden, John Kerry, demostró que ésta sigue presa de sus fantasías Green New Deal al lamentarse en los siguientes términos:

«Pero, igualmente importante, veremos a la gente perder el foco… Espero que el presidente Putin nos ayude a mantener el rumbo en lo relacionado con lo que debemos hacer por el clima».

Cabe preguntarse si la adopción de ciertas decisiones antes de la invasión rusa de Ucrania podrían haber modificado los cálculos bélicos del presidente Vladímir Putin. ¿Y si Biden no hubiera respaldado el Nord Stream 2 y, en cambio, hubiera mantenido la posición de la Administración Trump? ¿Y si Biden hubiera atendido a los llamamientos del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y de varios miembros del Congreso en pro de la imposición de sanciones [a Rusia]? ¿Y si Biden hubiera decidido tomar las riendas, en vez de limitarse a seguir a Europa? Por lo que se ve, en el nuevo orden mundial de Biden, EEUU no lidera, sino que reacciona ante lo que hacen otros o sigue su estela.

¿Puede el desempeño de Biden en Oriente Medio sugerirnos algo de ese nuevo orden mundial? Bueno, el caso es que el presidente norteamericano está bregando por firmar un acuerdo, facilitado por Rusia y respaldado por China, que eliminaría las sanciones que pesan sobre Irán, sacaría a los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica de la lista de organizaciones terroristas y permitiría a Rusia comprar los «excedentes» iraníes de uranio enriquecido –quizá para emplearlos contra la próxima Ucrania–?

La confusa desesperación del presidente por recuperar el mal acuerdo nuclear con Irán de la era Obama está haciendo que aliados de EEUU como Israel, Arabia Saudí y los Emiratos se cuestionen su relación con América y, evidentemente, llevándolos a considerar el fortalecimiento de sus lazos con Rusia y China. Israel ha intentado guardar el equilibrio entre EEUU y Rusia en la cuestión ucraniana. Los dirigentes de Arabia Saudí y Emiratos han desatendido las llamadas de Biden pero atendido a las de Putin. Por cierto, conviene recordar que justo antes de la invasión de Ucrania hubo unas maniobras militares conjuntas de Rusia, China e Irán.

Por último, ¿cuál es la visión que tiene Biden de China en ese nuevo orden mundial? El mensaje no puede resultar más ambiguo. El Partido Comunista Chino (PCC) prosigue con su genocidio contra los uigures en Xinjiang, suprimiendo las libertades de Hong Kong, militarizando al menos tres de las islas artificiales que ha construido en el Mar del Sur de China, perfeccionando sus misiles hipersónicos y sus destructrores de satélites, amenazando a Taiwán y firmando acuerdos con Rusia. Mientras, la Administración Biden ha compartido con China información de inteligencia sobre Rusia. Aparentemente, tenía la quijotesca esperanza de que Pekín se sumara a Washington en lo de convencer a Moscú de que no lanzara la invasión. Bueno, pues resulta que China compartió esa información de inteligencia procedente de EEUU con Rusia. Uno solo puede preguntarse quién tuvo la loca idea de que el PCC iba a unirse a EEUU en el mantenimiento del orden y la estabilidad en Europa..

La concepción de Biden de un nuevo orden mundial comandado por América parece más bien remitir a un desorden fenomenal. En vez de articular una idea clara del liderazgo americano, nuestras acciones en la escena global han estado comandadas por Rusia, Irán, China e incluso Europa. Este estado de cosas ha socavado los lazos de EEUU con sus aliados tradicionales, que parecen tener dificultades para comprender la visión global del presidente Biden y ven el nuevo orden mundial evolucionando a uno en el que América lidere pero desde atrás, reaccionando a los caprichos de otros.

Así pues, aunque no esté claro qué quiera decir Biden cuando hace referencia al liderazgo americano en el nuevo orden mundial, estos 15 meses remiten a una economía norteamericana debilitada por la inflación, la guerra en Europa, el resquebrajamiento de las alianzas en Oriente Medio y una creciente incertidumbre en Asia.

Si estamos ante una consecuencia no deseada del nuevo orden mundial de Biden, ha llegado la hora de mandarle de vuelta al punto de partida. El mundo ya ha sufrido suficiente. Ha llegado la hora de que Biden reflexione sobre la pesadilla global que han generado sus políticas.

Pete Hoekstra fue embajador de EEUU en los Países Bajos durante la Administración Trump. Fue miembro de la Cámara de Representantes durante 18 años y presidió su Comité de Inteligencia. Actualmente preside el Consejo Asesor del Center for Security Policy y es distinguished senior fellow en el Gatestone Institute.

 

Traducción del texto original: Biden’s ‘New World Order’
Traducido por El Medio

 
Comentarios

La debilidad de un agente determinante el la politica internacional, como lo ha venido siendo
EE UU en su calidad de primer potencia mundial, ábre un nuevo e inquietante escenário en el reparto de ésa primacia, y en el «equilibrio de fuerzas» que de ese cambio surgirá …China ocupa por su potencial humáno, económico científico y armamentistico un primerisimo lugar en la linea de salida, y eso es motivo para alamárse …Rusia, Iran, Corea del Norte y la Turquia de Erdogan, son algunos de los protagonistas de éste «relevo»que tanta inquietud sucita, y oscúros preságios anuncia …
El «Apocalípsis» del que tantos aún se mofan, parece sin embargo dibujárse con cada vez mayor claridad …

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