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La joven cantante israelí no solo logró conquistar el corazón del público europeo, sino que también se convirtió en un símbolo viviente de supervivencia, resistencia y orgullo nacional.
Por más que el nombre que figure en los registros oficiales de Eurovisión 2025 como ganador sea el del austríaco “JJ”, quien conquistó al jurado con su tema Wasted Love, nadie que haya seguido el concurso podrá ignorar un hecho decisivo: la gran ganadora fue Yuval Raphael. La joven cantante israelí no solo logró conquistar el corazón del público europeo —alcanzando el primer puesto en el voto popular con 297 puntos—, sino que también se convirtió en un símbolo viviente de supervivencia, resistencia y orgullo nacional.
Con su interpretación cargada de emoción de New Day Will Rise, Yuval no solo se presentó como artista, sino como portavoz de una historia que aún duele. Una historia que la humanidad no podrá borrar de su memoria reciente: la masacre del festival Nova, el 7 de octubre de 2023, en la que terroristas de Hamás asesinaron brutalmente a cientos de jóvenes israelíes. Yuval, que entonces tenía 22 años, fue una de las pocas sobrevivientes. Fingió estar muerta durante más de ocho horas, inmóvil entre los cuerpos de sus amigos, mientras los disparos aún resonaban a su alrededor. Su cuerpo herido, su alma destrozada, pero su espíritu intacto: no sólo sobrevivió, sino que eligió seguir adelante. Y cantar.
Desde entonces, Yuval se convirtió en una figura que encarna mucho más que talento. Representa la voz de los que ya no están. Y también la de los que no se rinden.
La abanderada
Nacida en Raanana, sin una carrera musical formal ni grandes productores detrás, Raphael tuvo que superar primero la competencia nacional para representar a Israel. Su victoria en el reality show Rising Star, transmitido por Canal 12 de Israel, fue ya un pequeño milagro. Pero nada la preparó para lo que ocurriría en Basilea, Suiza, durante el certamen europeo.
Los días previos al festival estuvieron marcados por polémicas, llamados al boicot e intentos de deslegitimación de su participación. Grupos antisemitas y activistas propalestinos intentaron acallar su voz con la excusa de oponerse a la política israelí. Pero ni siquiera se molestaron en entender quién era Yuval Raphael. No vieron a la sobreviviente, a la joven que enfrentó el horror y decidió responder con arte. No les importó su historia, ni el trauma con el que aún carga. Para ellos, Yuval no era más que una israelí y, por ende, culpable.
Pero, contra todo pronóstico, sobre todo el realizado por medios con una agenda anti-israelí, el público europeo sí escuchó. Y entendió. Y votó.
Casi 300 puntos, el mayor respaldo popular del certamen. Un mensaje claro, directo y masivo: la sociedad civil europea no es tan ciega ni tan cínica como pretenden algunos sectores. No todos están dispuestos a cancelar, ignorar y borrar al único país democrático de Medio Oriente por presiones ideológicas. Y menos cuando quien los representa es alguien que ha vivido en carne propia las consecuencias del odio.
El mensaje de la canción
“Un nuevo día surgirá”, cantó Yuval en el escenario, emocionada pero con la voz firme. “La vida continuará. Todos lloran. Pero no llores solo. La oscuridad se desvanecerá. Todo el dolor pasará. Pero nosotros seguiremos aquí. Aunque digas adiós”.
No era una canción más. Era una declaración. Era una promesa.
En el backstage, tras el concurso, Yuval dijo: “Estoy agradecida por la oportunidad, por nuestra gente… por todos los que votaron y me dieron la sensación de victoria. Hoy me sentí orgullosa; todo lo que quería era traer honor al país y regalar un segundo de paz. No tendremos una victoria verdadera hasta que nuestros secuestrados estén de vuelta en casa”.
A las dos y media de la madrugada, Israel entero seguía despierto. No importaba que Yuval no hubiera ganado oficialmente. La emoción era nacional. Familias enteras con los ojos en la pantalla, viviendo una catarsis colectiva. No porque esperaban una medalla. Sino porque necesitaban ver a alguien que les recordara que, a pesar de todo, seguimos de pie. Que el dolor no nos detiene. Que la música continúa.
La diferencia entre los jueces y el público
A pesar de haber arrasado con el voto popular, Yuval no ganó el certamen porque terminó en el puesto 14 según el voto del jurado, que favoreció a propuestas más neutras o “políticamente seguras”. Sin embargo, fue precisamente ese contraste entre el respaldo masivo del público y la distancia de los jueces el que marcó el punto más fuerte de esta edición. Porque allí donde los expertos no quisieron involucrarse, los ciudadanos comunes sí lo hicieron. Y eligieron.
Eligieron a Yuval.
Eligieron no cerrar los ojos ante la historia.
Eligieron la memoria.
Eligieron la esperanza.
Yuval gritó al terminar su actuación: “¡Muchas gracias, Europa! ¡Am Israel Jai!” Y no fue una frase vacía. Fue un acto de reafirmación. Porque lo que estaba en juego en Basilea era mucho más que un trofeo. Era la validación simbólica de un pueblo entero, cuestionado a diario, malinterpretado, demonizado. Era la oportunidad de decir: “Aquí estamos. No nos vamos a ningún lado. Y tenemos derecho a cantar.”
La verdadera ganadora
Israel ha ganado Eurovisión en cuatro ocasiones: 1978, 1979, 1998 y 2018. Pero ninguna victoria tuvo tanto valor moral como la que obtuvo este año, aun sin trofeo. Porque lo que Yuval logró no cabe en una estatuilla. Su canción no fue solo arte. Fue testimonio, resistencia y, sobre todo, vida.
En una noche de luces, pantallas y notas musicales, una joven de Raanana se convirtió en la voz de un pueblo. Un pueblo que, a pesar de las tragedias, el odio y la incomprensión, sigue cantando.
Y por eso, aunque el papel diga otra cosa, no hay duda alguna: Yuval Raphael fue la verdadera ganadora de Eurovisión 2025.
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