El legendario detective televisivo, Columbo, solía interrogar a los testigos de un crimen que estaba investigando, confrontándolos bruscamente: «Sólo deme los hechos», decía. No estaba interesado en escuchar relatos subjetivos conflictivos de la clase que aparecen en la famosa película de Akira Kurosawa «Rashomon», donde cada uno de los testigos de un crimen daba su impresión subjetiva de manera mutuamente contradictoria. Los hechos, eso es todo lo que quería oír. Los hechos, eso es lo que se requiere de aquellos que enseñan historia a nuestros hijos en la escuela, cuando se enseñan la historia de la Guerra de Independencia de Israel.
Hace algunos años, el Ministerio de Educación instruyó a las escuelas a que enseñen a nuestros hijos la «narrativa palestina», además de la narrativa judía (¿israelí?), de los acontecimientos de la Guerra de Independencia de Israel. Ahora que esta instrucción ha sido revocada, algunos expresan una demanda para que la «narrativa palestina», no obstante, siga siendo enseñada en nuestras escuelas. ¿Hay realmente dos narrativas que se les debe enseñar a nuestros hijos? ¿Es la historia nada más que una colección de narrativas en conflicto?
El modo «narrativo» de la historia es algo de reciente cosecha, una moda pasajera que es improbable que persista. Son los hechos los que queremos que se les enseñen a nuestros hijos en las clases de historia. Puede haber diferentes interpretaciones de ciertos acontecimientos, que podrían necesitar ser elaborados, incluso cuando los propios acontecimientos han sido establecidos fuera de toda duda. Sólo cuando el real desarrollo de los acontecimientos ha sido difícil o imposible de comprobar, es que hay espacio para la presentación de diferentes versiones.
En realidad, la forma narrativa de enseñar historia parece haber echado raíces, principalmente en Israel. ¿Podría alguien sugerir que, en las escuelas estadounidenses, la «narrativa japonesa» del conflicto estadounidense-japonés durante la Segunda Guerra Mundial, se enseñe junto con la «narrativa estadounidense»? ¿Es el ataque japonés a Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941, nada más que la versión estadounidense? ¿O qué decir sobre la enseñanza en las escuelas rusas de la «narrativa alemana» de la invasión alemana a la Unión Soviética en junio de 1941? Esto parece demasiado absurdo para que sea contemplado.
Entonces ¿Por qué sucede esto en Israel? Sí, hay una «narrativa palestina» de la guerra de 1948, y se llama «Nakba». Pero como todos los estudiantes de esa guerra, y los testigos que aún viven, saben muy bien, la versión Nakba no es más que una sarta de mentiras. Ningún juego malabar ni ninguna interpretación politizada de los acontecimientos de esa guerra, en la que el uno por ciento de la población judía cayó luchando contra el ataque de los árabes, pueden cambiar el hecho de que el mundo árabe – las milicias árabes locales y los ejércitos regulares de los países árabes vecinos, además de las fuerzas iraquíes – trataron de destruir al estado judío, en una guerra que comenzó inmediatamente después de la resolución de la ONU que dividió el oeste de Palestina en un estado judío y otro árabe, en noviembre de 1947.
Seis mil judíos – soldados y civiles – cayeron en esa guerra luchando contra la embestida árabe. Cuando los árabes tenían éxito, la población judía era asesinada o deportada, y todas las propiedades judías eran destruidas. Lo que ocurrió en el Barrio Judío de la Ciudad Vieja de Jerusalem y en el bloque de Etzion, en mayo 1948, cuando cayeron en manos de la Legión Jordana, fue un presagio de la suerte que le aguardaba a toda la comunidad judía si los árabes ganaban esa guerra. Todo esto ha sido borrado de la «narrativa palestina.»
¿Se sugiere que esta falsificación de la historia debería serles enseñada a los escolares – judíos y árabes – en Israel?
Es cierto que la población árabe de Palestina sufrió gravemente durante la guerra. Pero también está más allá de toda duda el que esta tragedia les llegó por las decisiones adoptadas por los dirigentes árabes. Es esencial que esta parte de la historia de la Guerra de la Independencia de Israel, de la «narrativa israelí», si se quiere, sea enseñada en nuestras escuelas a los niños judíos y árabes por igual. Y si una verdadera paz alguna vez reinará entre Israel y sus vecinos árabes, es importante que los árabes reconozcan que lo que ellos llaman la Nakba fue una tragedia autoinfligida.
Así como la paz real pudo llegar a Europa después de la Segunda Guerra Mundial, sólo después de que los alemanes abandonaron la «narrativa alemana» y aceptaron la verdadera historia de la guerra que Alemania comenzó; sólo el abandono de la «narrativa palestina» y la aceptación de la secuencia real de la los eventos de 1947-48 pueden servir de base para la reconciliación entre judíos y árabes.
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Difusion: www.porisrael.org
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