Mucho se habla últimamente en Israel de democracia, urnas, poder legítimo y autoridad. La convicción de la coalición de gobierno es que dado que hay desde hace años cosas que debían ser corregidas en el accionar de la Suprema Corte de Justicia, aprovechando su mayoría parlamentaria podía abordar como quisiese la búsqueda de los cambios.
(Apretando aquí puedes acceder a la entrevista al respecto con Aharon Garber, número 2 en el Departamento jurídico del Foro Kohelet, abogado, experto en el tema del lado que defiende la reforma judicial).
(Y apretando aquí puedes leer la entrevista a la Profesora Suzie Navot, jurista especializada en Derecho Constitucional y Vicepresidenta del Instituto israelí de Democracia, que explica a fondo el peligro de la reforma)
El pueblo nos eligió, somos la mayoría-sostienen- y es el pueblo el que lo determina .Quien nos critica y sale a protestar contra nosotros, no reconoce el resultado de las elecciones. Así lo ven en general en la coalición de gobierno.
Claro que parte de los manifestantes en la protesta consideran desde hace tiempo que la participación misma de Netanyahu en el juego político, a pesar del hecho que ha sido imputado ante tribunales, no es legítima y que no debería estar en el poder, aunque la ley no lo impide. Pero el grueso de la protesta no fue desatada por eso sino por la reforma y más que nada por el intento de imponer un cambio así en forma unilateral, categórica y sin diálogo entre distintos sectores.
No nos contamos entre quienes consideran que lo que quiere el gobierno israelí es imponer una dictadura. Tampoco consideramos que el Primer Ministro es un dictador. Pero la crisis actual, originada por la discusión sobre el tema judicial, va mucho más allá de ello. El problema central es político, no judicial. Si se hubiera abordado el tema de los cambios judiciales necesarios de otra forma, probablemente hoy Israel estaría en otro punto y no sumergido en una terrible crisis interna.
Pero el problema NO ES SOLAMENTE LA REFORMA JUDICIAL.
El problema es político porque la coalición-sí, electa democráticamente- irradia un espíritu preocupante. No es necesario que el gobierno adopte formalmente decisiones oscuras, para que comentarios nocivos de boca de distintos políticos, sirvan de luz de alarma.
Si suben chicas a un ómnibus y el conductor les dice que se cubran y se sienten atrás, por más que no sea algo que ocurre todos los días ni mucho menos, lo que hay que pensar es de dónde sacó ese conductor la percepción que puede actuar así. Claro que extremistas siempre hubo y esas cosas siempre pasaron. Pero ahora encienden luces de alarma porque de fondo hay algo distinto.
Eso y cosas similares han pasado en varias oportunidades últimamente. No tenemos ninguna duda que incidentes así no representan a la mayoría de los israelíes miembros del sector ultraortodoxo o religioso conservador. Pero los que sí actúan así, se nutren del ambiente que irradian aquellos extremistas que creen que tienen derecho a todo porque son mayoría en el gobierno.
Y si algún rabino en Mitzpé Ramon y el diputado ultrartodoxo Pindros- se refieren a la comunidad LGBT como “el mayor peligro para Israel”-y a éste último o le da ni vergüenza decirlo en televisión- es imperioso preguntarse de dónde saca la convicción que es legítimo decirlo.
Y cuando al Primer Ministro le lleva días decir pública y explícitamente que apoya al Comandante en Jefe del Ejército, al que políticos de su gobierno atacan con gran atrevimiento porque en consultas cerradas advirtió que la situación actual está dañando la seguridad nacional, es un serio motivo de preocupación.
Y es imposible que no se sienta preocupación cuando el Ministro de Seguridad Nacional es Itamar Ben Gvir, que no fue reclutado al servicio militar obligatorio de jovencito, por los malos antecedentes que tenía en temas de seguridad. Y también cuando el ministro de Finanzas Betzlel Smotrich decide no transferir a las municipalides árabes presupuestos ya pactados, alegando que irán a las organizaciones criminales, por lo cual de la propia coalición le advierten que está tomando una medida perjudicial y peligrosa, absolutamente contraproducente.
Y ahora está el próximo desafio, más complejo aún que lo que pueda pensarse, cuando el 12 de setiembre los 15 jueces de la Suprema Corte de Justicia se reúnan a decidir si cancelan o no la enmieda de ley que reduce su autoridad para abolir leyes alegando que son extremadamente irrazonables. La discusión legal al respecto está explicada a fondo en la ya antes mencionada entrevista.
Pero lo que deseamos plantear aquí es la pregunta acerca de lo que pueda suceder si hay crisis constitucional, si la corte decide abolirla y entonces las diferentes instancias del Estado tienen que decidir a quién acatar, al gobierno o a los jueces. Suena a terrible pesadilla.
Según titulares en la prensa israelí, en el gobierno se estima que todos los jefes de los servicios de seguridad, tienden a optar por acatar a los jueces, no al gobierno.
Si realmente es así, lo bueno es la señal tajante de oposición a una situación que limite la autoridad de los jueces . La actitud profundamente democrática de tantos jefes de seguridad y altos oficiales ya retirados que por no vestir uniforme puedan hablar y dar opinión, es un fuerte rayo de luz. Si quienes aún están en servicio, actúan igual, ya es otro desafío.
En entrevistas a medios norteamericanos, el Primer Ministro no se comprometió a acatar a los jueces si cancelan la razonabilidad . Tampoco otros miembros de la coalición dieron su palabra sino que se limitaron a decir que “ojalá eso no pase”.
La participación masiva en la protesta de ex jefes de seguridad que dedicaron su vida a proteger a Israel , tendría que bastar para que el gobierno se detenga a analizar qué hizo mal.
Y el Primer Ministro Netanyahu tendría que convocar una reunión del gabinete de seguridad para notificar acerca del daño que la cúpula de Tzahal le dice ya se está sintiendo en sus filas, por todos los reservistas que no se presentan.
Los números exactos no se han publicado. Parecería que son muchos más de lo que muchos piensan.
Hay que hacer un esfuerzo enorme para frenar el deterioro.Israel no puede permitirse esta situación.
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