Desde el 27 de octubre de 2023 hasta hoy, cientos de miles de soldados han ingresado en la Franja de Gaza con un claro objetivo: destruir a Hamás y rescatar a los secuestrados. Un año después, gracias a sus esfuerzos, queda poco del ejército terrorista, se han recuperado 117 rehenes y la extensa red de túneles conocida como “el metro” ya no resulta tan amenazante. Sin embargo, ¿cómo sigue Hamás levantando cabeza? Un análisis de la situación y el 10% del territorio donde las FDI no han intervenido.
La guerra de “Espadas de Hierro” comenzó con un ataque sorpresa mortal de Hamás, demostrando de una vez por todas que el problema de Gaza no se resolverá solo. En un golpe fulminante, la organización terrorista demostró que la estrategia de mantener el poder en Gaza y recibir grandes sumas de dinero, a la vez que erradicaba a la Autoridad Palestina, solo fue un engaño. Sus militantes perpetraron masacres en Israel, en el que se considera el mayor fallo militar, político e informativo que el país ha conocido.
A pesar de esto, aún no ha surgido ninguna otra política estratégica en reemplazo de esa que fracasó. Más de un año después de la masacre, el gabinete de seguridad sigue sin definir qué espera de Gaza “el día después”: ¿Asentamientos judíos? ¿Estados árabes moderados? ¿El retorno de la Autoridad Palestina? ¿Un Hamás debilitado? Ninguna opción ha sido decidida. Parece que el enfoque se ha desviado hacia lugares lejanos como Líbano e Irán, mientras Gaza sigue siendo un problema sin resolver. No obstante, parece haber consenso en un punto: las FDI deben tener libertad de acción en Gaza en el futuro para evitar la recuperación de las fuerzas terroristas, lo cual no ocurrió antes del 7 de octubre. Esta es la situación, un año después del inicio de la maniobra terrestre.
El 7 de octubre, Israel no tuvo más remedio que entrar en guerra, con dos objetivos claros: la destrucción del gobierno terrorista y la recuperación de los secuestrados. La Fuerza Aérea comenzó a bombardear Gaza y, al mismo tiempo, cientos de miles de reservistas respondieron al llamado, con una movilización sin precedentes. Esta fue la primera etapa de la lucha en Gaza. Durante aproximadamente veinte días, se evitó la acción terrestre para preparar los planes y por temores a las consecuencias.
El 27 de octubre, tras múltiples retrasos, las FDI entraron en Gaza, creyendo que la presión militar llevaría al colapso de Hamás y a la liberación de los rehenes. Esta fue la segunda etapa. Sin embargo, se estimaba que cumplir con el segundo objetivo podría llevar años. Menos de un mes después, las operaciones se detuvieron durante una tregua de siete días en la que Hamás liberó a 80 mujeres y niños. Al término de esta pausa, las FDI reanudaron las operaciones, ingresaron en Khan Yunis y, tras más demoras, también en Rafah.
A pesar de que no se declaró oficialmente un alto el fuego, en la práctica, la maniobra en la mayor parte de la franja terminó tras la eliminación de Yahya Sinwar. Esta es la tercera etapa, que finalizó en diferentes áreas en distintos momentos: en enero y febrero se completaron las operaciones en el 70% del territorio, y en agosto, en el 20% restante, la zona de Rafah. Las FDI se han abstenido de entrar en el 10% restante, por temor a afectar a rehenes.
Hoy, las FDI están principalmente en el corredor de Filadelfi y en el área de Nitzarim, que separa el norte de Gaza del resto de la franja. Desde estos puntos, las fuerzas realizan incursiones dirigidas, como las actuales en Jabalia y Beit Lahia. Las FDI están bien preparadas para esta presencia prolongada, con puestos de avanzada ya establecidos en el corredor de Nitzarim y carreteras operativas.
A medida que pasa el tiempo, en las FDI reconocen que no hay una retirada prevista de Filadelfi y Nitzarim, lo que implica un alto coste. Las brigadas de reserva han sido notificadas de que volverán a Gaza en rotaciones adicionales hasta 2025.
“Derribar a Hamás no será posible sin un gobierno sustituto”, indican las FDI. Sin embargo, el nivel político sigue dilatando con soluciones locales de dudoso éxito, como empresas contratistas estadounidenses que distribuirían alimentos de ayuda en Gaza. En la práctica, estas decisiones sostienen un Hamás debilitado pero aún presente. Ante la falta de un plan oficial, el ejército no puede desarrollar estrategias claras, y en lugar de un enfoque estratégico, quedan las incursiones puntuales.
La ausencia de una estrategia política bien definida, el desvío de la ayuda y la violencia han creado caos, y en algunos casos, incluso voces entre la población piden el retorno de Hamás como una opción que antes ofrecía algo de orden y seguridad en comparación con la situación actual.
Con más del 80%-90% de sus cohetes destruidos y una gran cantidad de militantes eliminados, Hamás aún logra reclutar nuevos miembros, al igual que otros grupos terroristas.
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