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| viernes noviembre 22, 2024

Cómo salvar a Siria de al – Qaeda


al-qaeda

Fuente World News
24 de febrero, 2013

El objetivo en Siria no puede ser sólo  ayudar a los rebeldes y sacarse de encima a Assad; debe ser evitar que los cohortes extremistas de al-Qaeda tomen el poder.

Tácticamente el Presidente Obama está operando fiel a su estilo en Siria; está, con inteligencia,  evitando – de parte de los rebeldes –  medidas insidiosas, muchos de los cuales bien pueden tornarse aun peores que el ya viperino Presidente Assad. Pero,  también fiel a su estilo, el equipo de Obama parece estar, a largo plazo,  sin una estrategia  que, explícita e inexorablemente, encaje con la real amenaza que surge desde dentro de Siria ( al-Qaeda y sus enrevesados afiliados). Esa estrategia podría ir más allá de  desechar a un repugnante dictador o presionar para acuerdos ilusorios entre Assad y un grupo rebelde –con sede en Turquía- desprovisto de poder significativo. Mientras tanto, los sirios aun se ahogan en una sangría, caos y refugiados mientras que, el lado de Assad, se debilita, sin fin, pero  solo en centrímetros.

Los reales peligros en Siria hoy provienen menos de Assad o, incluso, de Irán y mucho más de los cada vez más potentes combatientes extremistas sunnitas. Si los “rebeldes” ganan, los jihadistas, tal vez, resulten  victoriosos. Podrían, con rapidez,  crear un Estado terrorista para amenazar a Turquía, Líbano, Jordania e Israel. La estrategia de EEUU debe construirse para desafiar esa pesadilla.

Frenar a los jihadistas de tomar el control de Siria puede representar el único objetivo común entre los alawistas gobernantes de Siria y los rebeldes sunnitas seculares. Los shiitas (relacionados con los alawitas)  temen, con razón, un probable triunfo de al Qaeda en Siria como el peor resultado posible. No puede haber duda en sus mentes que, los extremistas sunnitas, harian de la  matanza masiva de alawitas su prioridad número uno.

Los líderes seculares de los rebeldes sirios, agrupados en el conjunto exiliado, conocido como el Consejo Nacional Sirio, también deben preocuparse acerca de la amenaza extremista que  podrían enfrentar si, ahora, cae el gobierno de Assad. Recuerden:  la mayoría de sunnitas sirios no tiene una historia de radicalismo religioso. No quieren el gobierno de sharia más que lo que lo desean  los alawitas.

La estrategia de EEUU debe focalizarse en la construcción de este terreno común. Washington debería querer asegurar que ni sus aliados europeos ni  regionales dieran armas a los grupos sospechosos de ser levemente jihadista en su naturaleza. En particular, nuestros amigos árabes – que ya envían armas-  deben equivocarse más del lado de la precaución. Tal restricción mostraria  a los alawitas que nos preocupamos, como señal critica,  por su seguridad. Nuestros esfuerzos de negociación podrían seguir a través de líneas similares: sí! Assad tiene que irse. Sí!  los líderes seculares rebeldes y el resto del liderazgo alawitas tendría que acordar congelar a los jihadistas por fuera de las negociaciones y el poder gubernamental. Y,  sí! tanto los líderes seculares sunnitas como alawitas deberian  acordar compartir el poder gubernamental y proteger sus respectivas comunidades para el futuro indefinido. No es lindo o fácil pero es un terreno común.

Además de salvar vidas, no dimos un buen argumento para hacer la paz

Hay dos buenas razones para tratar esa estrategia, aunque puede ser confuso. La primera, pone la lente justo en lo que más preocupa a EEUU y sus principales aliados vecinos de Siria – a saber, la perspectiva de Siria para convertirse en guarida de al Qaeda. Los terroristas podrían tener un depósito ya armado de moderno armamento, por ejemplo armas químicas y sofisticados misiles anti-aéreos y radares. Washington es bien conciente de los peligros pero no se centra, de manera adecuada, en la prevencion.

Segundo, la estrategia anti-jihadista solo tiene un sentido más práctico que las ideas políticas que ahora dominan el debate público. Uno, favorito, es que EEUU debería estar promoviendo las negociaciones entre  rebeldes y gobierno. Pero los líderes rebeldes en Turquía están casi desprovistos de poder y con escaso control de los rebeldes combatientes dentro de Siria. De igual importancia, no hay nada en la mesa de negociaciones ahora para persuadir a los alawitas a deshacerse de Assad. Aparte de salvar vidas, no le damos a cada parte un buen argumento para hacer la paz- y  ninguna de las partes está demasiado preocupada por salvar vidas justo ahora o tendrían que haber dejado de asesinar, unos a otros, hace ya tiempo. La vía de negociación no funcionó ni funcionará – a menos que hagamos que alawitas y sunnitas seculares se focalicen en intereses políticos comunes. Naciones Unidas puede seguir enviando representantes para hablar con los rivales, y el Secretario de Estado, John Kerry puede visitar el barrio. Por desgracia,  nada de esto va a cambiar algo.

La otra “solución” que gana terreno, especialmente en EEUU, es que EEUU arme a los rebeldes para la victoria militar. Eso es mucho más fácil decir que hacerlo; los partidarios necesitan solo detenerse e imaginar nuestras limitaciones de ser capaces de distinguir entre rebeldes buenos y malos. Los árabes se ven todos iguales a los americanos, incluso a los funcionarios de la CIA.

Solo los ignorantes no se preocupan de que las armas caigan en las manos equivocadas. Los que proponen armas a los rebeldes notan un hecho contundente a saber, que aquellos estados árabes que arman a rebeldes  (Arabia Saudita, Kuwait y Qatar), limitan su distribucion. Se dan cuenta que,  incluso si conocen a los rebeldes mejor que lo que los conocen los americanos, no los ven  lo suficientemente bien para darles armas sofisticadas. De manera que, si los que conocen a los rebeldes mejor no pueden descifrar a quiénes y con qué armarlos, ¿como pueden hacerlo  los americanos?

Una dimensión clave a una estrategia anti-jihadista para EEUU y sus aliados regionales sería ayudar a los rebeldes seculares a competir mejor por el corazón y la mente del pueblo sirio. Justo ahora, los jihadistas están ganando popularidad, como la que siempre tienen en todas partes, al proveer de bienes y servicios a los necesitados y evitar, al menos por el momento,  la corrupción. Tenemos que convencer a los rebeldes seculares a hacer todo y, si demuestran que pueden, darles  los recursos económicos para competir.

Nuestros distintos  programas de ayuda humanitaria en Siria y zonas fronterizas deben continuar e, incluso,  incrementarse. Y, en verdad, debemos dejar en claro a los sirios que nosotros y sus hermanos árabes podríamos hacer un esfuerzo mayor para la reconstrucción económica de Siria si los rebeldes seculares y los alawitas forjaran un compromiso político excluyendo a los jihadistas.

Una palabra más sobre las armas a los “combatientes de la libertad”: nadie estuvo tan cerca y con convicción haciendo eso, incluso hasta  armar, de modo equivocado,  a los chicos malos podría poner fin a la guerra o reducir los asesinatos. Más bien, el esquema fue el esfuerzo más letal de los rebeldes;  las fuerzas más violentas de Assad. Y si el pasado es prólogo, y más armas prueban ser insuficientes, los defensores de armar a los rebeldes  podrían, pronto,  discutir una intervención estadounidense directa.      

La única estrategia que se ubica como opción – y ni siquiera es una muy buena- es que EEUU, los alawitas post-Assad y los sunnitas seculares sirios se focalicen  en un objetivo común: frenar la victoria de los extremistas islámicos.

CIDIPAL

 
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