TEHERÁN (IPS/Yasaman Baj) – Los enfrentamientos de los últimos días entre las principales figuras políticas de Irán desatan temores de que el conflicto derive en una profunda crisis de cara a las elecciones presidenciales de junio próximo.
Todos coinciden en que el líder supremo de este país, el ayatolá Alí Jamenei, es el único capaz de impedir que la situación se salga de control, pero cada vez más personas se preguntan si estará dispuesto a hacerlo o si sabe cómo.
La política en la República Islámica siempre ha sido áspera y llena de sorpresas, pero lo ocurrido la semana pasada no tiene precedentes.
Todo comenzó con la decisión del parlamento de impugnar al ministro de Cooperativas, Trabajo y Bienestar Social, Abdolreza Sheikholeslami, por no haber despedido a Saeed Mortazavi, otrora juez y fiscal general de Teherán, de su puesto como director de la Organización de Seguridad Social (OSS), agencia bajo la autoridad de esa cartera.
Legisladores tenían sospechas de que, durante la administración de Mortazavi, la OSS, el mayor fondo de pensiones del país, vendía importantes bienes públicos a individuos y compañías cercanas al gobierno.
La Corte de Justicia Administrativa había establecido que Mortazavi debía ser removido de su cargo porque carecía de las calificaciones necesarias para ocuparlo y por su cuestionado desempeño como juez.
Pero el Poder Ejecutivo frustró el fallo, cambiando el nombre de la OSS y transfiriendo la nueva agencia a la égida de la oficina del primer vicepresidente. También removió a Mortazavi como director solo para volver a designarlo luego en forma interina.
El parlamento se indignó ante este abierto desafío del Ejecutivo. Incapaz de someter a juicio político al primer vicepresidente, optó por impugnar a Sheikholeslami.
Pero el juicio político, transmitido en vivo por radio, dio un giro sorpresivo cuando el presidente Mahmoud Ahmadineyad, supuestamente en defensa de su ministro, presentó una conversación grabada en secreto entre Mortazavi, el hermano menor del poderoso presidente del parlamento, Ali Larijani, y el director de Justicia, Sadeq Amoli Larijani.
El contenido de la grabación sugiere que el hermano de Larijani, Fazel, intentaba aprovechar la influencia de su familia para recibir buenos contratos de Mortazavi.
Aunque permitió que se escuchara la cinta, Larijani criticó al presidente por su conducta y denunció que antes de que se iniciara la sesión había sido amenazado con la grabación para que detuviera el juicio político.
Luego detalló supuestas violaciones legales cometidas por el Poder Ejecutivo, y recordó palabras del propio hermano de Ahmadineyad, sugiriendo que algunos miembros del círculo cercano al mandatario podían estar en contacto con grupos de la oposición fuera de Irán.
Terminada la sesión, en lo que fue considerado un referendo de facto sobre el desempeño de Ahmadineyad, el parlamento votó a favor de destituir a Sheikholeslami por el más amplio margen registrado contra un ministro.
Ahora existe un desconcierto general sobre a dónde llevará esta acrimonia entre poderosas facciones políticas.
La inclinación de Ahmadineyad a amenazar con revelaciones de irregularidades es conocida desde su reelección en 2009, cuando acusó de corrupción a figuras clave de la República Islámica, incluyendo al expresidente Akbar Hashemi Rafsanyani (1989-1997) y al candidato presidencial Ali Akbar Nateq Nouri.
Pero su ataque contra la familia Larijani, que incluye a importantes miembros de los poderes Judicial y Legislativo, fue sorpresiva. Nunca antes se había divulgado una cinta de esas características en un lugar público y en una sesión que era transmitida a todo el país.
El inmediato arresto de Mortazavi, acusado de grabar una conversación sin autorización legal, calmó los nervios de muchos y dio a entender que finalmente se le había puesto un freno a Ahmadineyad.
El arresto también agradó a la prensa. Mortazavi es recordado, como juez, por haber enviado a prisión a muchos periodistas y prohibido varios periódicos reformistas.
«Además de satisfacer un deseo de venganza que muchas personas tenían hacia Mortazavi, este arresto también hizo pensar que el líder Jamenei en verdad iba a afrontar los enormes abusos legales cometidos por Ahmadineyad y sus compinches», dijo un analista político a IPS.
Pero la liberación de Mortazavi al día siguiente creó nuevas incertidumbres, y renovó dudas sobre la capacidad o disposición de Jamenei para frenar los ataques de Ahmadineyad y sus más leales partidarios contra otros funcionarios de la República Islámica.
Esta preocupación se agravó cuando desconocidos lanzaron objetos contra Larijani mientras este daba un discurso el domingo en la ciudad sagrada de Qom, con motivo del aniversario de la Revolución de 1979.
El influyente clérigo Mohammad Javad Hojjati Kermani expresó su preocupación el jueves 7 en el diario Ettela’at, cuyo jefe editor fue designado por Jamenei.
Aunque reconoció tener discrepancias con el líder supremo, Kermani señaló que rezaba todos los días por su bienestar. «En caso de que muriera, no sé qué le pasaría a este país y a la nación… ni qué le harían al pueblo esos hombres abusivos y calumniadores».
Esta preocupación no carece de fundamentos. El día posterior a la liberación de Mortazavi, el periódico Iran Daily, dirigido por partidarios de Ahmadineyad, sugirió que, de ser necesario, podría revelarse «más concreta e importante evidencia de la corrupción».
Muchos analistas iraníes creen que el líder supremo tiene el poder suficiente para frenar a Ahmadineyad, y les desconcierta por qué no lo usa.
Un profesor universitario dijo que la estrategia de Jamenei desde mediados de 2011 -cuando se hicieron más evidentes los ataques de Ahmadineyad contra sus antiguos aliados conservadores- ha consistido en debilitar gradual y pacíficamente la influencia del presidente, dejándolo concluir su mandato.
Pero ahora Jamenei ha sido «tomado por sorpresa» por el «sorpresivo juego» de Ahmadineyad, sostuvo.
Según él, el líder supremo «está desconcertado y no sabe qué hacer».
Otro politólogo dijo creer que las personas que rodean al líder supremo tampoco saben qué hacer por dos razones.
Hay «temores de que Ahmadineyad pueda revelar más sobre la corrupción de funcionarios de alto rango, incluyendo los propios hijos de Jamenei, o incluso detalles de manipulaciones electorales que pudieron haber ocurrido en las polémicas elecciones presidenciales de 2009», sostuvo.
Además, temen «admitir que él (Jamenei) se equivocó al dar un pleno apoyo a Ahmadineyad luego de su elección», añadió.
Lo que está detrás de la inacción y la pasividad del líder supremo es motivo de gran controversia. Quizás es por eso que en su último discurso, en el que se refirió principalmente a las relaciones exteriores de Irán, prometió expresarse pronto sobre la crisis política interna.
El país espera sus palabras y se pregunta si podrá impedir que las chispas de los últimos días desaten un incendio.
IPS Noticias
UyPress – Agencia Uruguaya de Noticias
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