El término «conflicto congelado» fue puesto de moda en las últimas décadas para describir una variedad de conflictos fronterizos que se suceden entre Rusia y los países vecinos, a menudo por regiones disidentes tales como Abjasia o el Donbass.[1] También existen conflictos históricos como el de Cachemira o el conflicto árabe-israelí que ya lleva décadas ocurriendo, a veces acaloradamente y a veces de manera más fría, que también parecen estar «congelados», ni una guerra concluyente ni una paz absoluta, sino una realidad muy incómoda y volátil intermedia.
Pero aparte del antiguo conflicto sobre el tema de Palestina, el Medio Oriente parece haber engendrado nuevos conflictos en las últimas décadas que al menos, se encuentran parcialmente congelados, durante una década o más. A menudo extremadamente violentos y dañinos para el futuro de las naciones, estas también se reducen a situaciones que se acercan a algún tipo de tregua cautelosa, mera agitación política o inestabilidad de bajo grado solo para estallar nuevamente. Este parece ser el caso en lugares tales como Libia, Yemen e Irak, los tres países donde el derrocamiento de un brutal y longevo dictador desató fuerzas que aún no se desarrollaron años después.
Por supuesto, la región está plagada de conflictos. En el Líbano y Siria, un bando (Hezbolá y Assad) es más o menos victorioso y dominante, aunque todavía existe cierta oposición sobre el terreno. Marruecos y Argelia están cada vez más enfrentados, aunque no en guerra. En Sudán, la crisis política y la agitación social pudieran conducir a un conflicto abierto entre grupos rivales dentro del régimen militar. El yihadismo salafista transnacional y el terrorismo de inspiración iraní todavía existen en la región y aún cobran muchas víctimas.
Pero son los casos de Irak, Libia y Yemen los que, particularmente son más inquietantes y costosos para el futuro de la región. Los tres países fueron gobernados por dictaduras de larga data que, si bien pueden haber proporcionado algunos de los aspectos de estabilidad, seguían siendo regímenes muy volátiles. Dos de ellos, el Irak de Saddam y la Libia de Gadafi, eran en realidad grandes «exportadores» de inestabilidad, promoviendo el terrorismo a nivel global, reprimiendo internamente a los ciudadanos locales y atacando a sus vecinos.
Irak ha estado en guerra, aunque a veces a niveles relativamente bajos, desde que los estadounidenses derrocaron a Saddam Hussein en el año 2003. Pero incluso antes de eso estuvo en la guerra de Kuwait de los años 1990-1991 y la guerra de Irán de los años 1980-1988. Además de ello, se sucedían conflictos internos, la guerra de décadas del régimen contra los kurdos, la represión salvaje de una insurgencia chiita en 1991, y luego, después que las fuerzas estadounidenses se marcharan en el 2011, un Irak cada vez más sectario bajo el primer ministro Nuri Al-Maliki y la guerra contra el EIIS que comenzó en el año 2014. Esa guerra aumentó en gran medida algo que ya había existido, los grupos paramilitares chiitas, que hacen eco hoy día en el continuo conflicto entre las milicias y los partidos más cercanos a Irán contra aquellos alineados con Muqtada Al-Sadr.[2] Los enfrentamientos armados abiertos en Bagdad y Basora del mes de agosto, 2022 han disminuido gracias a los esfuerzos de mediación del primer ministro iraquí y de las autoridades clericales chiitas en Najaf, pero la crisis política aun continúa.[3]
El derrocamiento de Saddam Hussein realizado por los estadounidenses en el año 2003 esencialmente destronó el poder sunita en Irak y se lo entregó a los chiitas iraquíes, oprimidos durante mucho tiempo. Los enfrentamientos de hoy en Irak tienen menos que ver con el bien ante el mal que con una guerra civil interna dentro de diferentes facciones de la institución política chiita iraquí, todos los cuales, de una forma u otra, han colonizado, subvertido y se han convertido en parásitos del estado iraquí.[4] Un ciudadano iraquí de 40 años que vive hoy no conoce nada más que de guerra y agitación política violenta dentro de las fronteras de su país.
La Segunda Guerra Civil en Libia finalizó aparentemente en octubre del año 2020 tras seis años de amargos combates que atrajeron a muchas potencias extranjeras. Las complejidades pueden ser vertiginosas, pero esencialmente una coalición dominada por islamistas en Trípoli, apoyada por Turquía y Qatar, luchó contra una coalición nacionalista al este del país, apoyada por Egipto y los Emiratos Árabes Unidos. Ambos bandos, pero en especial Turquía, utilizaron a mercenarios sirios en la lucha.[5] También participaron mercenarios sudaneses de Darfur y la notoria compañía militar privada Wagner (PMC) de Rusia, del bando nacionalista. Estados Unidos y la ONU apoyaron principalmente a la coalición dominada por islamistas. Después de meses de estancamiento político y de creciente tensiones, violencias muy sangrienta estallaron nuevamente en la capital libia, Trípoli, en julio y agosto del año 2022 cuando el islamista Abdul Hamid Dbeibah, bendecido como candidato de compromiso por la ONU en el 2021, continuó un esfuerzo lento y constante para obtener el poder supremo antes, o a pesar de, las elecciones repetidamente postergadas ahora programadas para diciembre del año 2022.[6] La mayoría de los libios que viven hoy no han conocido nada más que el régimen de Gadafi o el conflicto interno de la última década.
El conflicto en Yemen ha sido especialmente brutal, incluyendo hambruna y desnutrición. A diferencia de Irak y Libia, ricos en petróleo, Yemen se encontraba en la indigencia incluso antes de sublevarse contra el dictador Ali Abdullah Saleh en el año 2011. Fue Saleh quien, después de perder el poder y verse obligado a dimitir en el año 2011, ayudó a diseñar la toma de la capital yemení Sana’a realizada por los houties pro-iraníes a comienzos del año 2015, lo que desencadenó una respuesta militar de una coalición internacional encabezada por Arabia Saudita. Saleh, quien se alió con los houties, se voltearía contra ellos y sería asesinado por ellos mismos.
Mientras los houties libran una brutal guerra interna contra sus rivales yemeníes, estos han desarrollado, con la ayuda de Irán y Hezbolá, una capacidad regional que Yemen nunca tuvo.[7] Los canales houties en la televisión fueron formulados por Hezbolá mientras los drones houties de fabricación iraní lanzaron ataques de largo alcance contra ciudades sauditas y a comienzos del año 2022, lo hicieron sobre Abu Dabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos. En paralelismo con Corea del Norte, el pueblo de Yemen puede que esté hambriento, pero los houties pueden lanzar ataques profundos sobre la península Arábiga y amenazar con atacar a Israel también, a fin de promover las ambiciones regionales de Irán.[8] Al igual que en Libia, las Naciones Unidas han sido capaces, sobre el papel y hasta cierto punto sobre el terreno, de lograr una tregua inestable, pero eso no ha evitado otros actos de violencia por parte de la propia filial de Al-Qaeda en Yemen (AQPA) contra las fuerzas separatistas de Yemen del Sur en Adén el 6 de septiembre. El 49% de la población yemení menor de 19 años ha crecido en una era oscura de agitación constante y de conflicto casi permanente.
Fueron los estadounidenses quienes derrocaron los regímenes en Libia e Irak hace años y es Irán quien alimenta gran parte de la violencia hoy en Yemen e Irak. Otros países han jugado un papel a menudo mortal, incluyendo Turquía. Curiosamente, el único país que no ha jugado un papel en estos tres conflictos es Israel. Sin minimizar el papel de Occidente o la corrupción de los líderes locales, la situación en los tres países árabes hubiese sido mucho más clara y probablemente mucho mejor sin el tóxico papel jugado por Turquía o Irán.[9]
Hoy los tres conflictos – Irak, Libia y Yemen – están simultáneamente a punto de enfriarse y calentarse. Ciertamente, los tres han visto días más sangrientos en un pasado reciente, pero las mejoras y el deterioro parecen igualmente posibles. El costo de estos conflictos para las 80 millones de personas que viven en estos tres países ha sido tremendo en términos de vidas destrozadas y falta de inversión en gente, infraestructura e industria. Si bien en dos de los casos la riqueza petrolera ha impedido que una mala situación sea aún peor, se han desperdiciado miles de millones en empresas improductivas, en la compra de armas, sobornar políticos o arreglos a corto plazo dentro del contexto de una lucha incesante por el poder. Irak en particular es un país con un gran potencial perdido (hasta ahora). Y el precio ha sido muy alto para todos los demás involucrados, para una comunidad internacional que intenta brindarle alivio o negociar la paz, e incluso para aquellas potencias extranjeras que se sienten impulsadas a intervenir en estos conflictos.
Todo este desperdicio humano y fiscal se produce frente a desafíos existenciales masivos que no han sido abordados. Irak, Libia y Yemen son tres de los países con mayor escasez de agua del planeta. Los tres verán cada vez más efectos nocivos como resultado del cambio climático en un futuro muy cercano, resultados que pudieran hacer que la vida en estos países sea cada vez más dura.[10] Tanto Irak como Yemen, países mayores con poblaciones en rápido crecimiento, no han podido invertir para brindarle a las generaciones jóvenes la educación y el futuro económico que anhelan. La salida más fácil ha sido tomar un arma o trabajar para el gobierno (o ambos). Estos conflictos pueden congelarse o descongelarse, pero el peso de estas costosas décadas perdidas hace que las perspectivas futuras parezcan cada vez más incendiarias.
*Yigal Carmon es presidente de MEMRI. Alberto M. Fernández es vicepresidente de MEMRI.
[1] Marshallcenter.org/en/publications/concordiam/resolving-frozen-conflicts-challenges-reconciliation/myth-frozen-conflicts, abril, 2010.
[2] Véase la serie de MEMRI PSATY – Grupo respaldado por Irán Asa’ib Ahl Al-Haq cierra sus oficinas en Irak luego de sangrientos enfrentamientos con la milicia del clérigo chiita Muqtada Al-Sadr en Basora, 1 de septiembre, 2022.
[3] Foreignpolicy.com/2022/08/30/iraq-politics-moqtada-al-sadr-protest-election, 30 de agosto, 2022.
[4] Ideasbeyondborders.substack.com/p/the-search-for-iraqs-political-future?utm_source=%2Fprofile%2F97495483-ideas-beyond-borders&utm_medium=reader2, 5 de septiembre, 2022.
[5] Nationalinterest.org/blog/middle-east-watch/inside-bloody-business-turkey%E2%80%99s-syrian-mercenaries-204589?fbclid=IwAR2Vq-7l5fyeDF-PiJfVGGuyk_0OS7xD7JKjySXJtuev4JxHZxKw6V0idtg, 5 de septiembre, 2022.
[6] Middleeastmonitor.com/20220106-scandal-stricken-dbeibehs-marriage-gifts-policy-backfires, 6 de enero, 2022.
[7] Washingtoninstitute.org/policy-analysis/yemens-southern-hezbollah-implications-houthi-missile-and-drone-improvements, 1 de abril, 2021.
[8] Véase el video del portal MEMRI TV No. 9803 – Video musical de los houties en el que se amenaza a Israel: Los sionistas serán deshonrados, Jerusalén será limpiada de la inmundicia de los judíos, 4 de septiembre, 2022.
[9] Véase el video del portal MEMRI TV No. 9778 – Escritor saudita Abdullah Bin Bijad Al-Otaibi: Irán tiene amigos de las administraciones Obama y Biden; Obama apuntó por la paz con Irán, deseaba que la Hermandad Musulmana y otros grupos terroristas controlaran a los países árabes, 19 de agosto, 2022.
[10] News.climate.columbia.edu/2020/05/08/fatal-heat-humidity-emerging, 8 de mayo, 2020.
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