Juan Arias
ElPais.com
El cardenal Jorge Bergoglio y el rabino A.Skorka
Se da por seguro que el papa Francisco abrirá los archivos secretos vaticanos sobre el Holocausto, y con ellos la participación que la Iglesia tuvo en el bien y en la tragedia nazi.
Representantes de las comunidades judías, también aquí en Brasil, fundan esta esperanza en las afirmaciones que el entonces cardenal arzobispo de Buenos Aires, Bergoglio, hizo al rabino argentino Skorka en la obra Entre el cielo y la tierra.
A la pregunta explícita del rabino sobre si estaría de acuerdo en que el Vaticano abriera los archivos que más escuecen a la Iglesia, como los relativos al Holocausto, el entonces cardenal, en vísperas ya de ser papa, responde categóricamente:
«Me parece perfecto lo que usted propone de abrir los archivos de la Shoá (Holocausto). Que se abran y se conozca todo y que se vea si se puede hacer algo. Y si nos equivocamos tendremos que decir: «Erramos» A eso no hay que tenerle miedo. La verdad tiene que ser el objetivo. Cuando uno empieza a ocultar la verdad está eliminando la Biblia.».
Y añade: «HAY QUE CONOCER LA VERDAD E IR A LOS ARCHIVOS».
Aquel cardenal que defendió con énfasis la apertura de los secretos vaticanos sobre el Holocausto judío tiene hoy el poder de hacerlo. ¿Podría echarse atrás ahora que tiene en sus manos las llaves para que «se conozca toda la verdad»?
El papa Francisco ha dado pruebas inequívocas, desde antes de ser papa de la importancia que para él y la Iglesia tienen el pueblo judío y la religión de Jahvé en la fundación del cristianismo. Para la Iglesia y para el mundo.
Ya papa, el primer documento que firmó fue una carta enviada el primer día de su pontificado, al rabino jefe de Roma. Después le felicitó la Pascua judía que tuvo lugar días antes de la cristiana.
En Buenos Aires, invitaba al rabino Skorka a hablar a los seminaristas sobre el tema de los» valores». Y en el libro de conversaciones con él, llega a afirmar que lo más «corajudo» que aprobó el Concilio Vaticano II, fue que «Dios rescató en primer lugar al pueblo depositario de las promesas».
Y explica: «La Iglesia defendió oficialmente (en el Concilio Vaticano II), que el pueblo de Israel sigue siendo el depositario de las promesas». Y lo traduce con un lenguaje popular: «En ningún momento dice (el Concilio), «perdió el partido, ahora nos toca a nosotros».
Por ello, afirma, «al pueblo judío no se le puede acusar de deicidio como sucedió durante mucho tiempo».
El papa Francisco afirmó antes de serlo que: «cada judío que se mataba durante el nazismo, era una bofetada a Dios en nombre de los ídolos».
Glosando el Holocausto, el cardenal, después de reconocer que ha habido y siguen existiendo «muchos otros holocaustos en el mundo», reconoce que el judío fue diferente: «Tuvo una particularidad, una construcción idolátrica contra aquel pueblo. La raza pura, el ser superior eran idolatrados sobre la base en que se forjó el nazismo. No es un hecho sólo geopolítico. Es una cuestión religioso cultural», escribe.
Los archivos vaticanos
El rabino Skorka, llega a decirle al cardenal Bergoglio: «En los campos de muerte no se asesinaron sólo a seis millones de judíos, sino que se asesinó a seis millones de Jesús, porque mucho de la concepción y el mensaje de Jesús es judío, porque lleva lo mejor de los profetas».
La posición del papa de los católicos contra el antisemitismo, es de excepcional importancia en este momento de resurgimiento de los fundamentalismos políticos y religiosos de extrema derecha, muchos de ellos teñidos de antisemitismo,
Y ello tanto en el campo político como en el religioso, ya que no es posible olvidar que buena parte de la persecución a los judíos se basó en la falsedad de que ellos habían matado a Cristo, cuando hoy sabemos que lo condenó a muerte el romano Poncio Pilatos con la pena de la crucifixión, desconocida a los judíos y que los romanos infligían a los revoltosos, como le recuerda el rabino Skorka al cardenal Bergoglio en sus conversaciones con él.
El papa Juan XXIII, había hecho borrar del texto de la liturgia del viernes santo las palabras «recemos por los pérfidos judíos». El papa alemán Benedicto XVIpermitió que volviese a usarse aquella expresión en la liturgia de algunos movimientos católicos ultraconservadores.
Hoy, su sucesor, el papa Francisco puede que acabe abriendo los archivos vaticanos sobre el Holocausto y reconoce, con su máxima autoridad, que la Iglesia «nunca ha negado» que el Dios cristiano «rescató al pueblo judío, depositario de las promesas».
En el campo de la teología, el énfasis que el papa pone en la búsqueda de las raíces del cristianismo primitivo, nacido del Antiguo y del Nuevo Testamento, más que de la filosofía aristotélica, es otra de las revoluciones puestas en marcha por Francisco.
Estamos, quizás, ante un cambio copernicano en el convulso y complejo mundo de la Iglesia. Como han afirmado algunos católicos franceses, el papa Francisco «está dando la vuelta a la tortilla».
Y acaba sólo de empezar. Aún no lleva un mes de pontificado.
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