Se habla mucho y se especula sobre los recientes acontecimientos en el norte de Israel, no en vano, considerando la amenaza de la organización terrorista Hezbollah, de la cual todos sabemos opera bajo los auspicios del gobierno iraní. Israel no es ajeno a esta amenaza, pero aún no ha utilizado toda su fuerza y aunque mantiene alerta roja en sus fronteras con Siria y Líbano, la expansión militar en esa zona aún no demuestra que se esté preparando para la guerra, más, seguro es que Israel no dejará pasar otro evento como el del 7 de octubre. Es necesario prestar atención a ciertas cosas que sucedieron. Ataques de altos funcionarios en Siria como lo fue el último asesinato del comandante de la Fuerza Quds en Siria y Líbano, Hassan Mahdoi, deja a los iraníes en su eterno discurso amenazador, pero con algunos dilemas internos que también impiden llevar el conflicto a una guerra general o a poner fin a sus amenazas.
La cuestión es un poco más compleja. Desde el punto de vista israelí, no hay ningún interés en iniciar una guerra en el norte, y para captar el lado enemigo debemos conocer el idioma de la zona en cuestión, pero sobre todo su cultura política. Tanto Irán como su satélite en la región, Hezbollah, no bajarán la cabeza ni hablarán de manera moderada; esto no va con el orgullo de los árabes. Por ello su posición ante los medios de comunicación será siempre amenazadora, junto a una imagen fuerte contra el enemigo occidental, aunque sólo sea para evitar destruir la moral de los países musulmanes radicales con los que Irán debe tener buenas relaciones si quiere ser el futuro líder del Medio Oriente. Se trata, pues, de dos discursos, uno suave pero firme hacia Occidente y otro del que no bajarán la guardia dedicado a sus aliados islámicos. Teniendo esto en cuenta, pasaremos a la respuesta iraní a lo que está sucediendo en el norte de Israel.
Dada la posibilidad de una guerra entre Israel, Hezbollah y sus activos en Siria, Irán tendrá que replantear muy cuidadosamente cómo será su participación, aunque esto pueda parecer extraño para muchos. No es tan fácil para Irán iniciar un conflicto bélico oficial donde tenga que enviar soldados o más ayuda económica. Tiene suficiente en Yemen, y en parte de la ayuda que ya envía a través de Siria a Hezbollah. Podemos garantizar que no es nada simple para ellos. Con el asesinato del alto funcionario iraní en Siria, la capacidad de Irán para mantenerse alejado de la guerra está en duda y aquí hay que analizar cómo puede reaccionar Irán ante esta situación, intentar entender cómo ven su posición en medio del conflicto y por qué surge un dilema interno para tomar una decisión.
Durante la Guerra de las Espadas de Hierro, Israel logró asestar duros golpes a Irán en suelo sirio, prevenir el comercio de armas e incluso eliminar a Sid Rachi, a quien se le había confiado directamente la transferencia de armas desde Irán a través de Siria y de ahí al Líbano, pero aún esto no motivó un ataque masivo contra Israel. Ahora, el último incidente en el que murió el comandante de la Fuerza Quds en Siria y Líbano, Hassan Mahdoi, pone al gobierno de Teherán en una situación difícil.
Está claro que el primer comentario escuchado fue la respuesta del gobierno iraní, en el que se expresa que no podía ignorar lo sucedido, y ahora menos puede ser indiferente ante el conflicto. El problema ocurre cuando la realidad cumple con las expectativas, pero aquí Irán tiró demasiado de la cuerda y en su próximo paso tendrá que manejarse con mayor cautela.
El funcionario iraní fue asesinado cerca del territorio de la Embajada de Irán, en Damasco, lo que puede considerarse un ataque dentro de suelo iraní. Es cierto que en realidad no lo es, pero la proximidad del asesinato a la embajada indica que el brazo del pulpo israelí puede tocar a todos sus oponentes y llegar a donde se lo proponga, incluso muy cerca de sitios donde el enemigo ya no se sentirá seguro.
Naturalmente, se espera que Irán no permanezca indiferente ante el último ataque, pero deberá tener en cuenta lo siguiente: una respuesta a gran escala llevará al país a prolongar la campaña hasta acabar casi por completo la escasa relación existente con las potencias occidentales. Por lo contrario, una frágil respuesta o el hecho de no reaccionar, mostrará su debilidad ante los ojos del mundo árabe y no responderá al llamado de los líderes iraníes en el exterior que ven su posible futuro, intensificado por las amenazas y el miedo. El objetivo israelí es limitar las operaciones de Irán en Siria con operativos selectivos enfocados en funcionarios de alto rango.
Estamos seguros de que la respuesta iraní llegará tarde o temprano. La venganza siempre ha sido parte de la cultura política de Medio Oriente, pero a Irán no le conviene ser parte de ningún conflicto, y menos entrar en la guerra de las “espadas de hierro”. Su compromiso con el conflicto entre Hamas e Israel no jugará a su favor, ya que además carece de capacidad para llevar a cabo grandes operaciones terrestres o aéreas y si ese es el caso, tendrá que encontrar la manera de responder sin verse arrastrado a una guerra. Eso también significa que podríamos estar en el comienzo de algo grande.
La operación para matar a Hassan Mahdoi no disuadirá la participación de Irán en Siria. Esta última es una zona estratégica para que el gobierno de Teherán alimente a sus aliados, pero la ejecución de sus representantes perjudica sin duda su liderazgo y su capacidad de acción para expandirse por toda Siria. Esto puede crear dificultades e incluso generar dudas ante los ojos de los países islámicos radicales sobre la eficacia iraní.
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