El argentino Gabriel Ben Tasgal vive hace 35 años en Israel, donde se formó en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales; y luego en asuntos vinculados a la comunicación, como Publicidad y Marketing. Se especializó en el conflicto de Medio Oriente y el antisemitismo, o judeofobia.
Esta semana sorprendieron las manifestaciones de universitarios estadounidense contra la guerra en Gaza, en un país donde la libertad de expresión en las universidades es un valor respetado (lo más recordado son las protestas por Vietnam).
Clarín habló con Ben Tasgal sobre esto, y sobre cómo puede impactar el conflicto en la Argentina, donde hay una larga tradición de integración social entre las comunidades árabe y judía.
– ¿Cómo se explican las protestas de los últimos días en EE.UU.? ¿Tiene algunas características especiales?
– Es una conjunción de varias variables. Hay un factor de tipo cultural, que es la influencia de la teoría de la interseccionalidad en muchos profesores, cuya lógica original era buscar, por ejemplo, qué probabilidad hay que una persona de color o mujer seas también pobres. Esto tiene lógica, las identidades son importantes. Pero la teoría fue bastardeada porque ahora se postulan cosas como que las mujeres, los pobres o los pueblos aborígenes son siempre buenos. Y los palestinos entran en esa división. ¿Y quiénes son los malos? Las personas blancas, los judíos, israelíes, por ejemplo. Y así se explica que personas que son del grupo LGTB apoyan a Irán ¿Qué los une? Por otro lado, desde 2001 algunos países -principalmente Qatar-, invirtieron US$ 4.700 millones en las universidades de EE.UU. Y el dinero lo ponen a cambio de que les dejes abrir una cátedra sobre islam con ideología yihadista. También hay un movimiento, ligado a la extrema izquierda, que critica los valores occidentales, el estado de derecho, la cultura monoteísta.
– Este análisis sugiere que los estudiantes o profesores, personas adultas, son dóciles y se dejan manipular…
– Solemos pensar que en la izquierda las personas son leídas, cultas, aspiran a buscar la verdad. Y sí, es así. Pero vas a encontrar focos de mucha ignorancia. Que cuando levantan la bandera que dice ‘desde el río hasta el mar’ (un estado palestino entre el río Jordán y el mar Mediterráneo, es decir, todo Israel), les preguntás ¿de qué río hablas?, y no tienen idea. Un nivel de oscurantismo intelectual difícil de comprender para un modernista que cree que hay que discutir sobre algo que tenemos consenso. Desde el momento que los argumentos más importantes son cifras que da Hamas, cuando se sabe que son falsas y las toman como ciertas. Evidentemente acá hay una guerra cultural que no tiene que ver con Israel. Tiene que ver con una crítica hacia los valores occidentales y hacia la búsqueda de la verdad.
– ¿Cómo se va a desarrollar este conflicto con los estudiantes hacia adelante?
– EE.UU. no es Europa y no creo que permitan que las universidades se transformen en centros yihadistas, como en otros lugares de Europa sí ocurre y no solo en las universidades. La reacción de EE.UU. puede ser potente a través del uso de la ley, y por la batalla cultural. Es probable que, en un gobierno conservador, si gana Trump, esta pelea contra el liderazgo woke (así se llama a los sectores progresistas en EEUU.) se profundice.
– Ahora, lo que señalan los manifestantes es todo lo contrario, que las universidades reciben el apoyo de Israel. Y exigen que no haya más vínculo con ese país.
– Esto está vinculado al antisemitismo. Un antisemita moderno va a decirte que el holocausto no existió, que los judíos son los que hacen un genocidio y que dominan el mundo y están detrás de todas las desgracias. ¿Por qué las universidades de EEUU. tienen relaciones con Israel? Porque es una potencia tecnológica, el segundo país con más títulos universitarios por persona y el primero per cápita que publica textos científicos. Decir que Israel domina las agendas de las universidades no parece serio.
– ¿Por qué la inteligencia israelí no pudo prever el 7 de octubre?
– Por tres concepciones básicas que tiene que ver con la soberbia. La primera es creer que Hamas estaba amedrentado y no iba a atacar, porque en los últimos combates la superioridad militar israelí era muy grande. Segundo, el peso de la tecnología, creer que si tener una valla de seguridad como la cúpula de hierro te puede salvar. Y lo tercero pensar que, por dejar trabajar a palestinos de la Franja de Gaza, 20.000 a 40.000 por día, no van a atacar. Estos tres factores hacen que, cuando viene información que contradice esas certezas, no sea captada como real. El error de Israel fue garrafal y traumático y me cuesta creer que se cure de este trauma con facilidad.
– ¿Cómo vive esto, ahora, la sociedad israelí? ¿Apoyan la acción en Gaza?
– Hay una responsabilidad civil y un nacionalismo que se basa en que somos una sociedad occidental modernista, que tiene que salir a defender a sus pobladores. Como todo el país es de alguna manera parte del ejército, hay una disponibilidad de combatir ahora y no esperar que dentro de cinco años la situación empeore.
– ¿Cómo evalúa el valor que tiene para Argentina la interculturalidad y la integración de descendientes de judíos y árabes?
– Durante generaciones, judíos y árabes cristianos del Medio Oriente han encontrado muchas más similitudes que divergencias. Ambos se han sentido bien recibido en Argentina y sienten que han aportado al desarrollo cultural y material del país. El gran desafío para ambas comunidades es evitar la importación del conflicto del Medio Oriente, que afecte la coexistencia a 17.000 km de distancia.
– ¿Qué consecuencias puede tener para Argentina un presidente que se pronuncia tan abiertamente a favor de Israel?
– El terrorista va a hacer una acción bélica en un país que tenga la posibilidad de influir propagandísticamente en todo el mundo. Y además donde se puedas escapar fácil, la justicia no funcione en su contra y haya un colchón local de apoyo. ¿Qué lugar en América Latina puede ser así? Bueno, Argentina es un lugar bastante atractivo. Siendo así, colocar a la Argentina como líder contra Irán, puede ser un llamador de atención para que Irán te recuerde que tiene un costo algo así. Por eso, a quien simpatice con el presidente, sería bueno decirle que no hace falta, en medio de una guerra, trasladar la Embajada de Argentina a Jerusalén. No es el momento ahora de decirle a Irán, hagan algo.
Señas particulares
Licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la Universidad Hebrea de Jerusalén; y Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad Autónoma de Barcelona, Gabriel Ben Tasgal se especializó en el análisis del conflicto en Medio Oriente.
Es argentino y vive en Israel, donde dirige el programa Public Diplomacy – “HaTzad HaSheni”, de divulgación en español y portugués. Autor de varios libros, el último es “300 Preguntas en 300 palabras sobre el conflicto palestino-israelí”.
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