B’H
Levítico 16
La Esencia del Día
Iom Kipur tiene un poder especial, ya que “se arrepienta uno o no se arrepienta, Iom Kipur expía.” Para citar a Rambam, “La esencia del día expía.”
La expiación no es simplemente evitar el castigo, sino purificar el alma-”’kapara’ es una expresión de ‘restregar,’ sacar restregando el sucio del pecado.” La “esencia del día” logra dos cosas: cancelación del castigo y remoción de las “manchas” y la “suciedad.”
Iom Kipur tiene el poder de purificar (aún si presumiblemente esto requiere arrepentimiento) porque entonces se revela el vínculo entre la esencia del alma y la esencia de Di-s. Este vínculo no es creado por el servicio humano, sino que existe naturalmente: la esencia del alma es literalmente parte de Di-s, lo que “Cuelga de ti y se te une… el único pueblo que afirma Tu unicidad.” Al igual que este vínculo no es formado por el servicio humano, así también no es debilitada ni manchada por el pecado.
Claramente, entonces, cuando el vínculo entre Di-s y el pueblo judío se revela, todas las “manchas” son anuladas automáticamente, ya que en esos niveles manchados por el pecado, la expiación requiere arrepentimiento, lo que anula todo lo que se oponga a la unión con la Divinidad. La expiación de Iom Kipur, sin embargo, es lograda revelando el nivel del alma que el pecado no puede afectar ni dañar, para empezar. (www.es.chabad.org).
PERDONÉ COMO HAS HABLADO
“Y dijo Di-s: ‘Perdoné como has hablado’” (Números 14:19)
Cuando los espías retornaron, Di-s quiso exterminar al pueblo. Pero nuevamente la intervención de Moshé lo evitó. Fue en ese momento que Di-s pronunció las palabras: “Perdoné como has hablado”. Y esas palabras del Creador siguen resonando día a día. Él siempre está dispuesto a perdonar a aquellos que vuelven a Él con sinceridad. Que este Iom Kipur no sea en vano, aprovechemos la oportunidad que anualmente se nos presenta. Volvamos a Él verdaderamente, entonces en nuestro corazón oiremos las palabras de Di-s: “¡PERDONÉ COMO HAS HABLADO!”
IZKOR
Este breve servicio de recordación tiene lugar luego de la lectura de la Torá y antes de devolver los Rollos al Arca (véase Majzor para Iom Kipur, pág. 158).
La plegaria de recordación – Izkor – se recita en el último día de Pesaj, el segundo día de Shavuot, Iom Kipur y Sheminí Atzeret. Los días de Rosh HaShaná y Iom Kipur son considerados en este caso como una sola Festividad y por lo tanto Izkor se recita sólo en Iom Kipur.
Esta plegaria tiene un significado mucho mayor en Iom Kipur que en las demás Festividades, pues la verdadera esencia de este día es la procura de misericordia, perdón y expiación, tan necesarios para las personas fallecidas como para las vivas. Aunque el versículo (Salmos 88:6) expresa: «Entre los muertos hay libertad» -que nuestros Sabios interpretaron (Shabat 30a): «Cuando la persona muere, queda libre de la obligación de cumplir Torá y mitzvot»-, los difuntos, sin embargo, se benefician con las donaciones que sus hijos hacen en favor de sus almas. Los Sabios derivan esta idea del siguiente versículo (Deuteronomio 21:8): «Con-cede expiación a Tu pueblo, Israel, que has redimido»; ‘Concede expiación a Tu pueblo, Israel’-se refiere a los vivos; ‘que has redimido’ se refiere a los fallecidos. Esto nos enseña que los muertos requieren expiación. ¿Cómo la logran?. Por intermedio de las plegarias y donaciones caritativas que los vivos hacen en su nombre, pues Di-s sondea los corazones, y sabe que de continuar el difunto con vida hubiera dado él para caridad y obtenido el mérito.
Además, si los padres transitaron la senda del bien, enseñando a sus hijos a rezar, a realizar mitzvot y contribuir con caridad, el hecho de que estos continúen haciéndolo tras su deceso demuestra que los padres todavía ejercen su influencia sobre ellos; la fuerza de aquellos perdura en las acciones de los hijos, y es como si ellos mismos estuvieran vivos y cumplieran mitzvot.
La costumbre Ashkenazí es que aquel cuyos dos padres están vivos abandona la sinagoga al momento de recitarse Izkor, para evitar el mal de ojo que podría resultar de la envidia de quienes ya no los tienen. Otra de las razones es que alguien podría unirse inadvertida-mente a la congregación en las plegarias de recordación por los difuntos, y con ello estaría invitando al Satán a actuar. Un tercer motivo es que no resulta apropiado que uno permanezca en silencio mientras los demás están rezando.
En las congregaciones sefardíes, en cambio, se acostumbra que todos permanezcan en la sinagoga. Sólo el oficiante recita Izkor («Hamenajem») y cada individuo le da los nombres de sus parientes difuntos para que los incluya en la plegaria colectiva pidiendo misericordia por ellos. Por eso, la costumbre sefardí es recitar la plegaria de recordación en cada Shabat y Festividad.
HE AQUÍ EL TEXTO DE IZKOR EN CASTELLANO:
POR EL PADRE: Recuerde Di-s el alma de mi padre, mi maestro (mencionese el nombre en hebreo y el de la madre), que se ha marchado a su excelso mundo, a causa de que yo, sin obligarme mediante promesa, daré caridad en aras de él. Por este mérito, que su alma esté ligada en el vínculo de la vida con las almas de Abraham, Itzjak y Iaakov, Sara Rivka, Rajel y Lea, y con los demas hombres y mujeres justos que están en el Gan Edén; y digamos Amén.
POR LA MADRE: Recuerde Di-s el alma de mi madre, mi maestra (mencionese el nombre en hebreo y el de la madre), que se ha marchado a su excelso mundo, a causa de que yo, sin obligarme mediante promesa, daré caridad en aras de ella. Por este mérito, que su alma esté ligada en el vínculo de la vida con las almas de Abraham, Itzjak y Iaakov, Sara Rivka, Rajel y Lea, y con los demas hombres y mujeres justos que están en el Gan Edén; y digamos Amén.
Día de la Unicidad
Por Yanki Tauber
Somos un «ser» animal que tiene hambre y codicia y muestra sus colmillos cuando lo desafían; un «ser» emocional que ama y teme, se regocija y agoniza; un «ser» intelectual que percibe, analiza y contempla los otros «ser» con engreimiento; un «ser» espiritual que se esfuerza y anhela, se entrega y es devoto. Existe el «ser» que usted era a los 8 años y el que será a los 80. El «ser» que era el martes pasado, cuando me desperté de mal humor, grite a mis hijos, me enojé con mi jefe, maltraté a mis compañeros de trabajo y le colgué el teléfono a mi suegra; y el «ser» que voy a ser mañana, cuando estaré cariñoso con mi familia, respetuoso pero firme con mi jefe, y cordial, justo y considerado con todos los demás.
¿Cómo podemos imaginarnos que en ese conglomerado de células, órganos y miembros que llamamos nuestro «cuerpo», y que se extiende a lo largo y ancho de ese territorio que llamamos «tiempo», reside allí un único y singular «yo»?
Pero de algún modo nos convencemos de esto. No podemos identificarlo o describirlo, ni nuestras vidas diarias lo reflejan. Pero sabemos que está allí. Lo que significa que «existe», sino ¿de dónde vendría este conocimiento?
Un solo «yo» significa que nuestro ser animal, emocional, intelectual y espiritual tienen una fuente común y una meta común. Significa que todos los momentos de nuestras vidas están interrelacionados: lo que somos hoy y lo que haremos mañana es la suma y el resultado de lo que fuimos e hicimos ayer y el día anterior. Un solo «yo» significa que el pasado es redimible. Un solo «yo» significa que podemos lograr armonía en nuestras vidas.
La Torá se refiere al día de Iom Kipur como ajat bashaná, «una vez al año». Pero también ajat bashaná se traduce como «el uno del año». Iom Kipur, explican los maestros jasídicos, es el día en que nuestra unidad intrínseca emerge a la superficie.
Durante 364 días al año, los fragmentos de nuestra vida y personalidad yacen dispersos a lo largo de las cámaras de nuestra alma y se esparcen por las extensiones del espacio y el tiempo. En Iom Kipur, nos desafiamos a unirlos a su fuente y apuntalarlos hacia su meta. (www.es.chabad.org)
La luz de la Tora
Rav Yehonatan Gefen
El Libro de Iona se lee al acercarse la culminación de Iom Kipur, durante el rezo de Minjá. La conexión obvia entre Iom Kipur y Iona es que el concepto de teshuvá es un tema central en la historia. Sin embargo, además de este enfoque general en la teshuvá, hay valiosas lecciones que se pueden aprender del comportamiento de Iona, las cuales profundizan nuestra comprensión de la Torá en general y de la teshuvá en particular.
El Rabino Yitzchak Zev Soloveitchik (conocido como el Brisker Rav) una vez estaba hablando con alguien que culpaba a otras personas de los problemas del pueblo judío. El Brisker Rav argumentó, y respaldó su opinión con un incidente del Libro de Iona: Iona había dejado la Tierra de Israel en un barco para evitar tener que advertir a la gente de Nínive sobre su necesidad de arrepentirse. Mientras estaba en el barco, una terrible tormenta comenzó a azotar, y los marineros idólatras le preguntaron a Iona qué debían hacer. Él respondió que lo arrojaran al mar, «porque sé que es por mí que esta tormenta ha caído sobre ustedes» (1). El Brisker Rav señaló que Iona era un profeta de Dios. Sí, cometió un error al intentar evadir su misión, pero seguía siendo un gran tzadik. Todos los demás en el barco eran idólatras. En la situación de Iona, fácilmente podría haber culpado a los marineros por la drástica situación. Sin embargo, no lo hizo. Reconoció que él era el culpable y asumió la responsabilidad. El Brisker Rav continuó: «Por eso leemos la historia de Iona en la tarde de Iom Kipur. Siempre habrá personas a nuestro alrededor a quienes podamos identificar como la causa de la tormenta, y es muy fácil hacerlo. Sin embargo, Iona nos enseña que sería mejor reconocer nuestro propio papel en el asunto, ya que eso es algo que podemos corregir» (2).
La lección práctica aquí es obvia; cuando suceden cosas malas a nuestro alrededor, siempre es fácil atribuir la culpa a otros, y puede ser que en realidad tengan algo de culpa. Sin embargo, el Brisker Rav nos enseña que eso no es asunto nuestro. En lugar de buscar culpables, debemos centrarnos en nuestra propia responsabilidad en la situación y enfocarnos en ello. Este es un componente vital de la teshuvá, porque si uno no aprende de los eventos que lo rodean, entonces está fallando en escuchar los mensajes que Dios le está enviando.
Una segunda historia sobre el Brisker Rav (3) enseña otro punto clave en los fundamentos del arrepentimiento. Una vez le preguntó a un hombre: «¿A qué te dedicas?». Suponiendo que el Rav se refería a su ocupación, el hombre respondió acorde. Sin embargo, el Rav hizo la misma pregunta de nuevo. Pensando que no lo había escuchado bien, el hombre volvió a responder. Cuando el Rav repitió la pregunta por tercera vez, el hombre se dio cuenta de que no lo había malentendido. El Brisker Rav explicó que no estaba preguntando cuál era su trabajo, sino por qué vivía. Continuó diciendo que la única respuesta verdadera a la pregunta se encuentra en las palabras del profeta Iona, cuando le preguntaron cuál era su oficio. Él respondió: «Soy hebreo y temo a Hashem, el Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra» (4). El Brisker Rav nos enseñaba que, independientemente de las actividades en las que uno esté involucrado, estas no constituyen su ‘razón de ser’. Nuestro propósito es temer a Dios y cumplir Su voluntad.
El rabino Immanuel Bernstein (5) agrega un punto fascinante basado en las palabras de Iona: señala que Iona no estaba respondiendo solamente a la pregunta de «¿A qué te dedicas?», sino que los marineros le hicieron varias preguntas: «Dinos ahora, ¿por qué nos ha sobrevenido esta desgracia? ¿Cuál es tu oficio? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra? ¿Y de qué pueblo eres?» (6). Aunque Iona claramente responde a algunas de las preguntas, parece que no abordó las preguntas iniciales sobre la desgracia que les había sobrevenido. Entonces, ¿cómo respondió Iona de manera satisfactoria a todas sus preguntas? El rabino Bernstein explica: «Aquí se nos enseña una lección fundamental: La respuesta a la mayoría de las preguntas de la vida sobre cómo debemos responder a cualquier situación comienza afirmando quiénes somos. Una vez que eso se establece, las otras respuestas seguirán naturalmente».
El mensaje de Iona nos enseña que el fundamento del arrepentimiento se construye sobre el hecho de que debemos establecer quiénes somos y con qué acciones nuestras del último año nos identificamos. Esto tendrá un efecto dramático en cómo actuaremos a lo largo del año, una vez que la inspiración de las Altas Fiestas haya pasado. Al enfrentarnos a las dificultades de la vida, si recordamos la idea fundamental de ‘Soy judío’, entonces será mucho más fácil encontrar la claridad para reaccionar correctamente ante los desafíos que enfrentaremos.
Notas:
(1) Iona 1:12.
(2) Citado en ‘Teshuva’, pp.256-257, por Rav Immanuel Bernstein.
(3) Esta historia tambien ha sido citada en nombre del abuelo del Brisker Rav, el Beit HaLevi.
(4) Iona 1:9.
(5) ‘Teshuva’, pp.257-258.
(6) Iona 1:8.
(7) ‘Teshuva’, pp.257-25
GMAR JATIMA TOVA
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