Masacre del 7 de octubre .
Durante décadas, varios líderes mundiales, los principales medios de comunicación, las naciones donantes, las ONG de derechos humanos y el mundo académico han elevado la causa palestina a un estatus intocable. Desde la masacre de atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972 hasta la Asamblea General de la ONU que equiparó el sionismo con el racismo, y desde las resoluciones en serie antiisraelíes de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU (ahora Consejo) hasta la virulentamente antiisraelí y antisemita Conferencia Mundial de la ONU contra el Racismo de 2001 en Durban, Sudáfrica, sin mencionar las sangrientas intifadas, horribles atentados suicidas, misiles, apuñalamientos, atropellos y tiroteos desde vehículos, no ha habido un solo crimen, ni siquiera el más atroz, que alguna vez haya merecido una condena mundial explícita de la causa palestina.
En 2023 fuimos testigos del bloqueo de aeropuertos y carreteras, la destrucción de las menorás de Janucá y la interrupción de eventos y celebraciones navideñas por parte de partidarios de los palestinos. Incluso hubo una multitud de manifestantes pro-Hamás cantando Allahu akbar en la entrada del Memorial del World Trade Center del 11 de septiembre, bajo el cual yacen las cenizas de más de 3000 víctimas inocentes del terrorismo.
Parece que ningún hecho puede cambiar la aprobación de la causa palestina por parte de la élite. En cualquier discusión posterior a tales atropellos, la respuesta predeterminada es siempre: “Sí, pero…”. “Sí, fue muy desafortunado que atletas israelíes fueran asesinados… o que una mujer embarazada muriera por una bomba en la pizzería Sbarro de Jerusalén… pero ¿qué opción tienen los palestinos mientras viven en el campo de concentración al aire libre que es Gaza, que son víctimas de una ocupación colonial, que están aplastados por un régimen de apartheid?”.
Entonces, tal vez fue ingenuo pensar que, de alguna manera, el 7 de octubre sería diferente. Ese día fueron asesinados más judíos que en cualquier otro desde el final del Holocausto nazi en 1945; el 7 de octubre, videos tomados por los propios terroristas de Hamás mostraron cómo atacaban a familias civiles enteras, a quienes mataban a tiros y quemaron; cómo convirtieron un concierto por la paz en un osario; cómo mujeres y niñas israelíes fueron violadas, decapitadas y mutiladas. Cientos de personas fueron secuestradas y tomadas como rehenes, y es posible que más de 100 sigan vivas en un cautiverio subterráneo que desafía la imaginación.
Las sangrientas intifadas, horribles atentados suicidas, misiles, apuñalamientos, atropellos y tiroteos desde vehículos, no ha habido un solo crimen, ni siquiera el más atroz, que alguna vez haya merecido una condena mundial explícita de la causa palestina
Y después de todo esto, hemos sido testigos principalmente del silencio o la aquiescencia hacia los terroristas. La Cruz Roja Internacional rechazó las solicitudes del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y de las familias de los rehenes, para intentar entregar medicamentos que salvarían sus vidas. Sin embargo, encontraron tiempo para hacer llegar formularios a los terroristas de Hamás presos en las cárceles israelíes para que los llenaran, y así ellos y sus familias pudieran ser rápidamente compensados bajo la ley de la Autoridad Palestina de “pago por matar judíos”.
Ahora, a principios de 2024, antes de que los medios de comunicación se apresuren a entrevistar a expertos sobre el “día después” de Gaza y antes de que las entidades de la ONU, encabezadas por pilares de los derechos humanos como Irán, China y Rusia, preparen acusaciones más difamatorias contra el Estado judío, es importante identificar a los principales guardianes de la dignidad humana que son en gran medida responsables del silencio, la arrogancia y la hipocresía que permitieron al brutal victimario pasar rápidamente al manto del victimismo mientras presentaba al pueblo de Israel como “instrumentos de genocidio”.
Aquí hay algunos notables:
En primer lugar, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. A raíz de los crímenes contra la humanidad cometidos por Hamás el 7 de octubre, el principal ejecutivo mundial de derechos humanos declaró: «Es importante reconocer también que los ataques de Hamás no ocurrieron en el vacío», alegando «56 años de ocupación asfixiante» sufridos por los palestinos, y añadió que las masacres de Hamás “no justificaban el castigo colectivo del pueblo palestino”. Guterres tardó 70 días en ver los 43 minutos de video tomados por los hombres armados de Hamás sobre sus horribles asesinatos en masa, violaciones, mutilaciones, secuestros y toma de rehenes.
La relatora especial de la ONU, Francesca Albanese, supuestamente una observadora objetiva de los palestinos, describió a los terroristas de Hamás como “defensores de los derechos humanos”. Ella legitimó el lanzamiento de misiles contra civiles israelíes, y elevó a los criminales de Hamás al mismo plano moral que los judíos que lucharon contra los nazis en el levantamiento del Gueto de Varsovia de 1943. Albanese también emitió esta extraña pero mortal acusación contra las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI): “Israel no puede reclamar el derecho de autodefensa contra una amenaza que emana de un territorio que ocupa, de un territorio que está bajo ocupación beligerante”.
En su informe de la Comisión de Investigación presentado ante la Asamblea General de la ONU dos semanas después del 7 de octubre, Albanese declaró que “la opresión y el trauma sufrido por los niños palestinos, la mitad de la población palestina bajo el dominio israelí, es una mancha única en la comunidad internacional». No hay información oficial sobre si Albanese también considera la quema de bebés judíos una mancha para la comunidad internacional.
Francesca Albanese declaró que “la opresión y el trauma sufrido por los niños palestinos, la mitad de la población palestina bajo el dominio israelí, es una mancha única en la comunidad internacional». No hay información oficial sobre si Albanese también considera la quema de bebés judíos una mancha para la comunidad internacional
Reem Amsalem, Relatora Especial de la ONU sobre la violencia contra las mujeres y las niñas. Al New York Times le tomó más de dos meses reconocer finalmente, en forma impresa, que las mujeres y niñas israelíes fueron objetivos especiales de los atacantes de Hamás. Y esto fue solo después de que los rehenes liberados confirmaran las desgarradoras descripciones de los crímenes contra mujeres y niñas judías. Mientras tanto, Amsalem encontró tiempo para opinar sobre la controversia sobre los atletas trans, pero se negó a condenar inequívocamente a Hamás por el abuso sexual a mujeres israelíes cuando era necesario. Inicialmente lo descartó todo como “desinformación”.
De hecho, Alsalem, nacida en Jordania, fue más allá y declaró que desde el 7 de octubre “el ataque a la dignidad y los derechos de las mujeres palestinas ha adquirido dimensiones nuevas y aterradoras”. También alegó que el “continuo ataque de Israel a los derechos reproductivos de las mujeres palestinas y sus recién nacidos ha sido implacable y es particularmente alarmante”, y acusó a Israel de “imponer medidas destinadas a impedir los nacimientos dentro de un grupo”.
Sarah Douglas, subdirectora de paz, seguridad y resiliencia de ONU Mujeres, respaldó una serie de afirmaciones incendiarias en las redes sociales tras el ataque de Hamás del 7 de octubre. Aunque su posición exige neutralidad, Douglas le dio “me gusta” a los tuits que condenaban el “genocidio” israelí y afirmaban que las “fuerzas del imperio” se estaban uniendo para aplastar la “lucha por la libertad” del pueblo palestino.
El lema del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) “Para todo niño”, sería más exacto si dijera: “Para todo niño a menos que sea un judío israelí”. Tras la masacre del 7 de octubre, UNICEF guardó silencio total respecto del asesinato de 40 niños israelíes y la masacre de familias judías enteras a manos de los terroristas de Hamás. No hicieron ningún esfuerzo por exigir la liberación inmediata e incondicional de los 32 niños israelíes secuestrados en Gaza por Hamás. En cambio, sus esfuerzos se centraron únicamente en hacer llegar ayuda humanitaria a los niños palestinos en Gaza, que también sufren a manos de Hamás. De hecho, los contribuyentes de UNICEF han descubierto que no hay manera de dirigir fondos para ayudar a decenas de miles de niños israelíes desplazados y traumatizados por los ataques de Hamás y Hezbolá.
Finalmente la UNRWA, la única agencia de la ONU para refugiados cuyo propósito no es reasentar a los refugiados. En 2023, la UNRWA todavía confirió estatus de refugiado a casi 6 millones de descendientes de los aproximadamente 700.000 refugiados palestinos originales de 1948, ¡incluso si son ciudadanos de otros países! Esta manipulación permite a los palestinos insistir en que millones de personas tienen “derecho a regresar” en masa al espacio actualmente habitado por más de 9 millones de ciudadanos de Israel. Una medida así significaría el fin del Estado judío.
La UNRWA debe ser desmantelada. Dejemos que las naciones donantes establezcan un fondo de garantía para los palestinos no terroristas, para guiar el futuro de su pueblo sin la UNRWA controlada por Hamás, poniendo fin al desastroso estatus de refugiados multigeneracional de los palestinos
El presupuesto de la UNRWA para 2023, de 1630 millones de dólares, financia sus escuelas, donde generaciones de niños palestinos han sido adoctrinados para odiar a los judíos y reverenciar a los “mártires” terroristas. Ahora, las FDI han proporcionado pruebas de que Hamás utiliza las escuelas de la UNRWA y áreas adyacentes para almacenar armas, incluidos chalecos explosivos adaptados a los niños. Los empleados y las instalaciones de la UNRWA son parte de la maquinaria de guerra de Hamás.
En una reunión reciente en el Departamento de Estado de EEUU, insté al Secretario de Estado Antony Blinken, así como a funcionarios de otros países donantes, a no tratar a la UNRWA como una parte clave de la solución a la miseria de Gaza. De hecho, la UNRWA es un componente clave de los problemas actuales que aquejan a la sociedad palestina. En pocas palabras, la UNRWA debe ser desmantelada. Dejemos que las naciones donantes establezcan un fondo de garantía para los palestinos no terroristas, para guiar el futuro de su pueblo sin la UNRWA controlada por Hamás, poniendo fin al desastroso estatus de refugiados multigeneracional de los palestinos.
Setenta y cinco años de simpatías fuera de lugar y de ilusiones han llevado a todo Oriente Medio al borde del abismo.
De cara al nuevo año, cualquiera que se comprometa a tratar de mejorar las vidas de musulmanes, judíos y cristianos en el Medio Oriente debe guiarse por el antiguo Midrash que advierte que “quienes son compasivos con los crueles finalmente se volverán crueles con el compasivo”.
Es hora de responsabilizar a todas las partes –comenzando por Hamás, la Yijad Islámica, la Autoridad Palestina, Hezbolá y el régimen asesino iraní– por sus acciones, o el mundo entero pronto podría cosechar el torbellino.
*Decano asociado del Centro Simon Wiesenthal, director de Acción Social Global, y presidente de la Comisión sobre Libertad Religiosa Internacional de Estados Unidos.
Fuente: themedialine.org.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.
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