Junto a su equipo del Centro Cohen-Harris, Wolmer lidera un proyecto piloto de Resiliencia Operativa para el Departamento de Policía de Israel, y el Programa Nacional de Resiliencia Urbana en 18 ciudades en Israel. Este programa del Ministerio de Defensa tiene como objetivo fortalecer la resiliencia institucional y comunitaria de las ciudades, con programas relevantes a la vida cotidiana en áreas como educación, servicios sociales, salud e información.
Basado en su vasta experiencia en el desarrollo de proyectos en zonas de desastre masivo, el Lic. Wolmer es pionero mundial en la capacitación de maestros como mediadores clínicos para tomar responsabilidad sobre programas que fortalecen la resiliencia de niños y la intervención en situaciones de post-trauma.
P: Leo, estás llegando en estos días a Montevideo, días después de concluir tu Doctorado en la Universidad de Tel-Aviv, para dictar unas conferencias tanto en la Universidad de la República como en actividades organizadas por Presidencia y el Sistema Nacional de Emergencias, sobre temas de tu especialidad. ¿Hay un común denominador en tus distintas ponencias?
R: Si, por supuesto. Antes que nada quiero resaltar que este proyecto es el producto de un esfuerzo común del Centro de Resiliencia Cohen-Harris en Tel-Aviv, la Facultad de Psicología de la UdelaR, la Asociación de Amigos de la Universidad de Tel-Aviv en Uruguay y la Embajada de Israel en Uruguay. Tanto en el curso que fui invitado a dar en la UdelaR como en las conferencias con el Sistema Nacional de Emergencia, el foco principal es cómo preparar comunidades, en sus diferentes niveles, para afrontar situaciones de trauma y desastre, desarrollando la resiliencia de comunidades e instituciones, el comando de la actividad y la comunicación entre los diversos factores locales y nacionales. Cuando hablo de los diferentes niveles me refiero desde el liderazgo de la autoridad local hasta el último individuo de la comunidad, tanto en forma preventiva (o sea, todo aquello que podemos hacer antes que el evento ocurra) como en la respuesta desde el momento que la comunidad ha sido expuesta hasta la rehabilitación de la comunidad.
P: Como sicólogo, te has especializado en situaciones de emergencia, por lo cual, entre otras cosas, has ayudado por ejemplo a las víctimas del gran terremoto en Turquía años atrás a lidiar con las difíciles situaciones creadas a raíz de la catástrofe. Conversamos sobre todo esto hace un año, también antes de un viaje que realizabas a Uruguay, y me decías que “ningún país está a salvo” de situaciones extremas que requieren medidas especiales. ¿Hay algo nuevo desde entonces, alguna nueva enseñanza? ¿O, simplemente, se ha dado la oportunidad de volcar tu experiencia en la materia, en forma ordenada, en el marco nada más ni nada menos que de la UdelaR?
R: Cada uno de estos tres años que implementamos en Israel el Plan Piloto de Resiliencia Nacional bajo el Ministerio de Defensa hemos aprendido nuevas lecciones, sobre todo porque cada uno de nuestros programas es evaluado empíricamente en forma periódica. En el curso que voy a dar en la UdelaR, que durará 4 dias, tendré la oportunidad de compartir esas lecciones en forma ordenada y sistemática. Por ejemplo, una de las conclusiones más importantes es que un programa serio requiere el compromiso a largo plazo de las autoridades. Desde el inicio hasta la implementación completa se requieren cerca de tres años de aprendizaje, práctica y entrenamiento supervisado por expertos. Hemos aprendido los efectos importantes que nuestros programas de resiliencia en las escuelas tienen no solo sobre la capacidad de los alumnos para enfrentar situaciones de estrés normal y masivo, sino también sobre la cultura de la escuela y la identidad y auto-eficacia que sienten los maestros encargados de ese programa.
P: Creo que en general tenemos la percepción de que en Uruguay no ocurren desastres masivos. O sea, puede haber por cierto un cada vez mayor índice de criminalidad “común”, pero nuestro país no lidia afortunadamente con terremotos y en general tampoco con inundaciones y otras catástrofes naturales de las que tan a menudo oímos en otros lares. Y no ha sido nunca blanco de terrorismo como tan comúnmente se conoce en Israel u otros sitios. ¿Es más difícil entonces en una situación así concientizar a la gente relevante sobre la necesidad de estar preparado, Dios no permita, para cualquier eventualidad?
R: Sin duda, aunque la percepción de que «en este país no suceden esas cosas» es equivocada. Te doy tres ejemplos. El primero se refiere al accidente en la ciudad de Young en el que un tren mató a 8 personas que estaban empujándolo con el objetivo de ganar un dinero para el hospital local. Si bien no es una catástrofe masiva, todos los principios que voy a compartir en las sesiones del SNE que se centra en ese tema, son válidos tambien a esta escala donde la causa no fue natural sino una serie de errores humanos. El segundo ejemplo es la inundación que hubo en La Plata hace unas semanas, donde murieron decenas de personas .Causó un daño enorme a comunidades enteras. Este caso, con los cambios de clima que ocurren en el mundo, podría pasar también en muchos lugares, también en el Uruguay. El tercer ejemplo es el que más me preocupa, y se refiere a un «desastre social silencioso» que resulta de la pobreza, la falta de educación, la violencia social, el efecto de las drogas, y la falta de planificación estratégica para afrontarlos. Es una «inundación» lenta pero con efectos trágicos.
P: Y si es lento, es menos perceptible y se capta seguramente cuando sus efectos nocivos ya cubrieron demasiado terreno, alcanzaron a demasiada gente ¿No es así?
R: Lamentablemente es así, y esa erosión en los estratos más básicos de una sociedad, en eso que nos hace parte de un mismo grupo, una misma identidad, se va desgastando, y con él la capacidad de sentir empatía por el otro, de verlo como parte de mi, de actuar con solidaridad y no con egoísmo, de entender que si le vendo drogas a otro le estoy causando daño, que si no pago impuestos le robo a mi país, que está bien beneficiarme pero no a costa del dolor del otro.
P: Es muy fuerte esa enseñanza..Leo, lo central es saber cómo reaccionar, precisamente para minimizar los problemas cuando algo sucede ¿verdad? O sea…sería precisamente el no hablar de los temas lo que debería causar pánico, no el hablarlos de antemano y permitir saber cómo reaccionar….
R: Sin duda alguna. Hace mucho tiempo que sabemos que la preparación de una comunidad es uno de los factores principales de la resiliencia para enfrentar desastres masivos. Preparar una comunidad incluye, entre otras cosas, dar herramientas a chicos y grandes para enfrentar situaciones de estrés y trauma, organizar y capacitar a fuerzas de emergencia, coordinar instituciones nacionales y locales bajo un mando claro y local, capacitar voluntarios, manejar donaciones, desarrollar equipos que se ocupen de los diferentes aspectos de servicios sociales, identificar y empoderar poblaciones vunerables, creando un lenguaje común entre todos los participantes.
P: En las conferencias que dictarás en la Universidad de la República, entiendo que un punto central es la resiliencia.. O sea…¿No vas a sugerir a los bomberos y policía cómo organizarse en caso de desastre sino a los equipos encargados del ciudadano en su dimensión emocional cómo tratarlo?
R: Exacto. La base en la preparación para enfrentar catástrofes es la autoridad local. Esta es quien debe dirigir tanto la preparación como la respuesta inmediata y la rehabilitación de la comunidad. Dentro de la autoridad local, los equipos encargados de los servicios sociales, a quienes se unen otros trabajadores de la autoridad local que reciben funciones de emergencia, son entrenados para responder en forma masiva e inmediata con el objetivo de ayudar a la comunidad a retomar su equilibrio y funcionamiento lo más rápido posible y con el menor sufrimiento posible.
P: ¿Esto significa que vuestro trabajo, el de los sicólogos y asistentes sociales, es siempre la segunda etapa, luego del rescate físico? ¿O se puede trabajar en paralelo?
R: En el rescate fisico de un desastre masivo participa la comunidad entera, y cuanto mayor es el desastre más es necesaria la organización de la comunidad, ya que fuerzas de emergencia no llegarán a todos lados. Es importante destacar que el trabajo de profesionales de salud mental empieza antes que el desastre ocurra, en la preparación de la población y la capacitación de los equipos de emergencia, entre muchas otras cosas.
P: Uno de los grandes desafíos es, me imagino, lidiar con los niños. Vi en el programa de tus charlas un punto que hace correr un sudor frío por el cuerpo: cómo se comunica a los niños sobre muertes. ¿Cómo se puede dar un consejo concreto en un tema así? O sea…¿No depende mucho de un entorno cultural determinado, de la vida en cada sociedad?
R: Por supuesto, e incluso dentro de una misma sociedad hay una variedad muy amplia en este tema, en lo cultural y lo religioso. ¿Llevar al chico al funeral? ¿Desde qué edad? ¿Decirle que su papá se «fue de viaje»? ¿O que «está en el cielo»? Es una de las funciones más delicadas que existen y requiere capacitación y práctica, y mucha, mucha sensibilidad.
P: Leo, sos uruguayo e israelí, pero tu carrera profesional y tu especialización las has hecho en Israel. ¿Se puede transmitir directamente una experiencia en temas como estos que tratás, tan relativos al alma, al espíritu, a la siquis del ser humano, cuando venís de un tipo de vida, de una sociedad con una vivencia muy determinada, a otra que tiene una realidad muy diferente? Es que solemos hablar de mucha afinidad cultural entre nuestros dos países, pero en temas de situaciones de emergencia creo que las realidades son totalmente diferentes….
R: Diferentes, si, pero no totalmente. Lo común es mucho más amplio que lo diferente, sobre todo cuando hablamos de reacciones humanas. Lo hemos visto en culturas más diferentes aún, y no tenemos duda que con ciertas adaptaciones, los contenidos y principios de los programas son universales.
P: El hecho que Israel puede ayudar a otros países-y vuelvo al ejemplo de Turquía ya que recuerdo me habías contado de todo un programa muy desarrollado que habían hecho después del terremoto- ¿se debe solamente a la mala suerte de haber acumulado experiencia en situaciones de desastre (aunque no naturales sino de otro tipo, por terrorismo y violencia) o hay algo más allá de ello? Se me ocurre que quizás lo multifacético de la sociedad israelí, su composición tan heterogénea, ha enseñado también a lidiar con distintos tipos de desafíos.
R: Hay algo de lo que vos propones, y hay algo más profundo aún de lo que significa ser judío, esos valores con los que nos educamos de chicos, de dar al prójimo, de ayudar a quien está en situaciones vulnerables, de reconocer el valor de la solidaridad humana, de identificarnos con quien está pasando cosas extremas, que nuestra genética ya lo incorporó como parte de nuestra herencia cultural. A esto se suma la experiencia que, lamentablemente, hemos acumulado en Israel en el tema, y aparentemente lo seguiremos haciendo.
P: Sin arruinar el impacto de tus esperadas conferencias…¿podrías compartir con nuestros lectores algunos consejos concretos, algunas enseñanzas que quisieras dejen tus palabras, para que ante cualquier eventualidad Uruguay lidie debidamente con una situación de emergencia?
R: Si tuviera que resumir, diría que todo empieza en el orden de prioridades nacionales en cómo destinar los recursos. En una visión estratégica que mira años adelante y no solo lo que será visible y «sexy» en tiempos de elecciones. Continúa en el compromiso de dirigientes y profesionales, y termina en uno de los temas más importantes, la educación desde la edad temprana. De esta forma se desarrolla una «cultura de resiliencia» que tiene relevancia sobre todo en la rutina diaria, cómo crecen los chicos, cómo se educa en las escuelas, como se manejan temas como las drogas y la violencia social. Yo creo que esta es la responsabilidad de quienes nos gobiernan, pero también nuestra obligación como ciudadanos, de participar de este esfuerzo.
P: Terminemos expresando la esperanza de que nunca nadie tenga que hacer uso práctico de tus enseñanzas. Gracias mil por tu tiempo y que tu viaje sea exitoso y enriquecedor.
R: Gracias Ana, y me uno a tus deseos.
Deseo que en las escuelas (TODAS) públicas y privadas enseñen a los niños la capacidad que ellos tienen para enfrentar situaciones impensadas y que el pensamiento positivo ayuda a acciones positivas, inclusive a la buena salud