Israel Katz
Al anunciar su decisión de destituir al ministro de Defensa Yoav Gallant, el Primer Ministro Biniamin Netanyahu también dijo quién lo sucederá y qué otro cambio habrá en el gobierno. Pues al ministerio de Defensa entra el actual canciller Israel Katz y a la Cancillería acéfala entra Gideon Sáar. Él, en su momento dejó el partido Likud en medio de muy serias críticas a Netanyahu, y se sumó en su momento a la oposición al Primer Ministro, pero hace poco se reacercó, se reconcilió con su adversario desde fuera de la coalición, y ahora se suma a la misma formalmente aceptando la cartera de Relaciones Exteriores.
Hay aquí varios problemas.
Está claro que Katz no tiene una trayectoria rica en temas de seguridad, aunque fue mucho tiempo miembro del gabinete de seguridad y exteriores y también ministro de Inteligencia.Si bien la experiencia en ese campo aporta y enriquece, el problema central no es que es un civil y no un General retirado. Hubo otros buenos ministros de Defensa en esa situación, y especialmente se recuerda al laborista Amir Peretz, del que muchos se reían, que tuvo la sabiduría y la visión de apoyar el desarrollo del sistema protector anti misiles Cúpula de hierro.
Pero nombrar a un ministro sin experiencia en este delicado campo, en un momento como el actual, con el país lidiando con amenazas en varios frentes, y cuando en principio parecería que Irán está por lanzar otro ataque hacia territorio israelí, no es una medida responsable. Israel Katz, que ha sido unos meses ministro de Infraestructuras Nacionales, luego Canciller y ahora empieza como titular de Defensa- un sistema carente de toda lógica si se quiere efectividad de gobierno- tendrá que lidiar con decisiones en temas que no conoce, teniendo enfrente al Secretario de Defensa norteamericano Lloyd Austin que los domina y con el que también puede haber tensiones y discrepancias, según la situación.
Y no menos importante es que otra consideración: que difícilmente pueda permitirse defender posturas propias en pro de la seguridad nacional, ante eventuales discrepancias con el Primer Ministro. Sin olvidar que el Premier es quien tiene la máxima autoridad, es sano que en el gobierno pueda haber posturas variadas que a veces abren los ojos.
En cuanto a Gideon Saar, que recibe la cancillería, un ministerio considerado prestigioso, no inspira hoy confianza en la ciudadanía.
Siempre había irradiado la imagen de un político muy derecho y serio, pero en la situación actual, es ineludible recordar lo que escribió en marzo del 2023, cuando Netanyahu anunció por primera vez que había decidido destituir a Gallant (de lo que luego se retractó): “La decisión de Netanyahu de destituir al ministro de Defensa Yoav Gallant es un acto de locura que muestra falta absoluta de criterio. No hay antecedentes en la historia de Israel de un ministro de Defensa que haya sido destituido por advertir respecto a un peligro de seguridad, tal cual debe hacerlo por su cargo. Netanyahu está decidido a empujar a Israel al abismo. Cada día que Netanyahu sigue en su puesto, pone en peligro a Israel y su futuro”.
Saar tiene derecho a haber cambiado de opinión. Así es en política. Pero hacerlo en forma tan extrema, pasar de aquella crítica a la destitución de Gallant a aprobar la actual- en la práctica, aunque no lo haya dicho públicamente- aunque Israel está ahora en guerra, y dejando en claro que todo es para recibir la Cancillería, ya es otra cosa.
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