Tras las Cruzadas y los Concilios Letranenses, la situación de los judíos en Europa fue empeorando. A la degradación económica y social se agregó la humillación permanente. En muchas iglesias medievales era común encontrar imágenes que representaban a la Sinagoga como una mujer anciana vencida con su corona caída, frente a la imagen de la Iglesia, representada como una mujer joven y triunfante. En más de una iglesia alemana de la época se encuentran relieves que representan a la «marrana de los judíos», la imagen de una cerda con inscripciones alusivas contra los judíos. En los tribunales los judíos estaban obligados a prestar juramento según una fórmula humillante, el «more judaico».
En Tortosa era costumbre que el Conde de la ciudad abofeteara en público una vez al año al rabino de la comunidad.
Los judíos fueron aislados en barrios separados por muros del resto de la ciudad (el ghetto).
En el siglo XIII comenzaron las conocidas disputas religiosas, en las que representantes del clero cristiano (generalmente judíos renegados) trataban de demostrar la falsedad de los escritos religiosos judíos, mientras que los representantes de las comunidades judías defendían a estos escritos. Las más famosas de estas disputas fueron: la de París de 1240, en la que el renegado Nicolás Donin asumió la tarea de demostrar que el Talmud contenía ataques contra el cristianismo. Por el lado judío participaron Rabí Iejiel de París y Rabí Moisés de Coucy. A pesar de todos los esfuerzos de los dos sabios, el Talmud fue declarado un libro impío y fue quemado públicamente en la hoguera en París en 1242 (según las crónicas se quemaron cuarenta y cuatro carros llenos de manuscritos del Talmud, que fueron requisados en todos los hogares y academias talmúdicas de Francia). La otra disputa fue la de Barcelona en 1263, en presencia del Rey Jaime I de Aragón. Por el lado de la Iglesia estaba el renegado Pablo Cristiani y por el lado judío Rabí Moisés ben Najmán (Najmanides). Debido a que al sabio judío el rey le garantizó plena libertad de palabra, logró refutar los argumentos de Cristiani con respecto a la abolición de la ley judía con el nacimiento de Jesús. Pero el clero distorsionó los resultados del debate y cuando Najmanides publicó la verdad de lo ocurrido, se vio obligado a exiliarse.
En Inglaterra la situación de los judíos tras las Cruzadas fue empeorando, hasta que, luego de haberlos estrangulado económicamente, el Rey Eduardo I (1272-1307) expulsó a los judíos de su reino, confiscando para la corona sus propiedades.
Luis IX de Francia (1226-1270), quien era fanáticamente piadoso, aplicó con toda su fuerza los edictos de los Concilios Letranenses. Felipe el Hermoso, su sucesor, exprimió hasta la última moneda de los judíos y luego, en 1306, los expulsó, confiscando los bienes que les quedaban. Pero Luis X les permitió retornar por doce años, ya que eran parte importante de la economía del país, más al paso de la llamada «Cruzada de los Pastores» se llevaron a cabo cruentas matanzas y, ante la acusación de que los judíos envenenaban los pozos y los ríos, en 1322, fueron expulsados y por muchos años no hubo más judíos en Francia.
En Alemania los judíos fueron declarados «servi camerae»o sea propiedad del emperador, y como tales estaban bajo su relativa protección, aunque el mismo emperador en muchas ocasiones actuaba contra los judíos. El caso más famoso es el del aprisionamiento de Rabí Meir de Rotenburg por parte del Emperador Rodolfo de Habsburgo, quien exigió el pago de un rescate a la comunidad judía para liberar al sabio, pero éste se negó a que se pagara el rescate y murió en prisión. El monarca aun quiso lucrar con el cadáver y recién 14 años después de la muerte de Rabí Meir y previo pago de un rescate, pudo recibir sepultura judía.
Las falsas acusaciones contra los judíos se fueron extendiendo por Alemania.
En 1298 un noble bávaro, Rindfleish, inició en Roettingen una serie de matanzas alegando que los judíos habían profanado una ostia consagrada. Durante seis meses las pandillas de Rindfleish arrasaron 140 comunidades en Bavaria y Austria, asesinando a más de 100.000 judíos.
En 1336 una banda autodenominada «matadores de judíos», pero conocida popularmente como «Armleder» (brazo de cuero) por el brazalete de cuero que lucían en su brazo sembró el terror a través de Alsacia y Austria, hasta que tras dos años de desmanes y masacres, su líder fue arrestado y ejecutado por el emperador.
En 1348 un barco proveniente de oriente trajo una plaga que arrasó Europa: la Peste Negra (peste bubónica), que en menos de dos años se llevó a más de la cuarta parte de la población europea. Es entonces cuando surge una nueva acusación contra los judíos, que por lo elaborada, hasta llega a caer en el ridículo. Según esta acusación, algunos médicos judíos de Córdoba, España, habían elaborado un veneno poderosísimo, el cual fue entregado a los leprosos para que lo arrojaran a las fuentes y pozos de agua, provocando de esta manera la plaga. Esta patraña costó la vida a cientos de miles de almas judías en toda Europa y la expulsión de los sobrevivientes del Imperio Alemán.
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