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| domingo noviembre 24, 2024

VAETJANAN NAJAMU 5783


B’H

Continuando con su “repaso de la Torá”, Moshé describe el Éxodo desde Egipto y la Entrega de la Torá, declarándolos eventos sin precedentes en la historia de la humanidad. “¿Alguna vez ocurrió este gran evento, o algo similar alguna vez se oyó? ¿Alguna vez un pueblo escuchó la voz de Di-s hablando desde el fuego…y vivió? … Tú viste, para saber, que Di-s es Di-s y no hay otro excepto Él”.

Moshé predice que, en generaciones futuras, la gente se alejará de Di-s, adorará ídolos, será exiliada de su tierra y esparcida por las naciones del mundo; pero allí ellos buscarán a Di-s y retornarán a observar sus preceptos.

Nuestra parashá también incluye una repetición de los Diez Mandamientos, y los versículos del Shemá que declaran los fundamentos de la fe judía: la unicidad de Di-s (“Escucha Israel, Di-s es nuestro Di-s, Di-s es uno”); los preceptos de amor a Di-s, estudiar su Torá y “atar” estas palabras como tefilín en nuestro brazo y cabeza, e inscribirlas en las mezuzot fijadas en las jambas de nuestras puertas.

 

EL CONSUELO

SHABAT NAJAMU (SHABAT DEL CONSUELO)

 

Estamos viviendo una época difícil.

A los conflictos sangrientos que se desarrollan a nuestro alrededor se suma ahora una pandemia que ya ha costado cientos de miles de vidas.

La humanidad está desesperada esperando ansiosa la cura para esta plaga que se lleva por igual a jóvenes y viejos, ricos y pobres, gentes anónimas y famosas.

No sabemos a dónde mirar y a quien clamar.

Y de pronto viene nuestra parashá y nos dice: “A ti te fue enseñado que Di-s está en los cielos y no hay nadie fuera de Él”.

Y luego la haftará nos dice: “Consolaos, consolaos…”.

En medio de las tinieblas que nos rodean, en medio del temor a la plaga, alcemos nuestros ojos al cielo y afirmemos con fuerza “No hay nadie fuera de El”

Y entonces vendrá su respuesta: “Consolaos, consolaos…”

 

La Computadora de Moisés

¿Donde aparecen las computadoras en la Torá?

Por Tzvi Freeman

Esto sucedió a principios de los sesenta, cuando las primeras computadoras centrales estaban siendo introducidas en el mercado. El profesor Abraham Polichenco, un pionero en la tecnología de la computación, visitó al Rebe de Lubavitch y le planteó una pregunta:

“Yo sé que todo lo que existe en el mundo, incluso lo que se va descubriendo a medida que avanzamos en la historia, tiene su origen en alguna parte de la Torá. ¿Y donde aparecen las computadoras en la Torá?

Sin dudar, el Rebe contestó: “los tefilín”.

El profesor quedó perplejo.

“¿Y, qué es lo novedoso que presenta una computadora?” siguió diciendo el Rebe. “Entrás en una habitación y ves muchas máquinas que te resultan familiares: una máquina de escribir, un grabador de gran tamaño, un aparato de televisión, una perforadora, una calculadora. ¿Qué es lo nuevo? ”

“Pero, debajo del piso, hay cables conectando a todas las máquinas para que trabajen como una sola.”

El profesor asintió con entusiasmo. Hasta ese momento no se había dado cuenta, pero sí, esto es todo lo que es una computadora: “una síntesis de dispositivos de los medios de comunicación y del procesamiento (de datos)”.

“Ahora obsérvate a ti mismo. Tienes un cerebro. Éste se halla en un mundo. Tu corazón se encuentra en otro. Y, a menudo, tus manos terminan involucradas en algo que es completamente ajeno a ambos mundos. Tres máquinas diferentes.”

“Y te colocas los tefilín. Es la primera acción del día, conectas tu cabeza, tu corazón y tu mano con estos cables de cuero para que trabajen al unísono como si fueran una única entidad. Y después, cuando sales a enfrentar al mundo, todas tus acciones encuentran armonía en un objetivo único y coordinado.”

 

Fisión atómica espiritual

 

[Dijo Moshé al pueblo judío:] “Porque vosotros sois el más pequeño de todos los pueblos.” Deuteronomio 7:7

El pueblo judío casi siempre ha sido una pequeña minoría. Esto nos puede llevar a preguntar ¿cómo podemos esperar cumplir con nuestra misión divina? Incluso si podemos sobrevivir, ¿cómo puede una pequeña minoría influir sobre la mayoría? A estos interrogantes se suma el hecho de que la asimilación y la guerra han disminuido en gran medida nuestra población, sin dejar de destacar que las demandas de la vida moderna nos deja al resto de nosotros cada vez con menos tiempo para búsquedas espirituales y menos sensibilidad para la espiritualidad.

Ahora bien, los científicos han aprendido a liberar el poder del átomo; a partir de este descubrimiento, el mundo ha aprendido que el tamaño no siempre es un indicador de poder. Una vez que sabemos cómo acceder a su energía latente, hasta la más ínfima partícula de materia puede desatar una fuerza increíble.

El proceso básico que se emplea para liberar el poder atómico es la fisión nuclear, que hace que el átomo se parta en componentes más pequeños. Como judíos, esto nos enseña que la clave para liberar nuestro potencial infinito latente es quebrar el ego, lo que permite que nuestra esencia divina interior brille en su máximo potencial. Cuanto mejor dominemos esta “tecnología espiritual”, menos intimidados nos sentiremos de ser una minoría aparentemente insignificante, o de contar con tiempo y energía limitados para propósitos sagrados. ¡Dentro nuestro reside el poder de cambiar el mundo entero para bien! (www.es.chabad.org)

EL 15 DE AV (TU VEAV)

 

El 15 de Av (este año el lunes 11 de agosto), “Tu Be Av”, observamos y celebramos la más alegre de las festividades. Este día, marca el aniversario de varios eventos, todos ellos asociados con la revocación de un evento trágico. Esta festividad, viene seis días después del día más triste del año, Tishá beAv, y es símbolo de la resistencia de nuestra nación, de nuestra capacidad de recuperarnos de todas las tragedias que nos han azotado.

Es también una festividad asociada con el matrimonio; el Talmud describe cómo en los tiempos antiguos, éste era un día dedicado a la unión de jóvenes. Esto es porque el casamiento representa la recuperación de la tragedia más terrible ocurrida en Tisha beAv, la destrucción de los Templos Sagrados y el subsecuente exilio de nuestro pueblo.

Nuestra relación con Di-s también está compuesta por estos elementos básicos; el compromiso y el amor. Antes de que se manifieste el amor, debemos someternos a la etapa del compromiso, el Kidushin. Por eso se debe la destrucción de los Templos y los exilios. Pero luego de 2.000 años de sufrimiento y opresión, hemos asegurado nuestro compromiso sin duda alguna. Es tiempo ahora del Casamiento, el Casamiento cósmico entre Di-s y Su pueblo, que se celebrará con la inminente llegada del Mashiaj. (Extraído de www.es.chabd.org)

 

Esfuerzo es lo Único que se Requiere

 

En la parashá de esta semana, Moisés reitera al pueblo judío los Diez Mandamientos que oyeron en el Monte Sinai. Moisés le dice al pueblo judío que:

«Seis días trabajarás y harás todas tus labores. Pero el séptimo día es Shabat para el Eterno, tu Dios…» (Deuteronomio, 5:13-14)

Dios ordenó que, además de reposar en el séptimo día, los judíos debían completar todas sus labores al término de los seis días anteriores. Descansar en el séptimo día es un concepto que ciertamente podemos entender, pero no existe ninguna persona entre nosotros que sienta que realmente terminó con todo su trabajo cada viernes por la tarde. Todos salimos de la oficina con un sinnúmero de correos electrónicos que todavía necesitan ser contestados y con muchísimos proyectos que ya están fuera de plazo. Incluso tenemos una «lista mental» de tareas para hacer inmediatamente después de nuestro día de reposo ordenado. Dios nos hizo trabajadores, así que ¿cómo es posible comprender el mandamiento de concluir todo nuestro trabajo al final de la semana?

La respuesta – si tú lo permites – puede ser uno de los conceptos más liberadores que has experimentado en tu vida. Cuando Dios nos ordena concluir todo nuestro trabajo, tenemos que entender a que tipo de «trabajo» Dios se refiere. «Nuestro trabajo» es «nuestro esfuerzo» – que es lo único que podemos controlar. Y Dios, (y sólo Dios), es el que controla el resultado de nuestro esfuerzo. Así que cuando Dios nos ordena concluir todo nuestro trabajo, Él se refiere a hacer todo nuestro esfuerzo.

Y ese es el poderoso mensaje que cambia vidas. Por un lado, la cantidad de cosas que tenemos que hacer NUNCA termina. Pero eso no importa, porque lo único que Dios exige de nosotros es el esfuerzo que ponemos en estas tareas. Por lo tanto, Dios nos dice que durante seis días a la semana, tenemos que hacer el esfuerzo necesario para marcar una diferencia. Después de eso, nuestro «trabajo» ha terminado. En el séptimo día, Dios quiere que tomemos un respiro y quiere que dejemos de poner esfuerzo.

Una vez que entiendes este concepto, ya no te sientes abrumado, sobrecargado, o estresado. Ya no sientes el peso de la montaña de trabajo que está constantemente frente a ti. Por cierto, si sientes que no tienes el control, eso significa que simplemente pasas demasiado tiempo preocupándote por los resultados – los cuales no puedes controlar o dictar. Cuando te enfocas sólo en tu esfuerzo y no en el resultado, ciertamente estás en camino hacia una vida equilibrada y feliz.

Haz tu parte durante seis días, poniendo en el esfuerzo adecuado, y a continuación, relájate y recuerda quién tiene realmente el control. Comprender y vivir con esta realidad te liberará de la ilusión que la mayoría de nosotros llamamos «vivir la vida», y te permitirá entrar en lo que algunos llaman «el paraíso». (Extraído de www.aishlatino.com)

 

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