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| domingo noviembre 24, 2024

VAIERÁ 5784


B’H

Génesis 18:1-22:24

Di-s se revela a Abraham tres días después de la circuncisión del primer judío a la edad de 99 años; pero Abraham se retira rápidamente del encuentro para preparar una comida para tres invitados que aparecen en el calor del desierto. Uno de los tres, que son ángeles disfrazados de hombres, anuncia que, exactamente en un año, la infértil Sara dará a luz a un hijo. Sara se ríe.

Abraham suplica a Di-s que perdone a la perversa ciudad de Sdom. Dos de los tres ángeles disfrazados arriban a la ciudad perdida, donde el sobrino de Abraham, Lot, les extiende su hospitalidad y los protege de las malvadas intenciones de la multitud. Los dos huéspedes revelan que vinieron a destruir el lugar y para salvar a Lot y su familia. La esposa de Lot se convierte en una estatua de sal cuando transgrede el mandato de no mirar hacia atrás a la ciudad en fuego mientras se escapan.

Mientras se refugiaban en una caverna, las dos hijas de Lot (creyendo que ellas y su padre eran los únicos vivos en todo el mundo) embriagan a su padre, se acuestan con él y quedan embarazadas. Los dos hijos nacidos de este incidente son los padres de las naciones de Amón y Moab.

Abraham se muda a Grar, donde el rey Filisteo Avimelej toma a Sara, que es presentada como la hermana de Abraham, a su palacio. En un sueño, Di-s advierte a Avimelej que morirá a menos que devuelva la mujer a su marido. Abraham explica que temía ser asesinado por la hermosa Sara.

Di-s recuerda Su promesa a Sara y le da, junto con Abraham, un hijo, que es llamado Itzjak («se reirá»). Itzjak es circuncidado a los ocho días; Abraham tiene 100 años y Sara 90 en el momento del nacimiento.

Hagar e Ismael son echados de la casa de Abraham y deambulan por el desierto; Di-s oye el llanto del muchacho agonizante y le salva la vida mostrándole a su madre un pozo de agua. Avimelej hace un pacto con Abraham en Beer Sheva, donde Abraham le entrega siete ovejas como símbolo del pacto.

Di-s prueba la devoción de Abraham ordenándole sacrificar a su hijo Itzjak en el Monte Moria (el Monte del Templo) en Jerusalén. Itzjak es atado y colocado en el altar, y Abraham levanta el cuchillo para degollar a su hijo. Una voz del cielo lo hace detenerse; un carnero, atrapado en los arbustos por sus cuernos, es ofrecido en lugar de Itzjak. Abraham recibe la noticia del nacimiento de una hija a su sobrino Betuel.

 

AQUÍ ESTOY HIJO MIO

Abraham se encamina con su hijo Itzjak hacia el Monte Moriá. Su mente está concentrada en la misión que va a llevar a cabo. No es fácil. Lleva a su propio hijo, a su heredero, al sacrificio. Debe pensar bien en el procedimiento a seguir, como lograr que todo esté en orden, y, no cabe duda, como comunicarle a Sará que su hijo ha sido sacrificado. Es evidente que está muy concentrado en sus pensamientos. De pronto una voz se oye: “Padre mío”. Es su hijo Itzjak que lo llama. ¿Y cual es la respuesta de Abraham? No lo hace callar, no le dice que interrumpe su concentración, simplemente responde: “Acá estoy hijo mío”. No importa cuan ocupados estamos, no importa cuantas preocupaciones nos agobian, aprendamos de Abraham, si nuestro hijo nos llama contestemos “Aquí estoy hijo mío, aquí estoy para escucharte, para compartir tus problemas, para aconsejarte, para acompañarte en tu camino”

 

¿Qué te parece? ¿Hay alguien en casa?

Por Levi Avtzon

Por dondequiera que lo mires, Lot fue un absoluto fracaso.

Fue criado por su tío Abraham, pero aun así acabó siendo un fracaso.

Se mudó a la ciudad más corrupta de todo el mundo -Sodoma- optando por criar a sus hijos en un infierno sin Dios.

Se casó con una bruja que le hizo la vida amarga e imposible, y que acabó su amarga vida convirtiéndose (no sin cierta ironía) en una columna de sal.

Posteriormente, después de que los ángeles lo salvaron del Apocalipsis, se escapó a una cueva y bebió hasta más no poder, y acabó engendrando hijos de sus propias hijas. Sus actos fueron considerados repulsivos incluso en la sociedad inmoral de aquella época; su tío Abraham se vio forzado a trasladarse para evitar el inminente bochorno.

No la clase de tipo al que invitarías a tu casa a tomar una cerveza.

Pero ¿acaso olvidé mencionar algo? ¿De veras fue una total desilusión o tal vez sí le quedó algo de la educación que recibió al vivir en la casa de Abraham, después de todo?

Retrocedamos y revisemos parte de la vida de Lot otra vez más: Dos ángeles disfrazados de hombres llegan al Planeta Tierra para destruir a Sodoma y sus suburbios. Ellos entran a la ciudad pero primero tienen que rescatar al sobrino de Abraham y a su familia. Pero en este lugar tan depravado, en que se suele mutilar a los huéspedes (o incluso cosas peores), no hay nadie que les muestre el camino que conduce a la casa de Lot. Por suerte para Lot, esa noche él es el magistrado de la ciudad y él es el encargado de asegurarse de que no entren extraños.

Pero Lot fue educado en la casa de Abraham y Sara; creció en una tienda que tenía puertas en todas direcciones; en una tienda que les daba la bienvenida a todos, no importa quiénes fuesen.

¡La educación que recibió sí causó un impacto! A pesar de que él descartó la mayor parte de lo que se le había enseñado, el hábito de la hospitalidad es algo que permanece. Él no puede dejar que los que no tienen casa se queden sin casa. Por eso los invita a pasar. Sin saberlo, recibe en su casa a aquellos que han de salvarle la vida.

Nosotros, en nuestro rol de maestros, padres, entrenadores, mentores y terapeutas, a veces encontramos lo que se llama un “caso perdido”. Todo el esfuerzo, el tiempo y el dinero que invertimos a fin de causar algún cambio parecerían no ejercer ningún efecto. “No hay nadie en casa; no hay quién responda”.

A veces nos preguntamos: ¿para qué vamos a seguir derrochando tiempo en esta causa imposible, cuando en lugar de eso podríamos estar invirtiendo en historias de éxito? Preguntenle a Lot. (www.es.chabad.org)

Nota de Porisrael.org

En estos tiempos de guerra en que nuestros soldados estan luchando por ellos y por nosotros pido una oracion  para todos los que vivimos en Israel y para la Diaspora que sufre el antisemitismo.

 

 
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